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viernes, 9 de febrero de 2024

Estampas de invierno

"Por San Blas la cigüeña verás y, si no la vieres, año de nieves". Y "año de nieves, año de bienes"... Y podríamos seguir ensartando refranes, uno detrás de otro -como hiciera Sancho Panza-, hasta darnos cuenta de ya no tienen sentido. No porque no vengan a colación, sino porque el mundo que habitamos ha cambiado. Y estas reglas mnemotécnicas, que sintetizaban estadísticas meteorológicas sedimentadas durante generaciones, ya no aciertan. Las cigüeñas se quedan entre nosotros pasando el invierno -que se ha convertido en un breve impasse entre el otoño y la primavera-; y, en las estaciones de esquí, tienen máquinas que escupen la nieve que ya no llega de forma natural.

Pero lxs danzantes de Garbayuela lo hacen muy bien: su entre chocar de palos sigue asemejando el castañeo del pico de la cigüeña y la alegre musiquilla nos lleva por los senderos llenos de vivos colores de la primavera.
 
Fiesta de San Blas. Garbayuela 2024.

 
Hoy me invitaron de nuevo a ir con lxs niñxs de 5º y 6º a plantar encinas a nuestra Dehesa... Van unos cuantos años ya, pero este había una sorpresa especial: una encina -de alguna campaña anterior- estaba viva! Y menuda fuerza tenía la tía!
Es dura la vida de encina en la Dehesa, sobre todo cuando son tan pequeñas y vulnerables. Esta conservaba su protector. De forma milagrosa había sobrevivido al último incendio -y a dos veranos de calor extremo-. Ahí, sola, aferrándose al terreno, extendiendo sus raíces, sujetando el suelo, sin posibilidad de huir.
Hay vidas que valen mucho, como esta. Y no es por su precio o su utilidad. Es por la esperanza y el abanico de posibilidades que proyectan: una vida joven entre encinas viejas y troncos secos, el renuevo generacional, la continuidad de un paisaje construido con el trabajo de muchas generaciones, el llenarse de una Dehesa vaciada... Pero no un llenarse de cualquier cosa, sino un llenarse de lo suyo, de lo que le da su identidad.
Así que, hoy, la vida en la Dehesa no era dura. Era pura alegría: niñxs correteando por aquí y allá -azada en mano-, la hierba verde, las flores, el agua... Hoy, quizá, cobraba sentido sufrir y padecer los rigores del verano, sólo por poder asistir a ese espectáculo de luces, olores y color -esperanza-.
 
Plantabosques cole. 8 de febrero 2024
 
La verdad que en otoño hubiese sido mejor época. Pero al final estas cosas cuesta organizarlas, hay que hablar con mucha gente: ayuntamiento, cole, asociaciones, viveros... Afortunadamente las personas que han pasado, y quien está ahora al cargo de una cosa llamada "Ciudades saludables" -un puesto de carácter temporal en el ayuntamiento-, se implican mucho en esta actividad y acaba saliendo adelante. Pero es algo que parte prácticamente de la iniciativa personal de quien se encuentra en esa plaza. Yo algún año me encargué de coordinarlo y es bastante follón para alguien que no está vinculado al ayuntamiento. 
Yo siempre que puedo colaboro. Me parece que la Dehesa es una construcción humana que además de bonita y llena de vida es muy útil -en un montón de planos, no sólo el económico- y acercarla a los niños y presentarles los problemas que la amenazan siempre está bien, además lo disfrutan un montón. Y bueno, la idea es que la conozcan, porque una vez que conoces la Dehesa es imposible no amarla por su belleza y complejidad. Quizá consigamos que las próximas generaciones la tratan mejor de lo que lo han hecho las nuestras.

jueves, 16 de marzo de 2023

Peloche y la independencia

Buscaba información de Peloche y me encontré con esto en la Wikipedia 

"En el año de 1939 este municipio desaparece porque se integra en el municipio de Herrera del Duque..."

Una frase lapidaria: el municipio desaparece, deja de existir... Antes era un pueblo, con su ayuntamiento y sus movidas y, de repente, se convierte en un barrio residencial, o una suerte de resort turístico y reserva de exótico folklore -porque, si buscas en internet, se nos desvela como un destino de playa de agua dulce y sus tradicionales danzantes en la festividad de San Antón-. Internet se nos ofrece siempre raudo y veloz a proporcionar su particular visión de las cosas, una visión fresca, actual y atractiva -para los de fuera, porque internet nos muestra la realidad siempre desde fuera, desde un universo exterior virtual-. Pero, en lo que concierne a lo real, a sus vecinos: ¿Cuándo desapareció Peloche?

No parece que fuera algo repentino. En los últimos años de su historia ha sido  como el río que baña sus inmediaciones, el Guadiana: que aparece y desaparece y que, ahora, se encuentra oculto bajo los turbios pantanos apuntalados durante la dictadura.

Peloche tiene su iglesia, sus tradiciones, sus bares, su cementerio y su propia identidad. Salta a la vista que es un pueblo en sí mismo. Aunque haya sido desposeído de sus órganos de gobierno y de su territorio -con la disolución de su término municipal en el de Herrera del Duque y la construcción del pantano que inundó sus mejores tierras-.


La primera desaparición de Peloche que he encontrado documentada ocurre 

"En cumplimiento de una Real orden de 23 de octubre de 1867, la Diputación de Badajoz presentó el día 2 de enero de 1868 un anteproyecto para suprimir algunos distritos municipales y pueblos menores de 200 vecinos, según el censo de 1860.

Estas uniones se harían respetando el partido judicial y la diócesis a la que pertenecía cada pueblo. Dentro del partido de Herrera del Duque, Peloche, que tenía 137 vecinos*, se agregaría al ayuntamiento de Herrera (Comprendía el término municipal de Peloche 16 kilómetros y medio de circunferencia y 6 aproximadamente de diámetro. Tenía mancomunidad de aprovechamiento de pastos con Herrera, y un pósito con 400 fanegas de trigo. Los productos de los pastos que le fueron señalados, cuando se separó de Herrera, eran suficientes para cubrir sus presupuestos.)

Del capítulo Propuesta para hacer mancomunidades y suprimir ayuntamientos menores de 200 vecinos. Calderón López, Fernando (2021). La Siberia Extremeña. Crónicas del Siglo XIX. Gráficas Diputación de Badajoz

*Aquí, "vecinos", quiere decir unidad familiar o cédula de inscripción (Peloche tenía según el censo de 1860 137 vecinos que, en realidad eran 482 habitantes)


Más tarde, la Ley Municipal de Términos Municipales y de sus Habitantes de 20 de agosto de 1870 elevaba a 2000 el mínimo de habitantes para constituir un municipio. Y hasta 1924 no apareció una ley que eliminara la limitación de habitantes para constituir ayuntamiento*.

*Según el documento: Pons-Portella, Miquel (2016). Población mínima de los nuevos municipios: estado de la cuestión tras la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local. Revista De Estudios De La Administración Local Y Autonómica

 

Así que, desde 1868 hasta 1924, la legalidad estatal no fue favorable a la independencia de Peloche. Sin embargo, parece que los pelochos se las ingeniaron para funcionar como municipio después de ser subordinados a Herrera del Duque en 1968. Ya que no parece que la anexión de Peloche a Herera llegara a hacerse efectiva o, si lo hizo, debió ser durante un período muy breve de tiempo. por lo que comentaremos en los párrafos siguientes y por los datos del INE.

Evolución de la población de Peloche según el INE. No aparecen datos en 1842, pero tampoco he encontrado indicios que apunten a que Peloche no fuera un municipio en sí mismo en esa fecha y fechas anteriores. 

 

En la Gaceta de Madrid número 34 del 3 de Febrero de 1934 se habla de 

"que la Diputación provincial de Badajoz dictó en 4 de Noviembre de 1898 suprimiendo el Ayuntamiento de Peloche [...] manifestándose en la Real orden de 1924 que el acuerdo de supresión que se confirmó en 1899 no se había cumplido hasta la fecha [1934] por el Gobierno civil de Badajoz.

Vamos, que en 1898, Peloche era, de facto, independiente y había seguido funcionando con autonomía, al menos hasta 1934 (porque la orden confirmada por la Diputación de Badajoz en 1899 de anexionarlo a Herrera no se había ejecutado).

De todas formas todo este período parece bastante turbulento, como confirma otro párrafo del texto de la Gaceta de Madrid número 34:

"La confusión sobre la existencia o no del Ayuntamiento de Peloche era general y alcanzaba a las Autoridades que con su actuación daban motivos para dudar de ella. Asimismo en el Censo del Instituto Geográfico ce­rrado en Diciembre de 1930, aparece el pueblo de Peloche constituyendo Ayun­tamiento, y el propio Gobernador civil convocó a elecciones de Concejales del Ayuntamiento de Peloche para el 12 de Abril de 1931".

