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domingo, 29 de octubre de 2023

De vivir en pisos al hogar

Hacía mucho tiempo que no iba por Madrid. Es realmente un lugar que no echo de menos. Hay algunas cosas de allí que me gustan: el Reina Sofía, el Retiro y la gente que conozco. Mi hermana y su novio habían hecho algunas reformas en el piso y queríamos verlas. Yo estuve 10 años viviendo allí, a partir del 99 ¡Cómo pasa el tiempo! Siempre me pareció que las cosas de aquellos pisos de la capital eran muy robustas, que se hacían para durar: los radiadores, las puertas, los muros, el parquet, el gas ciudad... Pero todo pasa, las modas cambian, nos hacemos mayores.

Siempre tuve una sensación de guarida en aquel piso. La ciudad es un continuo bullicio, pero cuando entras allí, te aíslas de todo. Es como si el tiempo se detuviera. Un primero interior, en el que apenas tienes la referencia del sol -sólo durante una hora algún rayo se asoma por el patio más grande-. El contraste entre dentro o fuera es brutal. De hecho, cuando volvemos por Madrid, prefiero estar fuera. He estado en otros pisos, en bloques grandes de la capital y es continuamente esa misma sensación de aislamiento -aunque sean pisos exteriores- y calor -la calefacción siempre está demasiado alta-.
Lo asocio mucho a la resaca. Salir, beber, meterte allí y despertar en una extraña desubicación epacio-temporal.

En Barcelona también viví en pisos, pero todo parecía más precario, más de chichinabo -de ñigui ñogui-. Pero claro, también mi situación era más precaria que cuando estudiaba y todo lo financiaban mis padres. Aunque, más que a la precariedad, lo achacaba a que la climatología es más agradable y las viviendas se proyectan más hacia el exterior. El caso es que, en Barcelona, aún estando dentro de los pisos, me sentía más conectado con el entorno, con la lluvia, el viento, las gaviotas, el murmullo de la calle, la humedad, el frio... Eran pisos exteriores, de bloques pequeños. Me encantaba asomarme a la ventana o el balcón y ver qué ocurría fuera.

En el pueblo también vivo en un piso y la sensación es similar a la de Barcelona. Pero aquí la conexión es principalmente con el campo -no hay bullicio de ciudad ni paso de personas que observar desde el balcón-. Desde la ventana veo el Castillo, la siembra crecer, las hojas de la parra caer, los limones madurar... Y al gato: que parece disfrutar de mi compañía, aunque sea al otro lado del cristal.

Cuando voy a Granada suelo alquilar un airbnb -paga la empresa-. Pisos impersonales con el mínimo mobiliario. No me gusta estar dentro mucho tiempo: dormir, cagar, una ducha y a la oficina o la calle. Granada es una ciudad muy bonita y la gente muy simpática. Son pisos que se alquilan para sacarse un dinero, viviendas temporales, a lo más: pisos de solterx.

Yo no soy una persona muy exigente con las viviendas, al final paso mucho tiempo en las pantallas, en mundos virtuales. Tampoco disfruto excesivamente de los espacios cerrados. Así que entiendo a los cavernícolas cuando pintaban las paredes de sus cuevas con escenas de caza y recolección. Para mí, lo que hace de algo un hogar, es llenarlo de objetos personales y bizarros... y encender un fuego dentro -aunque sólo sea el de la cocina de gas-.

jueves, 6 de mayo de 2021

Pablemos

La moción de censura en Murcia, que tuvo como consecuencia la convocatoria de elecciones en Madrid -y la salida de Pablo Iglesias de la vicepresidencia del gobierno para presentarse como candidato por la comunidad-, finalizó con Pablo fuera de la política.

Realmente, el resultado de Podemos en las autonómicas no fue tan malo -pero Pablo esperaba más-. Muchos votantes de izquierda ya lo veían venir: se comentaba su giro al centro, su excesivo protagonismo -era común referirse a su partido como Pablemos-, la disolución del núcleo inicial... 

