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miércoles, 31 de marzo de 2021

Música en el pueblo: de bandas, jóvenes y pollaviejas

Hace unos días anunciaron los grupos que vendrán a cantar al pueblo en las fiestas de agosto. No sentía ninguna intriga, ni expectación... La verdad, con el tostón de la pandemia, se le quitan a uno las ganas de todo.
Al final, lo que te apetece cuando va a un concierto es: beber, pasarlo bien con los amigos, bailar, saltar... Y no estar ahí solo, sentado, respirando tus propios vapores, recolocándote la mascarilla...

En general, nunca me he sentido muy identificado con los estilos musicales que más gustaban en el pueblo. Igual soy ya un pollavieja y estoy totalmente fuera de onda... No tengo claro qué estilos musicales gustan a los adolescentes y jóvenes de aquí: no me invitan a sus fiestas, ni frecuento los bares que frecuentan ellos... Y, aunque escucho mucha música -siempre lo he hecho-, seguramente no manejo sus mismos referentes. Al ver los grupos de las fiestas de este año, me pareció que las personas del ayuntamiento que contratan los "conjuntos", se encontraban en mi misma tesitura.

Supongo que a los más jóvenes -el rango de los 15 a los 30- les van los hits de Youtube: los ritmos latinos en su vertiente hacia el reguetón o el trap... Creo que es ahí donde la industria musical está haciendo sus inversiones. De vez en cuando, me encuentro a niñas tarareando esas canciones o ejecutando sus bailes, Y, en las fiestas de cumpleaños o similares, siempre me piden que busque ese tipo de temas -que, por regla general, me horrorizan o estoy saturado de escuchar-. 

En el pueblo, la gente es bastante anodina y clásica en el vestir, así que es difícil reconocer estilos musicales por ese lado -yo me adscribo a esa tendencia-. Por la apariencia, todos podríamos ser seguidores de Taburete -y no es así-. Creo que en la indumentaria, los jóvenes de aquí se dejan llevar por la moda del momento pero, en lo musical, tienen su propia identidad -al menos tengo la impresión de que eso no ha cambiado-.

 

Y ahora empiezan las historias del abuelo cebolletas... En mis tiempos... Allá por los 90's... Eran tendencia en el pueblo los grupos que revolucionaron la rumba y el flamenco -Camela, El Barrio...-, el pop patrio -El Último De La Fila, Antonio Flores...-, la vertiente rock -Extremoduro, Héroes del Silencio...- También estaban los que les molaba el bakalao y la música de discoteca. Había al menos 3 o 4 bares con estilos musicales más o menos definidos. Estaban, por ejemplo: el T.A.C. -en la vertiente más rock-, el PK2 -más pop y gitaneo-, las discotecas -con la música más bailable-, el Bombín -a la "vanguardia"-... Seguro que hubo más, por aquellos entonces los karaokes también gustaban.

Y era una cosa bastante local: en Fuenlabrada de los Montes escuchaban otros grupos, diferentes a los de Castilblanco... En Hontanaya, el pueblo de mi padre -en Cuenca- estaban locos por el tekno y el hardcore...

Se trata de pueblos chicos, no podemos hablar de una rica escena musical... Pero sí que había ciertas "tribus", o grupos, que se identificaban con estilos musicales más o menos concretos.

 

Hablando en un grupo de Whatssap sobre las bandas de estas fiestas, surgió la idea de que los cantantes que venían antiguamente eran apuestas más arriesgadas, innovadoras o incómodas... Aquí tocaron Los Celtas Cortos, que no sólo hacían una música bastante rara -fusión de folk, rock y pop-, sino que tenían unas letras muy punk -o, cuanto menos, socialmente comprometidas-. También tocaron Amistades Peligrosas, muy pop en lo musical, pero con letras que muchos padres y madres no se sentirían cómodos escuchando delante de sus hijos -y, allí estábamos, chicos y grandes, cantando lo de "hoy voy a ir al grano, te voy a meter mano..."-. También estuvieron Joaquín Sabina, Loquillo, Medina Azahara, Los Mojinos Escocíos... No eran, ni mucho menos, grupos de vanguardia, ni con estilos musicales muy alejados del mainstream, pero eran, al menos, el tipo de bandas que no interesarían a nuestros padres e, incluso, podrían importunarlos: por lo grosero o lo bizarro.