 

De los años posteriores a 1934 sólo he encontrado esta nota al pie de página en el artículo La Siberia extremeña (1927-2017) de Juan Rodríguez Pastor:

"[...] el 15 de enero de 1937, en Castuera, el alcalde de Peloche, Benito Calderón, consiguió una orden del Gobernador concediendo a Peloche su independencia de Herrera (tras la guerra se deshizo la acción)".

La guerra empezó en el 36 pero las tropas del militar golpista no se hicieron con el control de Herrera y Peloche hasta prácticamente terminada, en 1939, momento a partir del cual Peloche nunca recuperó su independencia. Con franco todo quedó "atado y bien atado".


Con la democracia los pelochos realizaron algunos intentos de recuperar su autonomía, pero fracasaron. 

 ***************

Van ya varias generaciones que nos hemos criado con la cantinela de que Peloche es una pedanía de Herrera -y la de que, el lema "Peloche manda", es una chiquillada-. Sabemos que resulta un tanto incómodo para los pelochos, así que, los de Herrera, no nos jactamos de ello. Y no es sólo por respeto hacia nuestros vecinos, es porque sabemos que el poder político se ejerce de forma arbitraria, que responde a intereses diferentes a los de la población, que nadie está libre y que, si Herrera tiene su autonomía, no es porque la gente de Herrera sea más fuerte, más lista o haya luchado más, es porque otras instancias superiores -Diputación, la Comunidad Autónoma, el Estado...- así lo han decidido, o lo han estimado oportuno para sus intereses.

Peloche en 1957 y en la actualidad. Imagen extraída del portal Infraestructura de Datos Espaciales de Extremadura

 

En los últimos dos o tres siglos -en los que empezaron a conformarse los Estados modernos- el poder se ha ejercido siempre desde arriba hacia abajo, tanto en democracia como en dictadura -al capital no lo importan mucho los detalles de cómo se acceda al poder, mientras ese poder se ejerza y haga seguras sus transacciones-. Es sintomático cómo este tema de la independencia de Peloche continúa siendo en la zona una suerte de tabú del que nadie habla, permanece oculto, cancelado, como si no fuera relevante para nadie... Quizá, porque si se hablara, habría que actuar y, en nuestras democracias, los que actúan son los que están en las instituciones... Hasta eso nos han robado: la posibilidad de hablar, de organizarnos, de negociar y llegar a acuerdos.

Podemos afirmar, sin mucho problema, que la historia del capitalismo va de la mano de la historia de los Estados modernos, no se entienden los unos sin el otro. Y es esta una historia de desposesión. Desposesión de la autonomía de las gentes, acumulación de riqueza, monopolio -de los medios de producción, de la violencia, la cultura...-. Peloche es un ejemplo de todo esto: de acumulación y centralización de poder político, ordenación del territorio y construcción de mega infraestructuras para sostener el entramado Estado-Capital. 

Ahora Peloche tiene 257 habitantes... Y bajando. Como le ocurren a Herrera y el resto de pueblos de la comarca. No es la España "vacía", es la España "vaciada", desposeída y sacrificada para lubricar los nodos y vías por las que fluye el capital. Que no nos resulte extraño que, los mismos que se encargaron de vaciarnos -capital e instituciones-, se alíen ahora para llenar esto de cualquier cosa: minas, turistas, casinos o plantaciones de placas solares.


PD: gracias a las pelochas Isabel y Maripaz que me proporcionaron material e hilos de los que tirar.


sábado, 9 de julio de 2022

Relaciones de poder y ruralidad

Señalaba Foucault que el poder se ejerce sin violencia, de forma sinuosa. En cuanto se utiliza la violencia ya no hablamos de relaciones de poder, serían relaciones de sometimiento, esclavitud... Pero lo más importante en estas relaciones de poder es que se distribuyen ampliamente por los diferentes ámbitos y capas de nuestras sociedades: familia, asociaciones, instituciones educativas, gobiernos... De alguna manera, las relaciones de poder son inherentes a nuestra vida en sociedad. Como para Freud era inherente el que existiera cierto malestar -tenemos que retener y sublimar nuestras pasiones y deseos: no podemos estar fornicando con todo lo que se cruce en nuestro camino-.

Pero el que sean necesarias no quiere decir que todas las relaciones de poder sean positivas -de la misma manera que para Freud un mal equilibrio en la sublimación y represión de las pasiones llevaba a la histeria, la enfermedad o el rechazo social-. Quizá, ahora, que somos muy dados a señalar relaciones tóxicas, tenemos más fácil identificar esas otras relaciones de poder que no son las que se han documentado en los libros de historia: el poder ejercido desde los gobiernos.

El poder ejercido desde los gobiernos es quizá el más espectacular, por sus consecuencias transformadoras: en los paisajes que habitamos y, también, en nuestros comportamientos y relaciones con los demás. Es un poder que, además, puede tirar de violencia -leyes, policía, inspectores...- y represión -cárcel, palizas, multas...-. Es más que un poder y, como dijo el Tío Ben a Spiderman: -Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

Con la democratización de nuestras sociedades, se ha intentado ir reduciendo la intervención de la violencia en las relaciones de poder que se ejercen desde los que ostentan los cargos públicos hacia la población general. El primer paso es hacer responsables a los ciudadanos de la elección de quienes les gobiernan y, en general, hacerles partícipes de las decisiones de gobierno -casi siempre de forma anecdótica, no vinculante o controlada-. Se trata más bien de crear una imagen o apariencia de participación, estabilidad, altos niveles de consumo, bienestar... Que eclipsen la conflictividad social.

Pero la conflictividad existe. Y se hace patente cuando el poder tiene que recurrir a la violencia para materializar, por ejemplo, sus proyectos urbanísticos. Unos proyectos que, como ya hemos comentado en otros posts de este blog, están determinados por cómo ven el mundo las capas dirigentes y cómo les gustaría que fuera. Un mundo que ven desde los despachos, las reuniones, los viajes, el lujo... Un mundo universal, globalizado, en el que todos somos turistas y visitantes de cualquier lugar. Con todas las connotaciones de clase y exclusión que tiene ese universo turistificado y tecnificado.


Siguiendo en la línea de higienización y modernización del entorno rural, el ayuntamiento de nuestra localidad decidió cepillarse un montón de árboles para remodelar el camino de bajada al cementerio -unos 50 árboles que contaban con unas décadas a sus espaldas y que habían conseguido, a duras penas, adaptarse al entorno y a las podas absurdas que se les realizaban-. Quizá, previendo que también los gobernantes pasarán por ese camino al más allá, como los faraones del antiguo Egipto se cuidaban de construir una gran pirámide, los de ahora se cuidan también de modelar los espacios públicos acorde a sus gustos suntuosos para trascender la historia.
Lo curioso del caso es que el nuevo proyecto también contempla la existencia de arbolado -pero el que ya estaba no era lo suficientemente bueno-. En un espacio absolutamente diáfano, en el que cabrían millones de posibilidades, se opta por quitar lo poco que existe para dejar el lienzo en blanco e inmaculado. La violencia de los gobiernos es también esa: un desprecio absoluto a lo que ya existía, al trabajo de generaciones anteriores, y a las características del entorno, para plasmar proyectos absurdamente nuevos y modernos, con los que no mantengamos ningún arraigo, en los que nos sintamos seguros, sin sorpresas ni irregularidades, lugares cualesquiera -según las modas y gustos del ciudadano universal-. No lugares, donde nuestra necesidad de diferenciación sólo sea posible a través del consumo.

Me daba pena ver los árboles cortados. La última vez que pasé por ahí fue para el entierro de mi abuela. Recuerdo que volví andando desde la puerta del cementerio hacia el tanatorio -para recoger el coche-. El lugar es horrible, un páramo seco donde aflora la pizarra a cada paso. Sólo los árboles proporcionaban cierta compañía. Resultaba un gran espectáculo que siguieran vivos -y con cierta entereza- en un ambiente tan duro y agreste.
Hay quien dice que se siembran cipreses en los cementerios para facilitar la subida de las almas a los cielos. A mí me gusta pensar que los árboles del camino del cementerio mantenían ese vínculo entre los difuntos y el pueblo, un camino tenue y efímero -que ya no existe-. Y se me antojó un acto de gran crueldad y violencia talarlos. Un acto que sólo puede darse si existe esa separación y aislamiento entre poderes y capas de la sociedad: entre el que ordena, el que se encarga de ejecutar la orden y los que reciben las consecuencias. Un acto que demuestra que la racionalidad técnica y política resultan mucho más dañinas que la racionalidad mágica o religiosa, en gran variedad de casos.

Mientras miraba por el retrovisor el espacio arrasado sentí pena, rabia y asco... Creo que no era el único que se sentía así. Seguro que Tío Ben tampoco aprobaba a los Spidermans de nuestro tiempo y lugar.