Dejó mucho decepcionado en ese camino meteórico que comenzó con la canalización del descontento del 15M en una salida institucional -entrando primero en el parlamento europeo, después asaltando las municipalidades, hasta convertirse en un partido clásico que ha conseguido formar parte del gobierno-.

Leía una cita de Antonio Escohotado en la que decía "La casta política es el peaje que debemos pagar por la democracia".
La cita es abiertamente provocadora -Escohotado e Iglesias tienen sus rifirrafes intelectuales-. Pero creo que es difícil negar que Podemos se ha convertido en "casta" -de hecho, hace años que sus miembros no utilizan ese término-. Pero, además, se pagan otros peajes: el acotamiento de acción de los gobiernos, o unos discursos simplistas y campañas centradas en lo simbólico -más que en las condiciones materiales reales-.

Así, a medida que se adentraba en las instituciones, el programa de Podemos se fue aproximando al centro representado por pp-soe, aunque con alto componente social y énfasis de lo público.

Ya asentados, su discurso se enfocó en acabar con la corrupción y el establecimiento de mecanismos de transparencia. Quizá sea este uno de sus mayores logros -junto con la ruptura del bipartidismo y la alternancia de poder-. Pero, una vez solventados esos problemas: su relato se acabó. Se convirtió en una opción política más -diría que eso ocurrió en el momento mismo en que decidieron entrar en el gobierno-.

 

Sin duda, la irrupción de Podemos en la escena política, ha beneficiado a nuestra democracia representativa. Seguramente sus logros nos parezcan ínfimos, si los comparamos con la ilusión inicial de alcanzar una democracia real. Pero no hay que olvidar que Podemos surgió de la nada, del proyecto imaginado por gente de a pie, gente que trabajaba para ganarse la vida.
El sistema se puede cambiar desde dentro, pero hay límites que no te va a dejar traspasar. Otro de los logros de Podemos ha sido presionar esos límites y ponerlos en evidencia.

A mí me parecen legítimas estas críticas que se hacían a Pablo Iglesias y su partido. Supongo que, cuando estás en el poder, debes aprender a encajarlas e ignorarlas: es el precio que pagas por convertirte en "casta". 

Pero una cosa son las críticas en aspectos morales, formales o políticos y otra cosa es el acoso a que se le ha sometido desde que entró en el gobierno. Un acoso en lo personal que, desde luego, va mucho más allá de su dimensión política. Sí, es una persona que genera odio entre la derecha española -tanto como lo hace el lenguaje inclusivo-. Una actitud que recuerda mucho al bullying que los niños reproducen en los colegios contra otrxs niñxs. Supongo que responde a ese rechazo tan español hacia quien asciende meteóricamente: -No puede ser. Tú eres un comemierda como nosotros. No te puedes codear con el presidente. Vuelve a tu agujero en la universidad!

Imágenes extraídas de internet. Del primer Pablo Iglesias, a la caricatura grotesca que se representaban sus haters

 

Seguramente, Pablo Iglesias no debería haber entrado en el juego de vox, ni en esa dialéctica de la clase obrera enfrentada a cayetanos y fascistas -ya sabemos que están ahí, no hace falta señalarlos todo el rato-. La gente no quiere oír hablar de eso. Vivimos en una sociedad líquida, postmoderna, sin hilos que guíen el relato de la historia. Preferimos que nos regalen los oídos con la terracita, la cervecita, el centro comercial... mientras el resto del tiempo estamos jodidos trabajando, chupando atascos, sin proyecto de vida, sin ilusión... Pero que no nos llamen pobres de mierda -como poco: clase media-.

La campaña madrileña ha sido bastante repugnante. Una especie de gallinero donde todos intentaban cacarear por encima de los demás. Retorciendo los argumentos, tratando de culpar al otro de lo mismo que lo acusaban -Rebota, rebota y en tu culo explota-.
Supongo que, cuando el ayusismo rompió el tabú sobre vox y lo puso en el tablero político -en igualdad de condiciones-, vox decidió que podía jugar también a los memes y a ridiculizar la figura de Pablo Iglesias -para que no se escuchara su voz-.
En algo que recordaba a aquella ocasión en que los diputados del pp no dejaban hablar a Labordeta y no tuvo más remedio que increparles:

"Ustedes están habituados a hablar siempre porque aquí han controlado el poder ustedes toda la vida. Y ahora les fastidia que vengamos aquí las gentes que hemos estado torturados y reprimidos por la dictadura a poder hablar. ¡Eso es lo que les jode a ustedes! ¡Coño! Y es verdad, ¡Joder!"

