martes, 29 de noviembre de 2011

En "La Ola" lo llaman Autocracia pero "El Padrino" prefiere Familia

La Ola (Die Welle), como obra artística en sí, resulta pobre y aséptica. Quizá porque es una peli de adolescentes y para adolescentes. Quizá por el concepto que tenemos de lo alemán: limpio, ordenado, cuadriculado (porque la peli es alemana)... Toda la atmósfera refuerza ese cliché y hace que los punkis-anarkistas parezcan extraterrestres venidos de otra dimensión, como un escalón abrupto, sin un continuo. Todo es demasiado rígido y los personajes demasiado simples. Quien sabe, quizá en Alemania las cosas son así, y si no, te conviertes en un tarado.

Lo realmente bueno de la película es la temática: La Autocracia. Aunque en mi opinión no perfila muy bien el concepto, si lo entendemos como "sistema de gobierno en el cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley". Ya que, la película se centra sobre todo en el poder del grupo y el peligro de la dictadura. Y deja un poco de lado el papel del líder, que queda reducido a una especie de símbolo, talismán o fetiche que más que obedecer hay que interpretar.

Comienza la acción con una actividad en el instituto, en la que los alumnos estudiarán diferentes sistemas de gobierno (Autocracia Vs Anarkía). La peli se centra en el grupo que realizará el estudio de la Autocracia. El profesor que imparte esta clase emplea un método un tanto especial, que consiste en aprender practicando. Para ello convierte su clase en un régimen autocrático.

La formación del régimen es gradual y, al espectador se le muestran los diferentes pasos y las principales características de este tipo de organización.
Al formarse el grupo, los alumnos y el profesor se dan cuenta de las enormes ventajas del trabajo en equipo, no sólo en cuanto a productividad sino en cuanto a su estado anímico y emocional.
El líder no se ha impuesto por la fuerza, es votado y goza del reconocimiento de la mayoría. Más que un dictador acaba siendo un mero coordinador, y el verdadero poder emana de la cohesión del grupo. Los problemas comienzan cuando el grupo está fuera del control del líder, es decir, fuera de las aulas.

Para "hacer grupo", el profesor recurre al uniforme, los rituales, los símbolos, el sentimiento de pertenencia, el rechazo y marginación de "los otros". Se hace especial hincapié en la uniformidad de todos los miembros, que no haya espacio para lo diferente, lo minoritario. Esta uniformidad es la desventaja que contrapone al trabajo en equipo y, es lo que justifica el rechazo del sistema autocrático, que siempre acaba en la represión de la minoría. Por eso es mejor ser individualista que comunista.

En toda la trama subyace el Nazismo (o nacionalismo exacerbado), por supuesto todos lo rechazan de forma unánime. Aparece como un fantasma, un tabú, algo oscuro y obsceno que empaña el pasado de cualquier alemán y el concepto mismo de Autocracia. Aún cuando sería posible tener una Autocracia sin la necesidad de cometer crímenes contra la humanidad. Lo que el mundo entero rechaza del Nazismo es la limpieza étnica, pero ese rechazo se ha contagiado al resto de teorías políticas, sociales, económicas... del nacional-socialismo. Como también ha ocurrido con el Comunismo, el Fascismo, el Anarkismo... Hoy día, parece que la única forma de no cometer crímenes, es no tener ideas políticas, ser sólo un individuo.


Recientemente me he tragado las 3 partes de "El Padrino". Aquí también existe un grupo "autocrático", pero los lazos entre sus miembros son distintos, son lazos de vasallaje, de correspondencia, familiares...También está el dinero, que aunque se utiliza para entablar y reforzar relaciones, queda segregado al apartado bien diferenciado de los negocios.
La estabilidad del sistema y la cohesión del grupo se basa más en el lideraje, ganado, merecido... El Padrino es respetado por todos y es un verdadero lider, tiene una forma de hacer, unos valores, sabe elegir a sus colaboradores más cercanos y mantiene una actitud partenalista hacia el resto de miembros de la Familia.

Obviamente la violencia juega un papel muy importante: En el ámbito personal/social como herramienta de venganza;  en los negocios, sistemáticamente. Se administra de forma justa acorde a los cánones del honor siciliano, frente a la del Estado que está corrupta, acorde a los cánones capitalistas. El temor a sufrir la venganza de El Padrino refuerza la conducta leal.