Como el concierto era en el pueblo -y quizá el único del año-, cantara quien cantara, ibas, te gustara o no el grupo. Quizá la música no apasionaba a los mayores, pero se fijaban en otras cosas: -¡Menudo equipo llevaban! ¡Cómo sonaba! ¡Nah! Ese no cantaba una mierda, no tenía voz. ¡Qué trajes tan bonitos!

Ahora, tengo la impresión, los grupos que vienen son más "normales", lo que gustaría a todo el mundo -más allá de los rangos de edad-. Sin ningún tipo de carga política. Podrían gustar también a nuestras madres y ser absolutamente indiferente a los más jóvenes.


Hay quien sostiene que, aunque existen más medios que nunca para escuchar música -radio y televisión con canales dedicados, conciertos, Youtube, Spotify...-, la cultura musical de la mayoría de la población ha disminuido. Antes sólo había dos canales de televisión y ahí tenías que ver cantar a Rocío Jurado y también a Patti Smith. Si no te gustaba la música pero querías ver la tele, te jodías y veías lo que echaran. Ahora, todo está segmentado: si te gusta el flamenco seguro puedes encontrar tus canales para solo escuchar flamenco -si te gusta el trap lo tienes más fácil-. Para los fans de Cachitos de Hierro y Cromo esto nos resulta muy notorio. Quizá la tele y la radio eran antes más un instrumentos de educación -y control- que mero entretenimiento -y consumo-. Y esa asignatura de educación en cultura musical ha dejado de ser obligatoria. Sí, existe Radio 3, su lucha contra el algoritmo y su intento de ofrecer una panorámica de todos los géneros... Pero, no nos engañemos, es algo minoritario. 

Así que, como resultado de esa incultura, muchos viven de espaldas a la música. O encerrados en los círculos de una juventud pasada. O, como ocurre en las redes sociales: flotando en la burbuja de sus gustos e intereses -o lo que el algoritmo mercantil estima deberían ser esos gustos-.


Quizá los conciertos del pueblo sean solo una consecuencia de ese analfabetismo musical: las nuevas tendencias nos desbordan, es imposible estar al tanto de cada nicho, así que, apostamos por lo normal, lo no conflictivo, lo clásico, lo empalagoso, con lo que nos sentimos cómodos... Una línea muy acorde a la democracia representativa: sigamos la norma fijada desde arriba, no sea que la gente quiera participar y, al final, mandemos a Eurovisión  al Chikilicuatre.


Grupos de las ferias y fiestas de Herrera del Duque para el año 2021

 

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Miraba el cartel y lo más novedoso era el Cantajuego -a lxs niñxs les encanta-. Vale, Raya Real es música de nicho -se puede justificar-. Seguro que el resto de grupos tienen buen directo -la puesta en escena es muy importante-... Pero, claro, es como si en pintura ignoramos que han existido el expresionismo, la abstracción, surrealismo... y seguimos como si nada con nuestras exposiciones de reyes, cristos y vírgenes...

Curiosamente, en el pueblo, hay más músicos que nunca. Tenemos banda, charangas, clases de lenguaje musical, infinidad de instrumentos, Celia Romero -cantante de flamenco con proyección fuera de nuestras fronteras-... En el panorama nacional aparecen contínuamente nuevas bandas -con mayor o menor repercusión- que hacen música muy novedosa -no son sólo Rosalía y C. Tangana-. Sí, las viejas glorias tienen derecho a seguir viviendo de la música, pero tampoco está mal dar un impulso a las emergentes y ofrecer una variedad  de colores que ayuden a forjar identidades. 