La dictadura ya nos queda lejos. También esa retórica de rojos y nacionales. Pero es verdad que les jode. No les jode que lxs hijxs del obrero tengan estudios, diseñen sus edificios, sus programas informáticos, que hagan cine, o den clases a su prole en la universidad... Lo que les jode es que se metan en sus instituciones, les hablen de igual a igual y que, además, las gestionen mejor que ellos ¡Coño! Y es vedad ¡Joder!


Se ha retirado con dignidad, consciente de que la sociedad lo tenía enfilado y se había convertido en un lastre para su propio proyecto. Estoy convencido que volverá, estaba demasiado metido en la actividad política, le vendrá bien tomar posiciones en lo teórico, pergeñar nuevos proyectos... Y, como cantara Julio Iglesias

"Al final las obras quedan las gentes se van.
Otras que vienen las continuarán.
La vida sigue igual.
"


viernes, 19 de marzo de 2021

La política como espectáculo y las elecciones madrileñas

La política, en tiempos pandémicos y de aislamiento social, se ha convertido -más que nunca- en un espectáculo. No hay conciertos masivos, apenas representaciones teatrales... Todo ocurre en las pantallas -la política también-.
Y la política tiene tramas rocambolescas, giros inesperados de guión, personajes de lo más variopintos... Un reality transmitido en todas las televisiones, radios, redes sociales y periódicos en prime time.

Hay quien denuncia que la política se encuentra cada vez más vacía de contenido. Y es verdad. En el escenario político apenas se dirimen cuestiones relevantes sobre la organización social y del trabajo. Los gobiernos -a cualquier nivel- se limitan a actuar como gestores de lo público, como un comité de empresa parlamentario, encargado de hacer crecer la compañía. El modelo capitalista de consumo no es cuestionable. Las directrices a seguir se marcan desde organismos supranacionales -Bruselas y el Banco Central, en el caso europeo-, para configurar una estrategia eficiente en el tablero global de los bloques económicos y áreas de influencia: China, EEUU, Rusia, América latina...

Así que, la política nacional española, juega su partida en el plano de lo simbólico -la pose-: unos se dicen socialistas, otros comunistas, otros nacionalistas... Haciendo referencia a los grandes movimientos del siglo pasado. Movimientos que realmente canalizaban el deseo y las pasiones, con enorme potencial transformador -y capaces de desatar tremenda violencia-. Parece que el precio pagado por no padecer guerras ha sido el vaciamiento de la política y su transformación última en espectáculo.

 

Una moción de censura en Murcia acabó con la convocatoria de elecciones en Madrid y el abandono de la política nacional de Pablo Iglesias para concurrir como candidato autonómico -ni los guionistas de Breaking Bad, oye-.

La gran favorita en esta interesante competición por hacerse con el gobierno de Madrid es Esperanza Ayuso -no, Isabel... creo que se llama Isabel-. Al principio de su mandato estaba algo insegura, cohibida... Pero ahora está en la cresta de la ola, se encuentra muy a gusto en sus posiciones neoliberales en lo económico y burgueso-patronales en lo moral. Le encanta provocar y dar titulares, las mofas de la izquierda no hacen sino fortalecerla. En uno de los últimos titulares que nos ofreció -ante el golpe de efecto de Iglesias- decía: "Pablo Iglesias está acabado...". Lo peor de todo es que, seguramente, tenga razón 😅

Imagen extraída de El Mundo

Ayuso representa al jugador que apuesta, arriesga y derrocha. La actitud fanfarrona del -¡A que no hay huevos! -Que no hay huevos... ¡Venga! Sujétame el cubata!
A los castizos -esos provincianos que viven en Madrid y creen que Madrid es España "dentro de España"- les encanta esta esta actitud y jalean su boca chancla. Les hace gracia todo aquello que demuestre que el éxito en lo académico no conlleva éxito en lo económico -o en lo político- ¿Qué importa si no se expresa con propiedad o la caga cada vez que habla? Lo que importa es que defiende sus intereses -reales o imaginados-. Haciéndoles soñar con la posibilidad de ser libres y ricos -aunque sus condiciones materiales sean más acordes a las de un esclavo-. 