 


jueves, 12 de mayo de 2022

Peloche del río y la bandera azul

Ayer nos enteramos de que la playa de Peloche, junto con la de Puerto Peña y unas cuantas más de la cuenca del Guadiana -en la provincia de Badajoz-, habían obtenido la bandera azul. Todas ellas playas situadas en embalses de agua -pantanos-.

A muchos nos sorprendió la noticia, porque el referente que manejamos de playa de interior con bandera azul es Orellana. Una playa que está realmente bien, con gran cantidad de instalaciones y servicios para el ocio -puedes pasar un día completo y agradable sin salir del entorno-. Además, dispone de un agua bastante limpia, con unos niveles muy regulares -al encontrarse situada muy cerca de la cabeza de presa-. El agua se renueva a menudo, puesto que se utiliza para regar todas las Vegas Altas del Guadiana -que arrancan en Orellana- y que es la finalidad última con la que se creó todo este sistema de estrangulación y regulación del río. A esta playa acude gran cantidad de gente de todas las localidades cercanas. En temporada alta -Julio y Agosto- casi podríamos decir que se encuentra masificada. 

Lo primero que se me ocurrió pensar es que debían haber rebajado mucho los requisitos para obtener el calificativo de bandera azul -me voy a centrar en la playa de Peloche que es la que más conozco pero, seguramente, el análisis tenga puntos en común con algunas de las otras-.
Bien, esta playa no tiene la mejor de las ubicaciones: es una cola que ocupa el cauce de un arroyo -el Pelochejo- que se seca en verano y donde vierten las aguas sucias -ya depuradas- algunas localidades como Herrera. Así que, el agua no suele estar precisamente cristalina, depende mucho de las corrientes de aire y de cuánta gente haya en la orilla removiendo el fondo. Además, se encuentra en un pantano utilizado para regular el de Orellana, con lo que los niveles varían continuamente en plazos de días, más a lo largo del verano, que es cuando se riega en las Vegas del Guadiana, y más ahora que el agua embalsada en todo la cuenca es realmente escasa -este año se ha restringido la siembra de arroz, maíz y tomate, considerados los cultivos de mayor consumo de agua-.

A mí me gusta mucho bañarme en la playa de Peloche. Mis padres me llevaban de pequeño y ahora mis hijas lo siguen disfrutando. Y no sólo la playa de hormigón, cualquier rincón lleno de pizarras o barro también nos viene bien. Me parece un lugar paradisíaco. Pero también sé reconocer que mucha gente no lo ve así. Cuando llevas a alguien de fuera le suele dar asco. Se quedan sentados en la orilla mirando como retozas en las turbias aguas mientras se abrasan el trasero en el cemento -no soy tan mala persona y los llevo a últimas horas de la tarde, que es cuando mejor se está y, al menos, pueden disfrutar de unas puestas de sol realmente únicas-.
Incluso a la mayoría de gente de Herrera le da asco ese agua, muy pocos vamos allí a bañarnos. De hecho, si te das un paseo por Google Maps, verás que Herrera está trufado de piscinas particulares. La gente realiza verdaderos sacrificios por construirse y mantener una, teniendo la playa a pocos kilómetros e, incluso, dos piscinas municipales en la localidad -una de ellas cubierta-. 

La playa de Peloche, en el entorno del Espolón, se lleva construyendo desde hace décadas. El ayuntamiento empezó echando un poco de hormigón para facilitar el baño -así podías meterte sin las cangrejeras- y, progresivamente, se ha ido echando más hormigón, plantando árboles, ampliando el chiringuito, creando merenderos, arreglando el paseo hasta el Peloche de las casas... Las zonas de ocio del pueblo -el parque, la pista multideportes y la de futbol- se proyectan hacia la playa. Pareciera que todo se hacía para que los habitantes de Peloche y Herrera -y los forasteros que acudían a veranear- disfrutaran el entorno y tuvieran alternativas de ocio en unos meses que resultan especialmente aborrecibles -por lo desorbitado de las temperaturas-. Una mentalidad muy de los 80's y 90's. 

Pero la mentalidad de las capas dirigentes ha cambiado. Si antes todo se proyectaba hacia adentro -hacer más cómoda la vida de los que están aquí, o tienen vínculos directos con la zona-, ahora se proyecta hacia afuera: atraer a potenciales turistas que traigan divisas y generen trabajos precarios que nos permitan subsistir en la zona. La cosa se ha puesto jodida.
Esas capas organizativas y dirigentes de nuestros municipios se encuentran continuamente mirando al exterior, como si fueran el departamento de marketing de una empresa en crecimiento, tratando de proyectar una imagen seductora: de naturaleza virgen, biodiversidad y europeidad. Una imagen que nos resulta extraña, que incluso genera rechazo entre los que habitamos el territorio, entre los que mantenemos relaciones de interdependencia o vínculos emocionales con el mismo. Una suerte de contradicción que confronta con los deseos y anhelos de prosperidad económica que también nos asaltan.

Esa contradicción se apuntala en las condiciones materiales de los que habitamos el territorio. Unas condiciones materiales que añoran ese poner el foco en nosotros mismos, en nuestras propias alternativas para el ocio y disfrute: parques infantiles, zonas arboladas, lugares de reunión, fiestas, tradiciones, playas para los vecinos... Un retorno a una idealizada comunidad rural en que los niños jugaban sin peligro en la calle. La bandera azul está muy bien, pero no nos engañemos, es todo lo contrario a ese pasado idealizado: es un distintivo hacia afuera, un reclamo turístico... Una fantasía, un sueño húmedo quizá... Porque, como hemos apuntado antes: la situación de la playa no es la más idónea para quien venga a darse un baño de realidad en las turbias aguas de Julio y Agosto. Peloche no es Orellana -aunque las imágenes que se están difundiendo puedan hacértelo creer-. 

Peloche es un lugar maravilloso, casi mágico... Y debería tener su sello distintivo, pero creo que la bandera azul puede defraudar las expectativas de mucha gente: es un lugar remoto, mal comunicado y hay que hacer un esfuerzo considerable para acceder a él; no puede ocurrir que te encuentres el agua por debajo del cemento, el arrecife de algas, las sanguijuelas... y un señor que te pide dos euros por ocupar un recuadro de hormigón. 

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También es verdad que tengo serias dudas de que toda esta inversión de dinero público hacia afuera esté teniendo algún tipo de tasa de retorno -que realmente esté generando unos beneficios económicos superiores a los que se tendrían invirtiendo hacia adentro-. Porque sabemos, por otras experiencias a lo largo del litoral de la península, que el turismo genera trabajos precarios, desigualdad y contradicciones sociales -como puede ser: tener unas flamantes instalaciones de cara al visitante, mientras colegios, u otras infraestructuras básicas, se caen a trozos-. El visitante viene un día o dos y se lleva una grata experiencia. Pero el precio lo pagan los que se quedan aquí sosteniendo la proyección de una imagen que resulta dulce hacia afuera y amarga hacia adentro. Reforzando así el imaginario juvenil de convertirse también en turista de su tierra -emigrar-.

Foto tomada en la playa de Peloche - Junio 2016


sábado, 5 de febrero de 2022

Contra Elysium City

Este jueves se publicó en el DOE un documento por el que la Junta de Extremadura daba por buena la construcción del macro proyecto de ocio llamado Elysium, en el entorno de Castilblanco.
Para la Junta, el pequeño ayuntamiento de Castilblanco y gran número de vecinos todo son elogios y una gran oportunidad de llenar la España vaciada de "cosas".

Antiguamente Extremadura era el cortijo de los señoritos. Eso ha cambiado: ahora nos parecemos más a África -y no es por el calentamiento y la sequía, que también, sino por su aspecto colonial-. Somos un territorio a colonizar por las grandes empresas -nacionales y extranjeras-. Resultan muy golosos nuestros recursos naturales, agrícolas, cinegéticos, hídricos, mineros... 
-Aquí hay mucho terreno y está vacío, sin explotar. -Deben pensar las corporaciones.

Pero aquí vive gente con su propia cultura, identidad e intereses. Que no se hayan esquilmando los recursos no quiere decir que no se hayan explotado. Es sólo que se ha hecho de forma tradicional y racional -durante siglos-.
Quizá no existía una planificación ecológica explícita. Pero parece dudoso que, comunidades que vivían de su territorio, estuvieran dispuestas a destrozarlo y a negar su uso y disfrute a las generaciones venideras.

Los señoritos venían aquí y llevaban al límite sus fantasías de dominación y castración -todavía queda mucho de eso-. Y, cuando creíamos que no podía haber nada peor, nos llega el desarrollismo y la incorporación a los mercados globales. Se empieza a llenar el territorio de pantanos, canales, plantaciones de pino y eucalipto, se roturan grandes zonas de regadío, nucleares, placas solares, tendidos eléctricos... A la par que se tecnifica el campo, se devalúan sus productos y se arrebata a la población los medios tradicionales de vida -forzando la emigración a la ciudad-.

