Mostrando entradas con la etiqueta amor. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta amor. Mostrar todas las entradas

jueves, 19 de diciembre de 2019

¿Es Extremoduro un grupo para pijos y paletos?


A raíz de la noticia de la separación de Extremoduro, me encontré con este ingenioso comentario acerca de mi banda de música preferida. Justo yo, que soy habitante de un pueblo chico -un paleto-. Que además tengo muchos amigos que les gusta vestir de marca y miran con cierta complacencia a los de vox.
Así que, me descolocó y me hizo gracia por igual. Porque tenía su parte de razón -en cualquier otro caso hubiera sido un comentario irrelevante-.

Extremoduro es una banda extraña: se la etiqueta como rock urbano, cuando quizá sea más un rock rural. Una ruralidad que no es de paletos, en el sentido despectivo que se le atribuye: personas que no han atravesado nunca los límites de su localidad y se casan y mantienen relaciones entre ellxs, produciendo deformidades físicas y discapacidades mentales...
Yo creo que la de Extremoduro es una ruralidad más actual, que tiene mucho que ver con el concepto de "España vaciada", que ahora está tan en boca de todos. En sus letras se habla de lo que toda una generación de "desertores del arao" hemos pensado de una manera u otra: ¿Por qué cojones me tengo que ir a vivir a una ciudad? ¿ Por qué tengo que aparentar que es eso lo que quiero? ¿Por qué no me puedo ir a cualquier otro lugar? Y rápido aparecen las respuestas: porque hay que ir donde está el trabajo, porque para alcanzar cierta relevancia hay que estar en las urbes -con las oportunidades-... Y claro, todo eso produce rabia.
"Voy a dejar esta ciudad, no me pienso despedir
de la gente, hace ya tiempo estoy ausente.
no sé ni a donde voy a ir,
no me he parado a pensar.
a un sitio de color de rosa.
Sin dios ni amo - ¿Dónde están mis amigos? (1993)

Esa ruralidad se mezcla en sus canciones con cierta idea de ecologismo, un ecologismo de pueblo, porque los que vivimos en los entornos rurales vemos continuamente como van desapareciendo formas ancestrales de vida que se encontraban en perfecto equilibrio con el entorno. Todo para satisfacer las necesidades de las ciudades: nos colocan pantanos, centrales nucleares, macrogranjas de cerdos, regadíos, alicatan los llanos con placas solares...
"Tenemos el agua al cuello con tanto puto pantano, 
las bellotas radioactivas, 
nos quedamos sin marranos.
Tierra de conquistadores, 
no nos quedan más cojones, 
si no puedes irte lejos 
te quedarás sin pellejo."
Extremaydura - Rock transgresivo (1989)

Pero de lo que más hablan las canciones de Extremoduro es de amor. En el fondo, podemos pensar que todas las canciones son canciones de amor, sino: ¿Para que mierdas ibas a hacer una canción? -no solo existe el amor erótico- Y, desde luego, la forma en que trata el tema no es una forma ñoña ni complaciente. Es una forma muy bestia, salvaje, de altos y bajos, casi violenta y poética a la vez.
"Pero ¿dónde están los besos que me debes?
En cualquier esquina,
cansados de vivir en tu boquita
siempre a la deriva.
Y llega en tu braguita el amor de visita 
Y en mis pantalones entre los cojones.
Voy a tatuarme ,azul, una casita
para que allí vivan nuestros corazones.
A fuego - Yo, Minoría absoluta

En general, nadie admite que el Robe hiciera una música muy sofisticada o muy novedosa, y... es cierto. Es una música de la raíz, que brota desde lo más básico de las pasiones humanas, aderezado con marginalidad y expresado en un rock sucio, irreverente, transgresor...
Podría haber sido un cantautor y utilizar ritmos melódicos para acompañar sus poemas campestres de amor y droga, pero eligió el camino tortuoso y lleno de malezas.

