viernes, 23 de diciembre de 2005

¿Por qué loco?

Porque soy un loco sin fundamento, todos lo somos, no tenemos motivos para estar locos pero lo estamos, vamos por la vida desarrollando actos sin sentido: trabajamos, estudiamos, nos endeudamos, nos emborrachamos, nos obsesionamos, ...
Sin ir más lejos yo llevo 7 años estudiando una carrera, una carrera de lo más estúpida con la esperanza de algún día ganar mucho dinero y comprar un montón de cosas que no necesito, para llevar en teoría una vida más fácil, para tener mejor calidad de vida, para que la gente me admire y me respete. Lo cierto es que mi calidad de vida es de las peores entre las que podría haber elegido: me he tenido que exiliar a una ciudad que no me gusta, lejos de mi novia, de mis padres, de mis amigos, ... Pero lo que yo quiero es tener una buena vida con ellos, ¿cómo voy a alcanzar calidad de vida si ya los he perdido? No tiene sentido. La vida no tiene sentido, o ¿acaso ha encontrado alguien un sentido o un objetivo a su vida? Da igual lo que hagas, no vas a cambiar el mundo, ni tan siquiera vas a conseguir que los que están a tu alrededor se sientan mejor, y si lo consigues no va a servir de nada, porque el objetivo no es sentirse mejor, el objetivo no existe.
La gente no me admira ni me respeta, porque no gano dinero, todo lo contrario, piensan que soy un vago, un gorrón, ... A veces estas cosas me apesadumbran y me hacen sentir mal. Otras veces, cuando tengo buen ánimo porque he dormido bien, o defeco con regularidad, como sano, hace solecito,...Todo me da igual y pienso: - ¡Qué os den por culo a todos!, porque la vida no tiene sentido y todo vuestro dinero, vuestro trabajo, vuestros pisos, vuestros coches, ... no valen nada. Lo que verdaderamente importa es tener buen ánimo: Comer bien, pasear, hacer deporte, follar, besar, cagar con regularidad y que la mierda no sea ni demasiado suelta ni demasiado dura.

domingo, 18 de diciembre de 2005

El precio

Todo empezó una noche gris de un día que había sido bastante nublado. Pintaba mal desde el principio, y fue mal hasta el final. Los zapatos llenos de barro, la ropa empapada, y además hacía un frío que helaba hasta los huesos. No era el mejor momento para andar por las calles y menos con la inseguridad ciudadana de esas horas, pero no le quedaba más remedio. Las imágenes de lo sucedido impactaban en su retina como flashazos a cámara lenta, como las imágenes en una tormenta eléctrica de una noche oscura.
Lo tenía bien claro, no volvería a caer en el mismo error, le habían engañado como a un necio. Autocompadecerse no mejoraba la situación, después de todo esa era la estrategia que había adoptado para dirigir su vida: prueba y error. Pero errar siempre jode, ahora estaba lleno de ira y sabía que la única respuesta, la única solución, era la venganza. Decidió esperar, la venganza es un plato que se sirve mejor frío. Además debía recuperarse del palo recibido, no era algo complicado porque tenía amigos y socios de fiar, no sólo había cometido errores en su vida, también aciertos, muchos aciertos, y eso le había colocado en un buen lugar en la puta y marginal escala social en que se encontraba sumergido.
Ricardo le había invitado a una fiesta. -No hace falta que lleves nada. - Le dijo. Pero sabía que llevaría drogas, y no sólo para consumo propio. Invitar a David a una fiesta daba prestigio y, además, “coca” y “extasis”, de calidad y a buen precio. Ricardo no le resultaba de fiar, era un ser algo irritante, siempre con esa estúpida sonrisa de vendido por la vida, pero también parecía un pardillo, parecía no tener agallas para afrontar las consecuencias de engañar a David, lo hizo y, ahora David estaba jodido. Esa rata miedosa debía estar muy hasta el cuello para haber corrido un riesgo así, pero eso no iba a ser un atenuante de su culpa, pagaría caro. Por suerte, David pudo escapar, y con pérdidas no muy grandes, sólo la droga. Tubo que arrojar veinte gramos de “coca” por el retrete, era mucha pasta por un soplón de mierda. Carlos había corrido peor suerte, cuando entraron los maderos en la casa, le pillaron en pelotas en una de las habitaciones con una menor, un considerable cóctel de drogas en sangre, y más aún en los bolsillos de su ropa de gangster macarra.
La amistad es un concepto extraño. Para algunos tiene precio, y para otros ese precio es miserable. Ricardo era un miserable.