Nos ha quedado un territorio muy desprotegido. Como cuando labras un olivar de montaña y lo tratas con veneno: cualquier lluvia sanadora se le puede llevar la tierra.

Con estos antecedentes viene anunciándose durante varios años el megaproyecto de ocio en las proximidades de Castilblanco: Elysium City, se autodenomina. Una suerte de ciudad inteligente, parque de atracciones y casino, que pretende albergar más población que la actualmente existente en toda la comarca. Concentrada en 1200 hectáreas de terreno. Eso sí, bien revestida de verde -con muchas placas solares, cero emisiones de CO2 y una eficiencia que emana como por arte de magia de la tecnología-.
Llevan años dándonos el coñazo con que son nuestros tractores y todoterrenos a gasoil los que están causando el cambio climático, pero construir una ciudad cepillándose una dehesa y tomando agua de los agostados pantanos es ecológico... Todo bien. 

Muchos vecinos se sienten ilusionados con el proyecto, aunque creen que no llegará a materializarse. Porque resulta una cosa absolutamente fuera de contexto, que nadie ha demandado. Una ida de olla casi imposible de imaginar... Más bien pareciera un timo, o un sumidero por el que se escurran nuestros impuestos a manos privadas. 

Y es que tenemos motivos para desconfiar. No es la primera vez que se nos aparecen megaproyectos que sólo son posibles financiados desde el exterior. Los llevamos sufriendo desde el tardofranquismo: cuando España empezó a abrirse a Europa y al mundo entero -y a nosotros nos encerraron entre pantanos, mientras veíamos cómo los puestos de trabajo iban disminuyendo y los beneficios económicos fluían hacia la capital-. Al menos en aquellos entonces nos sacrificábamos por el bien de España -🇪🇸bandera, bandera🇪🇸-.

Pero esta vez sí es la buena. Elysium se percibe como una oportunidad para la población local: puestos de trabajo, más gente en la zona para consumir nuestros productos y servicios, subida del valor de los terrenos... -¡Volverán los buenos tiempos! Como cuando se construía la central nuclear de Valdecaballeros y atábamos los perros con longanizas.
Ciertamente parece una actividad especulativa, no meramente extractiva y tampoco excesivamente peligrosa o contaminante. ¿Quién sabe? Quizá podamos practicar el inglés y empaparnos de otras culturas... Porque esta ciudad no es para nosotros, es para gente que vendrá de países lejanos a experimentar un estilo de vida que nos es totalmente ajeno -a ver cómo se las apañan para llegar: de forma ecológica, seguro-.

Imagen extraída de la web de la empresa promotora

Me cuesta ver el beneficio en nuestra comunidad a largo plazo. Quizá sí en el corto -por la generación de empleos y la demanda de bienes y servicios-. Y no me parece el impacto ecológico el aspecto más controvertido.
Lo peor es que, si existiera algo que pudiéramos llamar identidad de comarca, proyecto común, plan de acción, o un mero desarrollo en la línea que se ha venido materializando durante siglos -lo que se estaba consolidando con la declaración de Reserva de la Biosfera-, lanzarse a la construcción de este esperpéntico proyecto, es como pegarle una patada a lo que veníamos entendiendo como "La Siberia". Todo para pasar a la dependencia de capital extranjero y a nuevos modos de vida desconectados del territorio. En definitiva: perder soberanía y autonomía para entregarla a los intereses económicos de una corporación sobre la que la población no tiene ningún control.
Ya se le han hecho una ley a medida para facilitar su actividad (LEGIO) y también un plan de ordenación territorial. Se van a expropiar los terrenos. Y parece obvio que, las pequeñas localidades cercanas, tendrán que plegarse a los intereses de semejante monstruo -estos también querrán su trozo de pantano lleno en verano-. 

En Las Vegas también vivía gente, desde luego ya nadie se acuerda de eso -la cultura anglosajona es especialista en borrar el pasado y focalizarse en el futuro-. Yo creo que aquí todavía existe cierta idea de comunidad y un gran vínculo con el territorio. Las acciones de alcaldes y alcaldesas nos pueden parecer más o menos acertadas, más o menos caciquiles, pero por lo menos tienen que rendir cuentas cada cuatro años ¿Ante quién va a rendir cuentas una sociedad anónima?
Respuesta: ante sus accionistas

 "Oh! Hay black jack, póquer y la ruleta.
Una fortuna ganada y perdida en cada trato.
Todo lo que necesitas es un corazón fuerte y nervios de acero.
Viva Las Vegas, Viva Las Vegas!
Viva Las Vegas! Con tus flashes de neón
y tus máquinas tragaperras
tirando todas las esperanzas por el desagüe.
Viva Las Vegas! Convirtiendo el día en noche
convirtiendo la noche en día.
Si lo ves una vez
nunca volverás a ser el mismo."

viernes, 4 de febrero de 2022

Muerte entre los olivos

Hace un par de meses asesinaron a un hombre de unos 39 años en Villarta de los Montes, mientras recogía aceitunas. Un echo que pasó desapercibido en los medios regionales. Esos días también encontraron muerto a un estudiante de matemáticas en Badajoz, y los medios estuvieron focalizados en esto último. 

Villarta está a unos 40km de aquí. Existe bastante relación entre ambos pueblos: gente de aquí casada con alguien de allí, personas que van a trabajar allí... Sin embargo, era mucho más habitual que en las conversaciones y chismorreos estuviera presente el estudiante hallado muerto en la capital de la provincia -¿A quién podrían interesar asesinatos ocurridos en pequeñas localidades del extrarradio de la provincia?-.

Es cierto que el estudiante de matemáticas estuvo desaparecido unos días, y eso dio mucho juego a los medios de comunicación. Pero también es cierto que todos preferíamos conocer esa historia de una vida universitaria llena de posibilidades y buenos augurios que no la de un joven trabajador que tenía que levantarse por las mañanas para recoger aceitunas al tercio -alguien condenado a repetir los mismos ciclos de por vida-. 

No creo que sea un problema de los medios de comunicación. En este caso los medios sólo han dado lo que una sociedad clasista demandaba. Y seguro que quien trabaja en esos mismos medios se siente más conectado con el estudiante que con el aceitunero. Pero, oye, todo bien: como no tenemos medios de comunicación locales que presten atención a nuestra cotidianidad nos tocará convivir con asesinos.

Cuando una sociedad no se quiere, no se siente orgullosa de lo construido y se avergüenza de sí misma, tampoco le importa lo que pase a sus individuos o a su territorio... Ponemos la mirada lejos: en las luces de neón, en los políticos, el futbol y el bullicio de las capitales... con la esperanza de que plantados de perfil nadie nos dispare. Quizá con la infantil ilusión de poder escapar algún día de aquí, mientras nos camuflamos y conformamos entre ovejas, olivos, monterías, burocracias de funcionario o chanchullos de ayuntamiento.
Desde luego que este no sería el primer asesinato que queda impune por La Siberia en los últimos años. 

Imagen de la película "Muerte entre las flores"

lunes, 27 de diciembre de 2021

Una huebra

Estábamos en la sobremesa, frente a la lumbre. Y los mayores se pusieron a hablar de las cosas del pasado, de cómo habían cambiado las labores del campo -y del día a día en general-. A mí me gusta escucharlos aunque, a menudo, cuando se enredan en reconstruir el árbol genealógico de tal o cual persona que debería conocer, me pierdo... Entonces asiento y lanzo una sonrisa, para ver si cuela -que ya he caído en quién es- y prosiguen con la historia ¿Qué me importa a mí si los socios del Casino eran los abuelos de tal o cual persona? Los ricos hacen cosas de ricos y los pobres trabajan.

Tengo que andar traduciendo sus referencias: infiriendo datos, en función de la edad de quien habla, tratando de esclarecer cuando se refieren a sus vivencias o a hechos aún más remotos -que les narraran sus padres o abuelos-... Los nombres y apellidos no me interesan, no los ubico, no me sirven como hito. Aunque entiendo que para el narrador sí, son significativos y le sirven para ordenar su historia.

El señor X mató el último lobo -allá por los 60's-. Lo cogió con un cepo en la sierra de la umbría y llegó arrastrándose hasta el Pilarito de Consolación. Además de la recompensa del ayuntamiento, los ganaderos le daban dinero -había salvado sus rebaños-. Las ovejas había que encerrarlas todas las noches en un redil hecho a base de esparto -no había alambradas de metal-. También usaban mastines con collares de pinchos -carlancas-. Los pastores tenían que dormir en los chozos... 