Lo curioso es que este tipo de música guste a los pijos. No hace mucho, tanto Inés Arrimadas como Irene Montero, admitieron en una entrevista con Jordi Evolé que Extremoduro era uno de sus grupos preferidos. También Melendi le dedicó un temazo, allá por 2006, "Arriba Extremoduro". Y creo que todos ellos dan el perfil de pijos.
Y bueno, los pijos también se drogan, también aman y también gustan de la naturaleza. Quizá el mayor problema lo tendrían con aquellas canciones que arremeten contra las banderas, el sistema policial, judicial y político. No es que Extremoduro tenga un discurso muy elaborado al respecto, ni que maneje categorías conceptuales complejas que le permitan sistematizar su intuición de que esos sistemas de control son dañinos para el común de los mortales. Pero lo ve, lo siente y lo dice como le sale de los cojones. Que es lo que nos pasa a muchos cuando se nos revela esa idea difusa que no tenemos forma de expresar de forma ordenada y convincente: entonces damos un golpe encima de la mesa, alzamos la voz y arremetemos contra todo diciendo muchas palabrotas.
"-¿Quién va a meterse por el culo
mi libertad de expresión
cuando diga que me cago en la constitución?
Nadie puede escaparse si todo es una prisión.
-¿Por qué coño hay tantos maderos a mi alrededor?.
Estoy cansado de romper televisores
y vuelven a salir de dentro siempre los mismos señores.
Voy a pegarme un cabezazo contra alguna barra
antes que se me ocurra alguna idea más bandarra.
Luce la oscuridad - Yo minoría absoluta (2002)


Pero bueno, hasta los pijos cargan contra el estado cuando les cobran los impuestos, o alguna resolución judicial no les es favorable, o los maderos les multan por ir bebidos, drogados, con exceso de velocidad... Aunque, obviamente, saben que el sistema, de entrada, siempre va contra los que tienen la pinta de Robe Iniesta.
"sábado por la noche comenzó la cacería
parezco ser la presa de un montón de policías.
estado policial estado policial.
Estado policial - Deltoya (1992)


Así que, con un discurso muy rudo, salvaje, antisistema, individualista, incluso antipático -Iros todos a tomar por culo era el título de uno de sus discos recopilatorios grabado en directo-, Extremoduro alcanzó unos niveles de popularidad que ya quisieran muchas compañías que gastan millonadas en promocionar a sus artistas.
Y, seguramente, ese éxito se deba a que fueron mucho más originales en su apuesta a largo plazo de lo que se les reconoce. Y, también, porque conectaron con muchísimos colectivos: punks, hippies, metaleros, bakalas... incluso con gente ecléctica o sin una identidad definida. Y lo hicieron sin el apoyo de grandes plataformas mediáticas. Supongo que ellos mismos han debido de flipar con su éxito.

Para mí, su mejor disco fue Agila (1996), luego ya la cosa fue menguando. Y creo que tiene cierta lógica que se separen: porque toda la energía que han desplegado durante todos los discos... no parece que sea sostenible a cierta edad. Y si te vas a transformar en otra cosa, mejor dejar Extremoduro como lo que es.
 "Decidí
aprender a hacerme yo la maleta para poder vivir.
Hoy lloré,
se me habrá metido un poco de arena,
eso no es para mí.
Decidí - Rock transgresivo (1989)

Así que. sí, los pijos y paletos actuales también están el saco. El saco de un grupo mucho más amplio de españoles de clase media y baja que fuimos jóvenes mientras la banda estaba en activo.

martes, 4 de septiembre de 2018

De cuando la boda no tuvo lugar

Todas las cosas que importan tienen su lugar, ocupan un espacio, físico. Aunque esas cosas sean tan etéreas o imaginarias como: dios (las iglesias), el conocimiento (las bibliotecas), el arte (los museos), el poder (comisarías, ayuntamientos, congresos)... Nuestra boda también tuvo su lugar, aunque fuese tan etéreo y fugaz como la primavera en el campo de la Siberia.


Llevábamos viviendo juntos mucho tiempo, teníamos dos niñas en común, estábamos acomodados y muy entretenidos (porque dos niñas entretienen mucho). Aún así, decidimos casarnos: por las vacaciones y, por si a alguno de nosotros le sucedía algo, que el otro no tuviera problemas legales para reclamar sus derechos.
Pero es que además ¡decidimos celebrarlo! ¡Hacer una gran fiesta!: porque el Amor merce ser celebrado, porque nos hacía ilusión reunir a nuestros amigos y familiares de toda la geografía española, que se conocieran, se besaran, hablaran... en un ambiente distendido, multidisciplinar, diverso... Hacer algo que comentar en el futuro, establecer un punto de referencia en el tiempo (para todos los que, en mayor o menor medida, forman parte de nuestra vida).

El no lugar lleno de amigxs

Ya nos aproximábamos a los 40. Habíamos asistido a unas cuantas bodas y fiestas. Así que, teníamos claro lo que no nos gustaba de esos acontecimientos. Y también teníamos algunas vagas ideas de lo que nos gustaría que fuese.