Resulta difícil utilizar el lenguaje -también el musical- para conectar con la gente y atraer su atención. Sobre todo si el discurso elaborado es monocromo, predecible, aburrido...

sábado, 4 de marzo de 2017

Batallitas del Maresme y la ciudad condal

Una adolescente se sentó frente a mí, en uno de esos asientos para cuatro personas del tren de cercanías, dos frente a dos. El tren estaba lleno de adolescentes, sería la hora de salida del insti, o la uni...  Mi adolescente era guapa, con una cara fina y angulosa. Tenía todas las extensiones electrónicas que se pueden desear: móvil con pantalla táctil de 6", ipod, cascos, portátil (customizado con pegatina de Harley-Davidson). Tenía la piel clara, lisa y un leve bigotillo. Cuanto más la miraba, más andrógina resultaba. Empecé a examinar al resto de adolescentes del vagón... Todos me aparecían ambiguos. La mía era el más guapo, se la veía de familia "bien". - Seguro que va a Cabrils...-.
Los suburbios de Barcelona iban quedando atrás, el mar estaba agitado, revuelto, el cielo se llenaba de nubes negras que amenazaban tormenta. El invierno tocaba a su fin y las flores se hacían fuertes entre los grises de las estructuras ferroviarias.
Los pasajeros estaban concentrados en sus pantallas, escribían apresurados en el terminal, con la cara iluminada por una luz macilenta. De cuando en cuando dejaban escapar una sonrisa, o una mueca.
Me asaltaron recuerdos de mi propia adolescencia... de esa ambigüedad... de ese estar besando, borracho y drogada, no se sabe muy bien a qué.

De vez en cuando vamos unas semanas al Maresme. La familia de mi mujer vive en Mataró y aprovechamos: ella y las niñas para pasar un tiempo vacacional juntas y, yo, para ir a la oficina a currar. Está bien tener esa experiencia, compartir las batallitas con los compis, no ser sólo un recurso remoto. Las niñas lo pasan genial, maravilladas por las luces, parques, comercios y restaurantes de la ciudad.
A mí, me gustan los peregrinajes diarios en cercanías o autobús a Barcelona: los rostros de resignación y sueño por la mañana, la liberación y el cansancio de la tarde... Al tercer día ya estoy totalmente integrado, mimetizado... y sólo quiero volver al pueblo, huir de aquello: de las autopistas, los coches, el ruido, la contaminación y el trabajo adicional, gratuito (que te cae sólo por estar frente a frente con los compañeros).



martes, 20 de enero de 2015

Nietzsche y la música

Dice Nietzsche: La música buena es aquella que potencia la vida, la que surge del deseo de vivir, de la Voluntad, de manifestarse hacia afuera,...
Y pienso en grandes temazos como: El de "Caballo maldito", de Queco; la de "Heroína", de Los Calis... En general todos esos temas "gitanos" relacionados con el mundo de la droga. Donde las letras son bastante enfermas y, aparentemente, surgidas de un espíritu débil. Pero al escuchar con detenimiento, surge la contradicción: La letra no concuerda con la melodía, el ritmo... y estos últimos, sí que manifiestan vitalidad! Así que ese contraste con un relato moribundo contribuye a ensalzar el tema.

Hoy día, hay tantos tipos de música, tanta fusión con otras artes... Pero si nos centramos en la música en sí (notas que se suceden unas a otras), no al servicio de una escena (película, videoclip,...) o una letra. Entonces, Nietzsche tenía razón.

Pues ya está! Ya tenemos un criterio para decidir qué música es buena y cuál  mala.
Afortunadamente, hay muchos más criterios para clasificarla: La que me gusta, la que me pone los pelos de punta, la que habla de temas que me  interesan, la bailable, la de relax...
Algunos de estos criterios son meramente circunstanciales, por ejemplo: La conexión con mi estado emocional, en un momento concreto... Pero claro, lo circunstancial no puede alzarse en criterio para defender cierta calidad ante determinado grupo de personas, con emociones y pasiones en continuo fluir. Lo bueno, debe serlo universal y atemporalmente! no una moda. Una vida entera debe haberlo atravesado, al modo aristotélico de felicidad.