El pueblo era más pequeño y las casas estaban adaptadas a otros usos. Los animales se guardaban en las propias viviendas. Había un tipo que se dedicaba a recoger los cerdos de las familias y llevarlos a comer a la Dehesa. La Dehesa tenía sus propios guardas: para que nadie robara las bellotas o la leña de otros, ya que las encinas eran del pueblo -de particulares-, mientras que los terrenos eran públicos -del ayuntamiento-. Me gustaba esta distinción entre "el pueblo" y "lo público". El ayuntamiento como algo ajeno, como una herramienta de control que se impone desde instituciones más altas, para defender los intereses de los más poderosos -los grandes propietarios- y administrar la escasez -para que exista mano de obra disponible-.

Me contaron que los terrenos de la umbría se sortearon -supongo que pagando algo- entre las gentes del pueblo. Debían descuajarlos, limpiarlos de monte y sembrarlos. Hay muchos olivares ahora en esa zona -aquello ocurrió bastante después de la Guerra-. A cada uno se le daba una huebra, que era la porción de terreno que podía labrar un hombre con una yunta en un día. Las raíces se traían al pueblo para las lumbres -no había bombonas de butano aún-. 

Había ricos que poseían grandes cantidades de tierra y las ofrecían para que otros las explotaran, a cambio de parte de la producción -dos quintos, o lo que fuera-. También había quien vivía de sus animales y sus parcelas. Y quien no tenía nada, excepto su fuerza de trabajo, y tenía que utilizarla... Que había una Dehesa "vendía", que se la dieron a no sé quién como favor de guerra. Que un olivar era mucho más valioso que una casa. Que el pueblo estaba mucho más recogido, que donde yo vivo no había nada -era campo-... 

La próxima vez, debería utilizar una grabadora.


El pasado como esas tierras abandonadas, donde prolifera el monte y también se alzan grandes ruinas, árboles que se hacen fuertes, sendas que conectan el territorio con sus gentes.

lunes, 16 de agosto de 2021

NOticias siberianas de calor imposibles

Ante la presente ola de calor en La Siberia Extremeña, la asociación de empresarios decide permitir el libre acceso de todos los vecinos a las piscinas de hoteles y recintos de ocio. "El bienestar de nuestros vecinos está por encima del beneficio económico" - Ha declarado el promotor de Elysium City. Por su parte, los alcaldes de las diferentes localidades, bajo la amenaza de sabotear las instalaciones, presionan a las hidroeléctricas para eximir el pago del recibo de la luz a todos los vecinos -siempre que el termómetro supere los 38 grados-. "El agua se queda aquí hasta que se garantice la supervivencia de nuestros electores" - Han declarado ante las cámaras de la televisión regional. Mientras, gran parte de los presupuestos destinados a las fiestas patronales se han desviado para instalar aparatos de aire acondicionado en los hogares con menos recursos. 

La embotelladora de agua de la localidad anuncia la construcción de un gran acueducto desde Las Navas hasta la fuente de La Encalá para garantizar el suministro de agua de calidad a todos los herrereños. "Ya era hora de que se abordara el proyecto. La mayoría de las fuentes de la zona se están secando por la extracción ilegal y muchas están contaminadas por venenos y otros productos agrícolas" - Comentan ilusionados los gerentes de la multinacional.

En Helechosa se ha instalado una empresa alimenticia con la intención de convertir los peces del pantano de Cijara en palitos de surimi. "El nivel del agua ha bajado tanto que carpas, lucios, black basses... están muriendo por cientos de miles. Es necesario transformarlos en surimi antes de que se conviertan en un problema ecológico y de salud". La empresa generará 200 empleos directos y más de 1000 indirectos -todos dados de alta como falsos autónomos-. "Además, tenemos en mente otro proyecto para comercializar los lodos que se acumulan en el fondo como fertilizantes altamente contaminantes". "Aquí no hay conflictos por el agua, sólo oportunidades de negocio" - Ha declarado el director de Iberdrola.

La playa de Peloche se queda sin agua. Ante tal catástrofe, el alcalde de Herrera, decide subcontratar un ejército de vigilante/socorristas que patrullarán las orillas del pantano para que nadie se bañe o extraiga agua en el término municipal si no es previa reserva por el procedimiento ordinario 598 y el pago de las tasas que se estimen pertinentes. "El agua es un bien escaso, no podemos permitir que esté al alcance de todos"- Ha declarado.

Ante la sequía, los ganaderos de la zona tienen problemas para dar de beber a sus reses y están trabajando en varias medidas para dar salida a su carne. Han patentado el helado de chuletillas de cordero. "Se está vendiendo muy bien en toda la costa del levante. A los nuevos turistas chinos les encantan estas cosas tan raras". Además, han propuesto a los ayuntamientos de la zona sustituir los toros de lidia por ganado manso. "Se puede regular el grado de peligrosidad retorciéndoles el rabo y, al ser más voluminosos, lucen más las fiestas".

Un equipo de científicos de la UNESCO se desplaza a estas localidades extremeñas para hacer tests masivos a la población que forma parte de la reserva de la biosfera. Gracias a sus investigaciones concluyen que el Coronavirus muere tras una exposición a 45 grados centígrados durante más de una hora. Todos los trabajadores que estaban poniendo alquitrán en el desdoble de la Nacional 430 han quedado inmunizados por varias generaciones. Se cree que los trabajadores de las vías del AVE Madrid-Lisboa podrían estar en la misma situación. "Se me averió el aire acondicionado en la Puebla de Don Rodrigo y he tenido que venir todo el trayecto con las ventanillas bajadas. Así que creo que yo también estoy inmunizado" - Comenta un camionero en Santa Amalia.

miércoles, 21 de julio de 2021

Una historia de violencia y ocio vacacional siberiano

Miraba Peloche desde el satélite, y la transformación del paisaje se me apareció como una historia de violencia: la inundación de las tierras, la continua subida y bajada del nivel del agua, las orillas muertas del pantano, el pueblo parapetado de las crecidas, la playa de hormigón, la aridez...

"En sus apenas cien años de dominación como clase, la burguesía ha creado fuerzas de producción más masivas y colosales que todas las generaciones anteriores juntas. El sometimiento de las fuerzas de la naturaleza, la maquinaria, la aplicación de la química a la industria y a la agricultura, la navegación a vapor, el ferrocarril, el telégrafo eléctrico, la roturación de continentes enteros, la transformación de los ríos en vías navegables, las poblaciones surgidas de repente, como brotadas del suelo..." - Fragmento del Manifiesto comunista de Marx y Engels

Ahora utilizamos el término "zona de sacrificio" para los lugares donde es necesario implantar las nuevas tecnologías verdes -campos alicatados de placas solares o ventilados por molinos de viento- y extraer los metales necesarios para su construcción -minas a cielo abierto-. Y, oh! Sorpresa! Muchas de esas zonas se encuentran en Extremadura.  Los vehículos eléctricos no echan humo por el tubo de escape, pero siguen consumiendo materiales y energía -y toda esa porquería nos cae encima, como ya nos cayeran los pantanos y las centrales nucleares-.

Cuando se hicieron los pantanos había un dictador en el gobierno y no cabía la protesta. Se hacía por el bien de la Nación. Un verdadero patriota está dispuesto incluso a morir por construir ese proyecto conjunto al que llamamos España, España, bandera, bandera...

Pero lo del patriotismo ha decaído bastante. Ya nadie está dispuesto a inmolarse por un concepto tan abstracto y, mucho menos, por un proyecto común. Ahora somos individuos prácticos. Queremos que el sacrificio tenga una recompensa -en forma económica-: puestos de trabajo, industria, beneficios fiscales... Ha cambiado la fundamentación del sistema, pero la violencia sigue siendo la misma. Porque el sacrificio se va a realizar, sí o sí: vivimos en una democracia, sometidos al voto de la mayoría -y la mayoría no vive en pueblos chicos-. El precio que pagamos algunos por vivir bajo la protección de un Estado -más o menos violento, más o menos arbitrario- es más alto que el pagan otros -y no hablo de los impuestos, que son iguales para todos-. Las universidades, los hospitales, las autovías, los regadíos, los puertos deportivos... son a costa de parte del ganado atrapado en el barro de algún pantano.

Oveja atrapada en el lodo a la altura del Puente de las Mestas, en el embalse de Cijara (pantano que precede al de García Sola, el de Peloche). Imagen extraída del perfil de Facebook de una vecina de Villarta de los Montes

Seguramente no exista compensación económica que supla la transformación del paisaje y las formas de vida de un pueblo. En los pueblos resulta difícil sentir que trabajamos por el progreso y, más bien, lo percibimos como una forma de violencia que se impone desde arriba, desde las instituciones: el Estado, la Junta, Diputación, Confederación... Desde donde se nos dicta lo que tenemos que ser, dónde invertir, qué trabajos privilegiar, qué costumbres abandonar... Esa violencia permea en la propia población: en el control social de unos sobre otros, en el establecimiento de una moralidad represiva y una normalidad que se ajusta a los planes de progreso. 