Estamos acostumbrados a que la tv y las revistas nos muestren celebraciones de gente rica y famosa, quizá príncipes, quizá duquesas... Estamos acostumbrados a que lo normal sea imitar ese modelo. Incluso ensayamos posturas efímeras que fotografiamos y luego compartimos en nuestras redes sociales, como si fuéramos ese clase de gente. Pero a nosotros nunca nos gustó "esa clase de gente" que vive pijamente a costa del trabajo de los demás. Aborrecemos sus cuentos recargados de lujos y jerarquías. Preferimos los cuentos de pastorcillos, leñadores y payeses, gente que hace cosas...


Unos años atrás, había visto una película ambientada en la Extremadura de principios del siglo pasado (creo que era Pascual Duarte). En una de las escenas se celebraba un banquete de boda. Era una familia humilde. Juntaron unas mesas y unas sillas, había algo de música. Cocinaron unos conejos y se los comieron, mientras bebían vino. Todo muy sobrio y silencioso. No parecía muy divertido (la película pretendía ensalzar lo sombrío y gris de la España de aquella época), pero era algo que podía organizar una familia, sin recurrir a empresas externas especializadas.

Mis fiestas favoritas siempre han sido aquellas en que se implica todo el grupo y se celebran en el campo. El campo tiene esas pequeñas incomodidades que hacen que nada sea perfecto: porque estás expuesto a la meteorología, las plantas, animales..
Mi referente es Jubileo: una romería que se celebra en una ermita relativamente alejada del pueblo. La gente bebe mucho en esa fiesta. Tiene su faceta religiosa, que es la que realmente fundamenta la reunión, pero es muy fácil eludir esa parte: permanecer a la sombra de los árboles, fuera del alcance de cualquier autoridad. Una especie de juego en el que pequeños grupos autónomos (de amigos) deciden organizarse y reunirse alrededor de un punto, exterior a la ciudad, para pasarlo bien y probar las croquetas y embutidos de otras casas.



Así que, el que nosotros pudiéramos organizar el evento (do it your self), era tan importante como el lugar: tenía que ser en el campo, y no en un campo cualquiera. Debía ser un lugar con el que tuviéramos un vínculo. Un punto de contacto con la Tierra y la Naturaleza. Una puerta hacia lo salvaje.

Nos gusta la comida típica. Y no solo la de nuestro pueblo, la comida típica de cada pueblo que visitamos. Porque en la cocina queda grabada la cultura de la zona. Y nos gusta la multiculturalidad, conocerla, vivirla, apropiárnosla... Nunca entendí a esa gente que se avergüenza o rechaza sistemáticamente la comida de su zona: -No me gusta el cordero, ni el cerdo, tienen grasa y sabor, ni el ajoblanco... es comida de otros tiempos, de gente ruda, forzados a trabajos duros... Prefiero el pollo sintético y las hamburguesas del mierdonalds, que son más blandengues y dañinas para el medio ambiente... como yo.-
La cocina de aquí es contundente, basada más en la calidad de la materia prima que en la sofisticación de la elaboración. Una cocina práctica, alegre, para disfrutar en compañía, donde la gente se mueve e interactúa de forma espontánea. No como esas cocinas de laboratorio diseñadas para disfrutar en la pasividad y rigidez de tu asiento, mientras los platos desfilan ante la soledad de un paladar y fosas nasales finamente estimulados.
Pero no nos engañemos, lo más importante de todo es... ¡Que no falte bebida y que la cerveza esté bien fría!

A unos 20km del pueblo mi familia tiene un terreno. Hay ovejas, un establo, encinas, pinos, una casilla... Es zona de monte. Allí no puedes llegar y decir: "Antes todo esto era campo" ¡Allí todo es campo! El punto perfecto para que tenga lugar una fiesta: el no lugar.


Así que, estuvimos trabajando bastante tiempo, buscando cocineros, proveedores y, sobre todo, acondicionando todo aquello. Los corderos nos miraban extrañados y asustados: - ¿Nos matarán a todos? ¿Solo a unos cuantos?
Convertimos el establo en una pista de baile, hicimos bancos con alpacas, apilamos palets a modo de mesa, arreglamos baños, segamos la hierba, retiramos las piedras...
Y llevamos todo lo necesario para organizar nuestra romería, nuestra verbena...


************************


En "Iros todos a tomar por culo" un disco de Extremoduro grabado en directo, el Robe decía esta frase: "Vosotros podéis hacer lo que queráis, ya sabéis, estáis en un país libre. Eso sí: que no os vean."

El campo es un lugar donde el poder no está representado. Y, aunque no escapa a su influencia, es más fácil que no te vea. Siempre te sientes como huido, como al margen, como en un paréntesis de la normalidad, como un Robinson Crusoe, como si todo estuviera por construir, como en el mejor de los mundos posibles...