"Sangre por sangre", "la violencia sólo engendra violencia" y el único que puede detener esta espiral es alguien con autoridad.
En fin, en este caso, a la fuerza del grupo se opone la desventaja de cómo evitar la espiral de violencia, sobre todo ante los crímenes de sangre. En los Estados modernos se ha solucionado, con la capitalización del aparato represor (policía y ejército) y una justicia "independiente".
El Padrino es una peli de contrastes: EEUU Vs Sicilia, Estado Vs organización criminal, familia Vs individualidad... Una obra maestra.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Mirando al mar
 

 
Los Iframes: extrañas puertas a otros mundos....

viernes, 4 de noviembre de 2011

Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?

Seguro que en más de una ocasión te has pasado todo el día  delante de tu computadora, ipad, iphone... hiperconectado a Internet, leyendo noticias, actualizando el facebook, twitter, o quizá tu blog, chateando, buscando entradas de cine, ofertas de empleo, canciones en el spotify, vídeos en youtube... Todo a la vez ¿por qué no? Y has acabado con la impresión de no haber hecho nada, de no haber acabado nada, deseando volver a conectarte porque estás teniendo un montón de ideas mientras acurrucas tu cabeza en la almohada.

Yo he experimentado estos síntomas de rata de laboratorio, pulsando F5 para recibir mi recompensa. Y, al parecer, no soy el único.

La pregunta es: ¿Esto es malo?
Leerte el libro no te va a dar la respuesta, pero analiza de forma amena los cambios que está introduciendo el uso y/o abuso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación en nuestras vidas.
Y el principal efecto que denuncia el autor es que nos volvemos superficiales, que no profundizamos, que estamos todo el rato de aquí para allá, leyendo transversalmente, pulsando en el siguiente hipervínculo, o saltando al nuevo correo, contestando el chat... En este ajetreo sin tregua, es normal que nuestro pobre cerebro no de a bastos para fijar el contenido.
Utilizando las tan socorridas analogías informáticas, estamos todo el rato tirando de RAM, de micro y de tarjeta gráfica, porque hay muchas imágenes, mucho flash, vídeo... es todo muy seductor. Al desconectar, no hemos guardado nada en el disco duro. Pero no importa, porque todo está en la Red y podemos acudir a ella siempre que lo necesitemos.

Nuestro cerebro no es un ordenador, y estos comportamientos dejan su huella física. El cerebro es un músculo plástico, moldeable. Ejercitarlo en el arte de navegar en la web va en detrimento de otras de sus capacidades, como: la concentración, profundización y elaboración de un pensamiento crítico integrador de todas las experiencias y conocimientos del individuo.

Perdemos profundidad, memoria y capacidad de concentración. Pero ganamos en rapidez a la hora de tomar decisiones, con un solo vistazo sabemos si el contenido nos interesa y vamos cerrando el círculo de nuestra búsqueda. También ganamos en nuestra capacidad de inmersión en un nuevo contexto, aunque sea por un espacio de tiempo breve.

En cierto modo, se produce una atrofia del músculo, como cuando el leñador pasó del hacha al motosierra. La herramienta se convierte en una extensión más de nuestro cuerpo y este ha de adaptarse a ella. Así conseguimos ser más eficientes, pero también más mecánicos. Tareas que antes pudieran parecer divertidas, interesantes o artesanales, se convierten en pasos fijos y calculados, nos alienamos.

El autor, también hace un repaso por todas las tecnologías del conocimiento, lenguaje oral, escritura, imprenta, el libro, el reloj... y los relaciona con los efectos en nuestras mentes. A la vez ofrece ejemplos de experimentos relacionados con cada aspecto y anécdotas de personajes históricos, como la que narra el cambio en el estilo de Nietzsche cuando pasó a utilizar la fría y rígida máquina de escribir.

Internet nos ha dado mucho, eso es innegable, inmediatez en los trámites y el acceso a la información, en las comunicaciones... Pero no hay comida gratis.


Mis apreciaciones sobre el libro de Nicholas G. Carr "The Shallows: What the Internet Is Doing to Our Brains"