Desde hace unos años, se está haciendo un gran esfuerzo desde las instituciones por fomentar el turismo en la zona. Otras zonas del país con características similares son turísticas ¿Por qué nosotros no? Obviamente, el turismo de interior no es una actividad tan invasiva como un pantano. Pero el turismo es una actividad destinada al visitante -no a los emigrados o los propios vecinos-. A los locales se les exige se adapten a esta nueva actividad económica -en detrimento de otras-, los espacios públicos se diseñan pensando en estos potenciales turistas, se marcan los hitos, se regula su acceso... Se nos dice que es la única forma de vencer la despoblación, que genera riqueza... Que las aceitunas, los pinos y las ovejas no son rentables, que son trabajos duros, que no rinden. No somos nosotros, es el mercado amigos: que no tiene en cuenta vuestra identidad cultural, ni los deseos y anhelos de la gente de pueblo.

Porque, al final, se trata sólo de eso: del sometimiento de unos a los deseos de otros. Y para imponer esos deseos, la iniciativa privada necesita del brazo armado de las instituciones públicas y sus mecanismos de propaganda. 

En Peloche, el ayuntamiento, invierte en su playa y sus monumentos. Regula su acceso, se publicitan los negocios que sirven al fin turístico y los productos con denominación de origen. Mientras, el pueblo se vacía, se llena el pantano, se cierran escuelas, proliferan las segundas residencias y la actividad agroganadera sigue siendo tan sacrificada como hace 100 años.

En ese sueño húmedo de capitalizar el turismo, alcaldes y diputados, fantasean con la construcción de un EuroVegas a las orillas del Guadiana, entre Castilblanco y Herrera. Porque no importa lo que aquí hubiera: aquí todo es campo. En eso radica la violencia que se ejerce contra estas tierras: en considerar que está todo vacío y que se debe llenar de cualquier cosa. Como cuando los europeos descubrimos y conquistamos las américas.
El progreso avanza en una única y exclusiva dirección... Y sólo puedes subirte al carro o resultar arroyado.

1956 - Aún no se habían inundado los terrenos

1973-1986 Se adaptan los caminos y carreteras a los contornos del agua

1980-1986 El nivel sube

1998 Sube

2002 Se mantiene

2019 Baja

La Barca, Peloche y el Pelochejo. 1956 bajo 2019 retorciéndose cabreado en angulosas formas

Los pantanos tienen el cruel defecto de aislar aún más a las poblaciones que los acogen. Porque no es tan sencillo cruzar esas enormes masas de agua. Las carreteras y caminos dan tremendos rodeos para llegar a un punto que visualizas desde la otra orilla. Aún así, Peloche ha crecido en extensión -no en población-. Incluso se construyeron barrios de chalets a orillas de la cola del Pelochejo. Lo que antes era un pequeño afluente del Guadiana que se secaba en verano, se ha convertido en lugar de ocio privado y goce, tal como se entiende hoy día: piscina, tumbona, copazo, barca a motor...

Para mi familia también es un lugar de ocio. Solemos ir a bañarnos en puntos arbitrarios. Creo que en los 80's y 90's era incluso más común: cuando venían los emigrados de la ciudad a veranear. Se cargaba el coche de muchachxs, la merienda, las cañas de pescar, los flotadores -hechos con recámara de rueda-... Se buscaba un rincón apañado: te calzabas las cangrejeras, chapoteabas, jugabas con el barro, las piedras... No era un ocio solitario y, mucho menos, relajante. Era puro esparcimiento, una desconexión de la cotidianidad en nuestro entorno cercano. 
Era un poco como aquella serie de Verano Azul, donde lo importante no era estar en la playa -en un paraje idílico-, lo importante era estar con los amigos, la familia y cantar el "No nos moverán". Pienso que ese imaginario de las vacaciones y la ociosidad han cambiado. Por eso proliferan las piscinas privadas en Herrera, los chalets en la cola del Pelochejo o las megatorres de apartamentos en Benidorm. Cada cual según su poder adquisitivo. Todo se parcela, se individualiza y se ajusta a cada bolsillo. En las redes sociales, los anuncios y las películas se construyen los imaginarios de la casa y el viaje ideal... Y ya no tienen nada que ver con el Verano Azul. Se impone la violencia de la tarjeta de crédito y la transformación de los paisajes para ese goce efímero del tiempo de vacaciones.

Hace un par de años, la comarca se declaró Reserva de la Biosfera, como reconocimiento a sus valores naturales e integración armónica de lo natural y lo humano. Un paso más en la turisficación del territorio, su incorporación al tren del progreso y al imaginario de lo que debe ser un territorio rural -según la mirada de la Unión Europea-.
El imaginario del paraíso natural y la actividad económica sostenible se tiende sobre la realidad social del territorio. Ocultando la violencia infringida, la desigualdad entre pueblos, los conflictos por la tierra y el agua, la carencia de servicios, las demandas de ciertos sectores... Todos esos detalles que pudieran enturbiar la experiencia turística y que, por otro lado, no importan lo más mínimo al visitante -se encuentra de paso, para él todo esto es campo-.

Para las diferentes instituciones locales y regionales resulta muy importante proyectar esa imagen biosférica. Convertirla en la realidad predominante, la que integra el territorio en el capitalismo global del consumo de experiencias. Como antes fueran, la actividad cultural -de identidad regional- o deportiva, las que nos integraban en el proyecto de Nación -pan y circo, para apaciguar el malestar social-. Píldoras efervescentes de placer que aplacan el dolor causado por las violencias a que nos sometemos a diario: trabajo, burocracia, deberes, disciplina, represión moral, estrechez económica...


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Esta semana ha sido noticia la prueba piloto de dos ultrarricos para convertir los viajes al espacio en experiencias turísticas.
Los viajes a la playa y a los balnearios de la alta burguesía, en el pasado siglo, han degenerado en ingleses borrachos saltando a la piscina desde el balcón del hotel.
Los viajes de aventura y naturaleza se han convertido en barbacoas con carnes de baja calidad en casas rurales.
Los viajes en avión están al alcance de un público cada vez más amplio y las lunas de miel ocurren en lugares cada vez más lejanos...
Cada vez se ahoga más gente en el Mediterráneo, el índice de desigualdad aumenta, el hambre, la enfermedad...
Las zonas rurales siguen perdiendo población -cada vez son más campo- y, aunque las luces de neón brillen en calles concretas de grandes ciudades, los habitantes del pantano saben -esa electricidad- de dónde sale.
Parece que la crisis del Coronavirus no ha hecho más que aumentar estas desigualdades y el control de los gobiernos sobre sus gobernados.

Ya no sabemos dónde nos conducirán las chifladuras de los más ricos, en qué tipo de ocio degenerará su imaginario, ni qué precio vamos a tener que pagar. Lo que sí sabemos es que poco o nada tendrá que ver con las aspiraciones y deseos de los rurales de antes del éxodo a la ciudad.

martes, 29 de junio de 2021

Ideología y ruralidad: lo comunal, la propiedad de titularidad pública, el Paseíllo, la playa de Peloche y los cercamientos

En Marx, la ideología viene determinada por las condiciones materiales y las relaciones de producción establecidas entre los miembros que comparten esa ideología y el resto de la sociedad. Vendría así Marx a oponerse a la tendencia por la cual pensamos las personas elaborando teorías racionalmente y trabajando para materializarlas. Una tendencia, esta última, más en sintonía con la filosofía de Hegel, para el que la Historia es una progresión en el autoconocimiento del Espíritu -como si ese autoconocimiento fuera el que permitiera llegar a estados cada vez más perfectos de la sociedad, en un proceso lleno de avances, lucha, retroceso, contradicciones y resolución de las mismas-. 

Marx se centró en un contexto social e histórico muy concreto y abrió así la vía para un análisis de la historia basado en las condiciones materiales de las sociedades y en las relaciones de producción que se establecían dentro de ellas. Hegel estaba aún demasiado cerca de la tradición cristiana y, seguramente, le costara pensar una historia sin finalidad, sin un punto de perfección al cual tender, un Cielo al que aspirar. 

La perspectiva de Marx nos da miedo porque, si nuestra ideología -nuestro repertorio de pensamientos y acciones mecánicas o poco meditadas y debatidas- está determinada por las relaciones sociales y por las formas de producción, parece que vayamos a precipitarnos por el abismo: toleramos y justificamos sin reparos el que haya ricos y pobres, que unos gobiernen sobre otros y consuman la mayoría de recursos mientras a otros les cuesta encontrar qué llevarse a la boca...