Así que, aprovechando el buen clima, los colores de las flores y que nadie nos veía, hicimos los que nos dio la gana y, cuando la fiesta terminó, allí no quedó nada. Como si nunca hubiera tenido lugar.

El no lugar vaciado

****************************

Me curré una lista de música. Porque en los momentos importantes tiene que haber música. La lista tenía canciones que nos habían acompañado a lo largo de nuestra vida, canciones de ayer y de hoy... más bien de ayer: porque ya vamos peinando canas. Y, aunque uno es amante del ruido, los improperios y la (auto)destrucción, procuré que fuera una lista complaciente, amable, animada, variada... como el conjunto de amigos y familiares que nos rodeaban.

sábado, 1 de julio de 2017

Parkinsonia aculeata, Palos Borrachos y las actividades que se realizan por placer durante el tiempo libre

No recuerdo cuando comenzó mi extraña afición por plantar árboles... Más o menos, cuando supe que Sophia iba a nacer... creo...
De lo que sí estoy seguro es de  que vivía en Barcelona.
"Tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro.": - Fácil ¿no? Lo difícil es criar la hija, que el árbol te sobreviva y que alguien lea el libro.

Recuerdo pasear por las calles y parques de la Ciudad Condal, acercándome disimuladamente a los árboles y, en cuclillas, mientras saboreaba los aromas del ocre orín de los perros, iba recogiendo semillas que más tarde sembraría en casa, con la ilusión de que germinaran. En las ciudades hay gente muy rara, realmente en todas partes, pero en la ciudad, con la careta del anonimato, nos exponemos más.

Quería un "Palo Borracho", me encanta ese árbol, con su tronco inflado y lleno de pinchos.
Palo borracho - Málaga 2016

Pero recogía semillas de cualquier especie que me resultara atractiva. Y así fue como las semillas de Parkinsonia acabaron en mi bolsillo.

Nadie lo pregunta, pero si lo hicieran... No sé porqué lo hago. No tengo una respuesta clara y contundente. Me gustan los árboles, me gusta que los demás reparen en ellos. Por eso, siempre que puedo, hablo de árboles, o pregunto sobre árboles -porque no tengo ni puta idea de árboles, ni de plantas-, no investigo sobre ellos, sólo sé lo que me voy encontrando, lo que otros me cuentan...

Mis aficiones son todas así: sin una finalidad clara, sin una metodología sistemática (son aficiones, no profesiones).
Esto del blog, por ejemplo: ¿Lo hago porque me gusta? ¿Porque necesito liberar mis patacabras? ¿Como práctica para mi futuro como escritor?
Me gusta pensar que es por ordenar los pensamientos. Porque, cuando escribes -más que cuando hablas-, haces una selección, te tomas cierta molestia por verificar datos, profundizar, la estética... Me gusta también pensar que lo hago por dejar un rastro, que el cambio sea observable. Para liberarme del ostracismo y llenar de contenidos poco prácticos la web, ese sitio en el que buscamos siempre cosas útiles o entretenidas. Porque me gusta adornar las cosas que me rodean y, la web, es una de ellas.

La fotografía es otra de mis aficiones que sigue este patrón de lógica difusa... Tomar fotos, pulir, publicar, crear un relato... Con los nuevos medios de comunicación, la imagen llega a más gente, aunque no quieran, porque ver una imagen no cuesta nada, si te la encuentras.
Al igual que me pasa con los árboles, me resulta agradable que las fotos estén presentes, que otros vean lo que yo miro. Como esas canciones que, al escucharlas, nos ponen los pelos como escarpias y nos gustaría que nuestros amigos participasen de esa misma emoción.

Los Palos Borrachos germinaron y también la Parkinsonia. Sophia comenzó la guardería. Los árboles se hacían grandes, demasiado para sus macetas. Así que llegó el momento de liberarlos.
Depende mucho del árbol pero, si se trata de especies exóticas que crecen rápido, suelo esperar al menos dos años. Si los trasplantas antes, es fácil que mueran -porque el clima de aquí es extremoYduro-. Es fácil que mueran igualmente, el campo está lleno de peligros: herbívoros, calor, sequía, heladas, insectos... Si esperas demasiado, las raíces se enroscan en la maceta y, a la hora de dejar libres, no saben serlo.
Con los Palos Borrachos no estoy teniendo mucha suerte, no son como la Encina o el Quejigo -perfectamente adaptados al medio-.
Los siembro en un terreno de mis padres donde tienen ganado. Así que, además de buscar un lugar apropiado -lo menos extremo posible-, tengo que protegerlos de los ataques de las pérfidas ovejas: Alambres, protectores, estacas, bidones, palos, ramas secas... intento aprovechar lo que tengo a mano. Me gusta todo eso: los experimentos de protección, hacer agujeros, estercolar, regar, clavar estacas... Resultan muy gratificantes los trabajos manuales, artesanales...