Está la música de clases o grupos sociales: Los que triunfan, los que se divierten, los que fracasan, los revolucionarios, folckloristas, rockeros, punks, hipsters...
También hay quienes, cuando pasa la época del amor, se olvidan de la música... y de toda diversión :-(

La música cutre y la que requiere un gran despliegue de medios (instrumentos, voces, arreglos,...)

Así que, como producto cultural, es reflejo de nuestra sociedad occidental: Una sociedad globalizada, con un pensamiento general dominante (democracia cristiana: pop complaciente) y un montón de estilos alternativos que buscan también su momento de gloria.

¿Hay música para niños?: Notas sencillas y colores brillantes... la psicodelia. Pero la psicodelia es muy de adultos, los que moralmente (que no legalmente) pueden usar las drogas. "Viajes" que abren la mente y nos liberan de toda coerción impuesta por la vida en sociedad.
Los dibujos y películas para niños constituyen un asombroso despliegue de imaginación: No hay reglas, ni leyes...
También reflejan nuestras contradicciones sociales: En la moralidad mojigata de no palabrotas, no sexo, no drogas... Todas esas cosas que parecen de mal gusto en nuestros hijos, y que se mueven en el ámbito de lo oculto, lo pudoroso.
Así que, la música para niños no se toma en serio. Porque la hacen los adultos que deben cercenar la parte del vicio... adultos sin autenticidad, que representan un papel. En eso se parece a las complacientes melodías  de masas, las de los anuncios...
Afortunadamente, la música, no tiene letras ni imágenes y, en los niños, a menudo, se usa como herramienta para potenciar las emociones que más nos interesan en cada momento: relajación, alegría, ansiedad, deseos de comprar...


La música es una mujer, que busca la vida... También los machos lo hacen, pero es siempre algo más rápido, directo, violento, sin tintes de sostenibilidad...
En la música no parecen estar tan diferenciados los roles femenino y masculino: Hay mucha ambigüedad, mucha transgresión. Apenas vinculada a nuestras categorías conceptuales: los músicos, como el resto de artistas, gozan de esa libertad que les permite plasmar lo que las obreras no tienen tiempo ni de pergeñar.

La música es también una industria... pero no es de eso de lo que se habla aquí, sino de la música en sí, y no de los medios (capitalistas, estatales, divulgativos...) empleados para su producción.

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Aquella canción le transportaba a su adolescencia. No porque fuese un tema pueril, sólo fue en esa etapa turbulenta que tropezaron...
Le avergonzaba reconocer que adoraba la letra, el estribillo: Había sido versionada en mil ocasiones, y su preferida seguía siendo... la de sus recuerdos. Aunque... bien mirado... no recordaba qué versión fue la que escuchó primero... pero recordaba la puesta en escena de la banda... era lo suficientemente clásica como para parecer antigua... antes del punk, incluso. Pero el remake más cañero también le revolvía las entrañas a la vez que sacudía la melena -¡Joder!- Había crecido con esa puta canción y no recordaba los detalles, sólo una nebulosa de emociones bien intensas.

Como la lista de canciones del pasado Otoño, canciones tontas: de aquí y de allá... Canciones que abren nuevas vías y agotan otras:


domingo, 3 de febrero de 2013

Sobre los límites del lenguaje y mi paja web

El otro día me alegré un montón: ¡Mi página web volvía a ser visible! Ya la había dado por perdida y empezaba a reciclar sus componentes. Finalmente, algún administrador del sistema hizo público el procedimiento para acceder: era sólo un tema de permisos (y eso que ante la duda siempre doy todos los permisos a todo el mundo -777-, la seguridad y la privacidad son lo primero :-)