Ante el ayusismo, el Podemos de Pablo Iglesias da bajón. Es gente con pintas estrafalarias que hace una política seria -como debe ser-, teniendo en cuenta todos lo sectores y poniendo el foco en los más desfavorecidos. Buscando un equilibrio dentro del capitalismo de consumo que no deje a nadie sin los recursos más básicos para la vida. Si el lema del PP de Ayuso es: "Primero libertad y luego todo lo demás". El lema de Podemos sería justo lo contrario: Primero las necesidades básicas de todes y luego lo demás. 

Hace unos años, después del 15M, Podemos tenía el potencial transformador y revolucionario. Permitió hacer soñar a la gente con otro mundo posible, más colaborativo, menos competitivo. Entonces canalizaba el descontento y los deseos de la gente. Y consiguieron grandes cosas: de la nada se abrió paso en las instituciones y rozó ciertas cotas de poder. Creían que podían cambiar el sistema desde dentro -es cierto que el sistema permite margen de maniobra- y presionaron sus límites. Pero el sistema tiene sus propios mecanismos para protegerse y fagocitar. Y Podemos ya está fagocitado, forma parte del espectáculo. Ha llegado hasta donde le estaba permitido llegar. Ahora sólo puede luchar por mantener sus posiciones de multipartidismo, procesos participativos y transparencia -un imaginario triste, como el ocio con toque de queda y mascarilla-.

Mientras, el ayusismo irresponsable se ha marcado un lema muy chulo: "Comunismo o libertad". Una burda transformación del clásico "Socialismo o barbarie". La barbarie que nos remonta al mito imaginado por una suerte de darwinismo que se utilizaba para justificar el libre mercado. Una barbarie donde el individuo lucha con todas las artimañas posibles por su supervivencia. Esa es la libertad que defienden las derechas: la renuncia a que los humanos podamos superar el individualismo, coordinarnos, cooperar y canalizar el deseo hacia otros mundos posibles. Esa libertad del pelotazo es el nihilismo del sálvese el que pueda y el que más pueda se salve más. La libertad de la sociedad del riesgo. Y han conseguido vestir de revolucionario ese discurso trasnochado de capitalismo salvaje que lleva produciendo crisis, guerras y miseria desde hace varios siglos.
Vamos, que ni la caricatura más grotesca de Podemos se acerca al comunismo, ni en los mejores sueños del PP hay atisbo de libertad.

miércoles, 31 de octubre de 2007

Preso

Me matan los duendes del aburrimiento
me clavan podridos alfileres en los ojos.
En la cabeza sucios trapos y despojos
sujetan un vacío adormecimiento.

El cuerpo lleno de droga del no saber vivir.
Eso me ha enseñado tantos años por Madrid.
Des-almado producto que se autogestiona.
un grumo que se resiste en la batidora.

Clamo por un Fin,
un entretenimiento.
Sólo resistir?
Ser lo que Quiero.
Traer a este confín
mis castillos en el cielo.

Bailarinas enturbian mi cabeza
mientras escupo y se me pone tiesa.
Orgías, borracheras, bacanales...
y ningún amor al que aferrarse.

Ya no quedan cielos azules,
que asemejar a sus ojos dulces,
ni esperanzas en mundos mejores.
Sarcasmo, odio y rencor
manchan de negro colchones
teñidos de fuego y amor.

Atmósfera tan viciada
cual madriguera de alimañas.
Feromonas que embotan
cual ciénaga cancerosa.

La mirada perdida,
como el que mira al mar,
como el que ya no sabe recordar.

Oníricas gaviotas entonan un canto
que subyace en recóndito lugar.
¿Tú querías volar?