Sí, todos tenemos una ideología acorde a nuestra clase social -dentro de nuestro primer mundo occidental-. Y dirigimos nuestras acciones en base a esa ideología -que nos proporciona ciertos automatismos sobre lo que está bien o es deseable-. Por ejemplo, en las clases medias y altas, estaría orientada al placer -el ocio, los viajes, el consumo, el chalet con piscina...- y la acumulación del capital -para asegurar el bienestar de las generaciones futuras- combinados con cierta conciencia social o caridad. Las clases desfavorecidas estarían más condicionadas por la necesidad: la obtención y aseguramiento de la vida, trabajo, casa, comida... Y su ideología se ceñiría a poco más que tácticas de supervivencia. A esto alude el Marxismo cuando dice que es necesario tomar consciencia de clase: forjarse una ideología y un repertorio de acciones que nos permitan suavizar o eliminar estas desigualdades.

-Ya! pero todo esto de la ideología, la conciencia de clase... son cosas del siglo pasado, de sociedades industriales...
-Sí, el análisis de Marx es incluso anterior al siglo pasado, pero muchas de sus categorías y conceptos son perfectamente útiles hoy día.


Hace unos años, en El Paseíllo del pueblo, el ayuntamiento llevó a cabo una gran reforma de la zona e instaló allí una maravilla de toldo -colorido, resistente, transpirable...- para dar sombra al cruce por donde pasan los coches, ya que, en grandes festejos, se corta el tráfico y se montan ahí escenarios para diferentes espectáculos. Dando al lugar un aire moderno y atractivo -como de centro comercial-. Ya hemos abordado el asunto en otros posts de este blog: Del decaimiento de la dehesa a ideologías que "no nos representan" y en Urbanismo: directo al campo desde la ciudad
Recientemente, el cole, con la colaboración de las familias a través de la AMPA, instaló unos pequeños y modestos toldos para proporcionar algo de sombra en el patio y las aulas.

Dos intervenciones en el espacio público conectadas por una misma finalidad: proporcionar sombra en momentos muy concretos -los espectáculos Vs los meses de calor-. Dos intervenciones que responden a motivaciones muy distintas y con presupuestos muy dispares. Los toldos del cole son una necesidad que se percibe desde abajo, mientras que la remodelación de El Paseíllo, y su estructura de sombra, son pura ideología que responde a cómo las clases dirigentes les gustaría que fueran las cosas: como un gran centro comercial -un lugar por donde deambular, comprando y consumiendo; un lugar donde no caben la conflictividad social ni la apropiación cultural; un lugar universalmente reconocible y aceptable; un no lugar-.

Pienso que es este un ejemplo palpable de cómo la ideología está asociada a clases sociales -distribuidas sobre el conjunto del territorio- y tendría poco que ver con lo que tal o cual partido político lleva en su programa. Seguramente podríamos decir que las clases dirigentes de los principales partidos -PPSOE- comparten ideología, que sería diferente a la que comparten sus bases y diferente a la que manejan las grandes masas de desposeídos, trabajadores precarios y demás equilibristas. 

Las clases altas gestionan recursos y personas para maximizar ciertos parámetros económicos. Y esto vale para lo público y lo privado, no hay decisión que pueda justificarse si no es por el beneficio económico -ni tan siquiera el desarrollo de una vacuna-. En esa relación de "producción" que establecen con el resto de la sociedad, la sociedad es un mero recurso y eso condiciona absolutamente el tipo de acciones y medidas que toman los dirigentes.

La ideología dominante en nuestras sociedades capitalistas emana de un sistema productivo basado en el consumo y unas relaciones de trabajo fragmentarias -donde se nos insta a competir para realizar un proyecto de vida- bajo la continua amenaza de la exclusión y el paro. Esa ideología dominante se sustenta sobre la desigualdad, los trabajos no remunerados -como los cuidados- y la explotación de recursos naturales y humanos. 

Lo comunal se menosprecia, se ensalza lo privado como lo más eficiente a la hora de satisfacer los deseos de los individuos. Incluso las instituciones públicas se ponen al servicio de esta parcelación y privatización de la vida, como una suerte de mediadores entre los recursos y las empresas que los explotan. Hasta el punto de que no identificamos lo público como algo nuestro, sino como otra empresa, quizá con una visión más social -ya que las juntas gestoras tienen que someterse al examen de la población cada 4 años-.

Hablamos de propiedad de titularidad pública y no nos chirría. Todo es propiedad de alguien: asumimos sin tapujos que al final de la pirámide hay alguien que de forma arbitraria toma la decisión, que no es muy diferente de quien la toma sobre la propiedad privada. 
Sin embargo, no hace tanto, existían otras formas no autoritarias de gestionar los recursos. Lo que viene en llamarse los comunes, lo comunal: dehesas, cooperativas, montes... Donde una comunidad conseguía, con mecanismos diversos, llegar a acuerdos y regular el acceso a los bienes.
Pero la gestión pública se ha ido haciendo cargo de esos espacios, como una forma más eficiente, acorde a los repertorios que exige el capital: punto centralizado de negociación, rapidez, universalización y beneficio.

En el pueblo siguen existiendo ciertos ámbitos donde opera lo comunal: la Iglesia, las cooperativas, asociaciones... Pero, o bien se trata de ámbitos que van perdiendo relevancia social -Iglesia o asociaciones-, o bien, como las cooperativas, operan al servicio de los mercados y están fuertemente intervenidas por la administración pública a través de subvenciones y ayudas.

En los pueblos, esta ideología privatizadora -o de gestión pública de la propiedad-  se hace fuerte, tanto o más que en las ciudades: porque los pueblos han perdido su autonomía y son especialmente dependientes de productos e inversiones externas.
Hace unas semanas, el ayuntamiento del pueblo tuvo a bien pintar unos parcelas para aparcar y poner un vigilante o socorrista para controlar el acceso a la playa de Peloche, apelando a la seguridad sanitaria por la pandemia de Coronavirus -ya en sus últimos estertores-. Una playa de libre acceso donde la gente va a disfrutar sin consumir se parece muy poco a un centro comercial -le ocurre también a los parques infantiles, de los que ya hemos hablado en este blog-. Pareciera que a los gestores de lo público molestara este tipo de infraestructuras que se oponen a la lógica de monetizarlo todo. Se pierde el sentido de lo público como proyecto común, como la provisión universal de servicios de calidad que permitan a cualquiera -por pobre que sea- tomar un baño o que sus hijos puedan jugar en entornos enriquecedores y seguros. En una estrategia que sugiere: -Trabaja duro para comprar el chalet con piscina y pista de pádel porque lo público va a quedar como un sistema de asistencia para pobres y para cubrir los servicios que las empresas privadas no están dispuestas a ofrecer. Lo público perfectamente parcelado y atribuida su titularidad, perfectamente empaquetado para su venta, cierre o acceso en exclusividad.

Delimitación de las plazas de parking en Peloche por el ayuntamiento de Herrera del Duque - Junio de 2021

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Escuchaba, en una entrevista radiofónica, al máximo representante del ayuntamiento decir que había que acabar con la autogestión de la playa de Peloche y establecer un punto de control (aplicación web + socorrista). Además se hacía necesario cobrar una pequeña cantidad a los usuarios porque se habían realizado ingentes inversiones en el área. Como si esas inversiones las hubiera realizado un particular para obtener un beneficio (y el ayuntamiento no fuera el pueblo, ni tuvieran nada que ver el uno con el otro). Tan fuerte ha calado la ideología neloliberal (también entre las clases medio-altas aspiracionales).

Esta sería la explicación materialista (marxista) de aquel dicho de "el poder corrompe": cuando se da el salto a la política, ocurre que cambian también las condiciones materiales de esos individuos y se les allana el camino para abrazar la ideología de las clases altas. Podríamos pensar que eso sólo le pasó a Pablo Iglesias cuando se compró el chalet pero, realmente, abarca un espectro mucho más amplio. Y es donde cobran sentido todas las teorías políticas que hablan de rotación de los poderes, elecciones por sorteo, democracia directa...


martes, 15 de junio de 2021

Oda a Peloche d'Or, ciudad de vacaciones

 

Al remover los flotadores y manguitos,
el olor dulzón y empalagoso a cieno
me devolvió a las últimas horas de sol:
mojado, tendido sobre el hormigón -aún caliente-.
El pasto y las hojas secas mecidos por el viento,
los validos de las ovejas,
el parloteo de la gente,
chillidos de niñas arrojándose algas,
el rugir de los motores de barca
-empujando las olas contra la orilla-.

 

 

Las cigüeñas vigilan desde el campanario,
las carpas saltan de puro tedio,
las sanguijuelas en su vampírico predar,  
hormigas y arañas peinando la orilla,
golondrinas en rasante vuelo.
La vida se acomoda a las escarpadas,
yermas y rudas orillas del pantano.


La ducha antes de volver a casa:
bajo un chorro mínimo y caliente.
-Una oveja orina,
mientras se acerca a la orilla-
El viento mezclando olores
a ganado y desove...