No la suelo actualizar. De vez en cuando algún cambio: estético principalmente, correcciones, textos largos, imágenes grandes...
Así que, básicamente, es una fotografía de cuando empezó a interesarme el hacer público mi enfermo pensamiento.
Así que parece todo un tanto pueril: inocente, intenso, rebelde, dañino, explícito... mucha prueba y error.
Casi me resulto extraño. Ya no me preocupan exactamente las mismas cosas, o no con la misma intensidad –podría decirse que es sólo cuestión de matices, pero “en Filosofía el matiz es concepto”-.
También veo caminos cerrados -no podemos seguirlos todos, en ocasiones hay que elegir-, o quizá eran caminos cortos, breves e intensos.
Así que... le tengo cariño a "mi paja web” y no quiero perderla (aunque tampoco quiero pagar por mantenerla).

Aparte del contenido, me ha servido para experimentar con el HTML, javascript y CSS, como si fuese un artista de lo conceptual. Expresándome libremente, con la única limitación que me imponía el lenguaje. No como el blog de blogger, donde tienes que adaptarte a un formato: -¡Esto es un blog y este espacio es para escribir!-. Sí, es verdad, el blog facilita mucho las cosas: al escritor porque sólo escribe, al lector por que se encuentra con una estructura que le resulta familiar. Y, desde luego, queda muy profesional con un esfuerzo nimio en cuanto a los aspectos de presentación.
Y aunque puedes dedicar largas horas a cambiar la apariencia de la plantilla y dejarla a tu gusto, siempre tendrá esa apariencia de blog. Yo lo he hecho, lo reconozco, tengo ese cruel defecto que empuja a destripar, a tocar lo que no se recomienda tocar, a usar las cosas creadas con una finalidad para otra distinta, presionar los límites para ver hasta donde puedes llegar, hackear...

La mía es una web 1.0, no hay interacción con el usuario, es sólo hipertexto e imágenes estáticas en dos dimensiones. Una parte de mi absurdo plan para inundar la inter-red de información irrelevante. Pero lo más importante es que es una creación a partir de nada, como rellenar una página en blanco. Eso es lo que hay cuando, con el gedit, empiezas a insertar tags <html>, defines los estilos css, editas las imágenes, escribes los textos... Un proceso muy artesanal, que hace que el producto sea único: con sus irregularidades, imperfecciones y transgresiones de lo que una página web debería ser.
Y es que uno se cansa de hacer las cosas “como deberían ser”, de adecuarse a un framework, de rellenar campos dentro de un formulario, de cumplir cánones estéticos, de adaptar el contenido a los hábitos esquizofrénico-acelerado-intuitivos de las masas de navegantes de la web...
No tengo que cumplir con ninguna cuenta de resultados, ni conseguir 10 millones de visitas. Es un entretenimiento, la satisfacción de una necesidad (de expresión, exhibicionismo). Una necesidad de expandir los límites de la normalidad, descubrir nuevas posibilidades que permitan pensar un mundo más allá de la última y más novedosa herramienta (tan intuitiva que con un sólo click hace todo aquello que querías hacer con el más "cool" y aséptico de los resultados; y si no estás contento con el resultado es que eres torpe, idiota, o no eres profesional, vamos, que eres un cutre :-)

Cuando empecé con mi paja web, tenía una obsesión casi enfermiza en poner imagen de fondo a todo, con muy poca idea de programas de retoque fotográfico (como el GIMP); por tanto, siempre había demasiado contraste. Pero yo tenía un truco! Seleccionar el texto con el ratón, así quedaba resaltado y se podía leer por encima de las imágenes.
Tampoco tenía mucho respeto por los derechos de autor –creo que ahora tampoco–: imagen que veía por internet, imagen que metía en mi página web. Con el tiempo, he ido sustituyendo algunas por otras generadas por mí. Me gustaría poner el nombre de todos los autores, pero no lo apunté en su día, así que... ya lo iré solucionando.

Un batiburrillo de muchas cosas, una amalgama de pasado y presente sin ningún orden cronológico, un cajón de sastre: de emociones, pensamiento, ego, trastornos psicológicos e imágenes inconexas. Eso es mi paja web!