viernes, 22 de septiembre de 2006

Toros?


Me gustan los toros, me gusta cuando pastan libres en el campo y cuando se desangran llenos de rabia en el ruedo. Los toreros, los buenos toreros y los banderilleros, artistas que se enfrentan al miedo, que ignoran el peligro, se entregan a su tarea.
El oficio del matador. Sangre, miedo, crueldad, habilidad, estética, tradición, superstición, técnica, arena, calor ...

¿Qué se puede hacer cuando un animal de 500 kg. de peso se lanza hacia ti, herido, lleno de ira? ¿Qué vas a hacer sino correr? Correr en línea recta, presa del pánico, buscando la barrera.

Yo no puedo ser torero, yo no valgo para matar toros, igual que no valgo para hacer cine. Son cosas que se llevan dentro, es la impotencia escupida en actos bellos y crueles.

Los picadores no me gustan. ¡Cómo se atreven a humillar así al pobre caballo! ¡Qué se les subiesen encima! Y pinchar al toro desde la seguridad que da la altura de una buena montura. Yo me alegro cuando caen al ruedo, desde luego son los malos de la puesta en escena. Un Sanchopanza mezquino, apuñalador de espaldas, haciendo de Don Quijote con su lanza. Y mientras tanto Rocinante que no se entera de nada.

Es un juego cruel, como el mundo en que vivimos. Cruel y mortal.

Un chaval joven, lanzándose con furia a la grupa de ese gran animal lleno de sangre y cuernos, con su espadita de esgrima. ¿Qué se siente al terminar con la vida de un animal con el que has estado interpretando un baile de muerte?

La tauromaquia es España, pero no sólo eso, es la naturaleza humana, disfrazada con los colores de la Fiesta Nacional.

No quiero que prohíban los toros, ni las peleas de gallos, ni el tabaco, ni la marihuana ...
Las peleas de perros no me gustan, pero sí el boxeo, así de arbitraria es la irracionalidad.

Yo no quiero esta mierda de democracia que nos hace a todos iguales, que pisotea y extermina cualquier disconformidad y criminaliza a las minorías.
Humanizar a los animales, deshumanizar a los hombres pobres. Este es un planeta basurero, donde unos cuantos marcan el ritmo y todos somos responsables y esclavos de nosotros mismos.
... “el poder de los pueblos sobre sí mismos” de que se habla, no es el gobierno de cada uno por sí, sino el gobierno de cada uno por los demás...


Nos hemos encabezonado en que el poder emane del pueblo, y nos sometemos a nuestra propia tiranía, quizá deberíamos poner más esfuerzos en limitar el poder de los gobiernos. O limitar el poder sin más.

Y si matar toros es de pueblos incultos y bárbaros, también lo es limitar las libertades de un colectivo por el antojo del 51%.

miércoles, 13 de septiembre de 2006

Cogiendo altura

subiendo al Cornón en Somiedo
“Si has decidido confiar, entonces confía.”

No hay nada más fácil que recibir órdenes.
Lo complicado de esta vida, es evaluar las situaciones, los contextos, recabar información, tomar una decisión basándose en criterios propios, asumir las consecuencias. ¡Eso es lo difícil! Requiere esfuerzo, empuje, valor. Tres cosas que algunos nunca poseen y otros sólo en ocasiones esporádicas.

Una solución intermedia, o de compromiso, es: tomar una decisión y mantenerse fiel a ella, confiar en la suerte, la intuición. Dejar de lado la parte que requiere más esfuerzo, lanzarse al vacío y con pulso firme y cabezonería llegar a puerto.

La opción peor, la óptima y la intermedia. Entre ellas mil rangos de colores. La vida tiene muchas formas, muchas variables... A menudo olvidamos esa gran variedad, nos aferramos al esquema simplificado que todos creamos en nuestra cabeza y nos convertimos en mentes cuadriculadas. Nos volvemos reacios a todo aquello que se sale del garabato en que hemos sintetizado todo lo que nos rodea.

Como el Mundo nos desborda, delegamos funciones. Dejamos que nos gobiernen, que nos prohíban, que nos eduquen, que nos moralicen... Y así nos convertimos en extranjeros de nosotros mismos, nadando contracorriente en aguas de indiferencia, en conflictos sin importancia.

Nos guían personas que dicen que saben y, en lugar de revelar sus fuentes, la envuelven en una jerga ininteligible. Y en los medios de comunicación, sólo nubes de humo, sólo predicadores que buscan nuevos fieles. Cada vez un primer mundo más superfluo, más impregnado de cosas vanas.

“¿Dónde están las únicas verdades! Por aquí no andan. Si acaso en vez en cuando pasan como tormentas de verano por mis asquerosos pensamientos.”