 

 

Se engalana el cielo de suaves colores,
nos arropa en un atardecer de película de ficción
y el pescuezo de La Barca engulle el Sol.

Las luces del Peloche de las casas se activan,
se reflejan en la superficie pulida de la balsa.
Las hormigas no molestan,
el agua no huele,
el cemento nos abraza, cálido y acogedor.


¡Venga! El último baño.
Todo se funde en atmósfera única, 
onírica...

 


 
La gente llegando al Espolón:
extasiados.
Bulle la vida en ese trocito de diminuto Cielo
-que hace sólo unas horas
era el puto Infierno-.  
 
 

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Vamos a engañarnos y dime
que esto va a durar siempre,
que nadie riega con nuestra agua,
que no está contaminada.
Que el río no sufre,
que el aire es limpio
y Peloche manda.

miércoles, 31 de marzo de 2021

Música en el pueblo: de bandas, jóvenes y pollaviejas

Hace unos días anunciaron los grupos que vendrán a cantar al pueblo en las fiestas de agosto. No sentía ninguna intriga, ni expectación... La verdad, con el tostón de la pandemia, se le quitan a uno las ganas de todo.
Al final, lo que te apetece cuando va a un concierto es: beber, pasarlo bien con los amigos, bailar, saltar... Y no estar ahí solo, sentado, respirando tus propios vapores, recolocándote la mascarilla...

En general, nunca me he sentido muy identificado con los estilos musicales que más gustaban en el pueblo. Igual soy ya un pollavieja y estoy totalmente fuera de onda... No tengo claro qué estilos musicales gustan a los adolescentes y jóvenes de aquí: no me invitan a sus fiestas, ni frecuento los bares que frecuentan ellos... Y, aunque escucho mucha música -siempre lo he hecho-, seguramente no manejo sus mismos referentes. Al ver los grupos de las fiestas de este año, me pareció que las personas del ayuntamiento que contratan los "conjuntos", se encontraban en mi misma tesitura.

Supongo que a los más jóvenes -el rango de los 15 a los 30- les van los hits de Youtube: los ritmos latinos en su vertiente hacia el reguetón o el trap... Creo que es ahí donde la industria musical está haciendo sus inversiones. De vez en cuando, me encuentro a niñas tarareando esas canciones o ejecutando sus bailes, Y, en las fiestas de cumpleaños o similares, siempre me piden que busque ese tipo de temas -que, por regla general, me horrorizan o estoy saturado de escuchar-. 

En el pueblo, la gente es bastante anodina y clásica en el vestir, así que es difícil reconocer estilos musicales por ese lado -yo me adscribo a esa tendencia-. Por la apariencia, todos podríamos ser seguidores de Taburete -y no es así-. Creo que en la indumentaria, los jóvenes de aquí se dejan llevar por la moda del momento pero, en lo musical, tienen su propia identidad -al menos tengo la impresión de que eso no ha cambiado-.

 

Y ahora empiezan las historias del abuelo cebolletas... En mis tiempos... Allá por los 90's... Eran tendencia en el pueblo los grupos que revolucionaron la rumba y el flamenco -Camela, El Barrio...-, el pop patrio -El Último De La Fila, Antonio Flores...-, la vertiente rock -Extremoduro, Héroes del Silencio...- También estaban los que les molaba el bakalao y la música de discoteca. Había al menos 3 o 4 bares con estilos musicales más o menos definidos. Estaban, por ejemplo: el T.A.C. -en la vertiente más rock-, el PK2 -más pop y gitaneo-, las discotecas -con la música más bailable-, el Bombín -a la "vanguardia"-... Seguro que hubo más, por aquellos entonces los karaokes también gustaban.

Y era una cosa bastante local: en Fuenlabrada de los Montes escuchaban otros grupos, diferentes a los de Castilblanco... En Hontanaya, el pueblo de mi padre -en Cuenca- estaban locos por el tekno y el hardcore...

Se trata de pueblos chicos, no podemos hablar de una rica escena musical... Pero sí que había ciertas "tribus", o grupos, que se identificaban con estilos musicales más o menos concretos.

 

Hablando en un grupo de Whatssap sobre las bandas de estas fiestas, surgió la idea de que los cantantes que venían antiguamente eran apuestas más arriesgadas, innovadoras o incómodas... Aquí tocaron Los Celtas Cortos, que no sólo hacían una música bastante rara -fusión de folk, rock y pop-, sino que tenían unas letras muy punk -o, cuanto menos, socialmente comprometidas-. También tocaron Amistades Peligrosas, muy pop en lo musical, pero con letras que muchos padres y madres no se sentirían cómodos escuchando delante de sus hijos -y, allí estábamos, chicos y grandes, cantando lo de "hoy voy a ir al grano, te voy a meter mano..."-. También estuvieron Joaquín Sabina, Loquillo, Medina Azahara, Los Mojinos Escocíos... No eran, ni mucho menos, grupos de vanguardia, ni con estilos musicales muy alejados del mainstream, pero eran, al menos, el tipo de bandas que no interesarían a nuestros padres e, incluso, podrían importunarlos: por lo grosero o lo bizarro.

Como el concierto era en el pueblo -y quizá el único del año-, cantara quien cantara, ibas, te gustara o no el grupo. Quizá la música no apasionaba a los mayores, pero se fijaban en otras cosas: -¡Menudo equipo llevaban! ¡Cómo sonaba! ¡Nah! Ese no cantaba una mierda, no tenía voz. ¡Qué trajes tan bonitos!

Ahora, tengo la impresión, los grupos que vienen son más "normales", lo que gustaría a todo el mundo -más allá de los rangos de edad-. Sin ningún tipo de carga política. Podrían gustar también a nuestras madres y ser absolutamente indiferente a los más jóvenes.


Hay quien sostiene que, aunque existen más medios que nunca para escuchar música -radio y televisión con canales dedicados, conciertos, Youtube, Spotify...-, la cultura musical de la mayoría de la población ha disminuido. Antes sólo había dos canales de televisión y ahí tenías que ver cantar a Rocío Jurado y también a Patti Smith. Si no te gustaba la música pero querías ver la tele, te jodías y veías lo que echaran. Ahora, todo está segmentado: si te gusta el flamenco seguro puedes encontrar tus canales para solo escuchar flamenco -si te gusta el trap lo tienes más fácil-. Para los fans de Cachitos de Hierro y Cromo esto nos resulta muy notorio. Quizá la tele y la radio eran antes más un instrumentos de educación -y control- que mero entretenimiento -y consumo-. Y esa asignatura de educación en cultura musical ha dejado de ser obligatoria. Sí, existe Radio 3, su lucha contra el algoritmo y su intento de ofrecer una panorámica de todos los géneros... Pero, no nos engañemos, es algo minoritario. 

Así que, como resultado de esa incultura, muchos viven de espaldas a la música. O encerrados en los círculos de una juventud pasada. O, como ocurre en las redes sociales: flotando en la burbuja de sus gustos e intereses -o lo que el algoritmo mercantil estima deberían ser esos gustos-.


Quizá los conciertos del pueblo sean solo una consecuencia de ese analfabetismo musical: las nuevas tendencias nos desbordan, es imposible estar al tanto de cada nicho, así que, apostamos por lo normal, lo no conflictivo, lo clásico, lo empalagoso, con lo que nos sentimos cómodos... Una línea muy acorde a la democracia representativa: sigamos la norma fijada desde arriba, no sea que la gente quiera participar y, al final, mandemos a Eurovisión  al Chikilicuatre.


Grupos de las ferias y fiestas de Herrera del Duque para el año 2021

 

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Miraba el cartel y lo más novedoso era el Cantajuego -a lxs niñxs les encanta-. Vale, Raya Real es música de nicho -se puede justificar-. Seguro que el resto de grupos tienen buen directo -la puesta en escena es muy importante-... Pero, claro, es como si en pintura ignoramos que han existido el expresionismo, la abstracción, surrealismo... y seguimos como si nada con nuestras exposiciones de reyes, cristos y vírgenes...

Curiosamente, en el pueblo, hay más músicos que nunca. Tenemos banda, charangas, clases de lenguaje musical, infinidad de instrumentos, Celia Romero -cantante de flamenco con proyección fuera de nuestras fronteras-... En el panorama nacional aparecen contínuamente nuevas bandas -con mayor o menor repercusión- que hacen música muy novedosa -no son sólo Rosalía y C. Tangana-. Sí, las viejas glorias tienen derecho a seguir viviendo de la música, pero tampoco está mal dar un impulso a las emergentes y ofrecer una variedad  de colores que ayuden a forjar identidades. 

Resulta difícil utilizar el lenguaje -también el musical- para conectar con la gente y atraer su atención. Sobre todo si el discurso elaborado es monocromo, predecible, aburrido...