Tener hijas también requiere muchos cuidados y atenciones. Las puedes buscar un buen sitio de partida, allanarlas el camino y hacer cierto seguimiento. Pero, al final, hay que liberarlas y, el que se hagan grandes, escapa a tu control. Querrías siempre verlas plenas, fuertes, floridas, felices, acogiendo todo tipo de vida... Por una cuestión estética no más.

Así que, a pesar de mis preferencias y prejuicios, de la primera remesa de semillas de árboles, la Parkinsonia aculeata prosperó mucho más que los Palos Borrachos o las Palmeras -otro de mis árboles fetiche, aunque no sean propiamente árboles-.
Y, este verano, echó sus primeras flores: con apenas cuatro anillos ya ha alcanzado la madurez sexual...

Flores de Parkinsonia aculeata - Sibera extremeña 2017

A pesar de que ya no germino semillas
ni me arrastro por los suelos de parques urbanos,
esquivando borrachos y ancianos,
sigo luchando con estacas y alambres
contra el ganado manso.
 
Replicando pedazos de vida
adornando mi contexto humano.

lunes, 12 de septiembre de 2016

El Olivo, ecologismo y hormigas atrapadas en la miel

"El olivo" es una película dirigida por Icíar Bollaín. Está bien. Pero, si por algún tipo de magia negra, aparecieras en escena, sabrías de inmediato que estás dentro de una película... el lenguaje del cine, los gestos, la pose... es quizá demasiado obvio, exagerado... Y eso te hace sentir un tanto soso, impasible... Hay escenas prescindibles y personajes que no parecen encajar del todo.
Pero, la historia en sí, es muy interesante y te atrapa. Es un reflejo de la sociedad española en los años en que todo iba "bien"?: la economía crecía, la gente se endeudaba sin miedo, se construían muchas casas... Hasta que llegaron las casas sin gente y la gente sin casa... Todo iba "bien" para los que jugaban al capitalismo arrasando el mundo de siempre -el que guarda y cuida la tierra, el inframundo de las raíces...-
Pero ese inframundo también necesita que su relato sea contado desde el lenguaje del cine. Un lenguaje histérico, explícito, alegre, banal, onírico...
Quizá un economista o un tecnólogo no tengan ni la menor idea de cómo será el mundo dentro de 2000 años -seguramente imaginarán un Mundo apocalíptico-. Los olivos de la película saben cómo era el Mundo cuando el Imperio Romano se extendía hasta la península Ibérica... El progreso puede ser bastante ácido, corrosivo, destructivo... Como lo es el traumático trasplante de "El olivo": cortar ramas y raíces para encajarlo en un macetero y llevarlo al hall de una gran empresa, que quiere transmitir una imagen verde, sostenible.

Plantea la película, entre otros, el problema de la propiedad del terreno. Hay muchos modelos de propiedad en la actualidad. Pero, normalmente, el que adquiere la propiedad se siente dueño de lo que hay en ella: árboles, animales, ríos, charcas... En un contexto capitalista es muy difícil hacer llegar la idea de que lo que hay en un territorio transciende la vida humana: que es necesario para que la vida humana exista tal como la conocemos y que destruir o alterar, destruye y altera también nuestra forma de vida... Es la lucha ecologista que viene perdiendo batallas desde sus inicios en el siglo pasado. En grandes escenarios como las selvas tropicales, arrecifes coralinos, los polos...
Aunque estas batallas también transcurren en pequeños escenarios. Y hay algunos de ellos donde las batallas se ganan: por ejemplo en las zonas rurales donde se practica una agricultura y ganadería familiar.
Yo he vivido durante años en un pueblo, donde no existen una agricultura o ganadería industrial, sino que tiene más bien un carácter familiar, o como complemento a otros ingresos.
Los ganaderos y agricultores son crueles, no les tiembla el pulso con el cuchillo o la motosierra. Pero, el que tiene olivos, los cuida y quiere tener una gran producción. Al igual que quien tiene ovejas quiere que sus corderos crezcan sanos y se alimenten de la hierva del campo -porque es comida gratis-...
Otra cosa es que se los seduzca con venenos o especies exóticas, se atemorice con plagas, se presione económicamente para aumentar los rendimientos o se minusvalore y denigre su trabajo porque es algo físico -olvidando el gran conocimiento del medio que es necesario, un conocimiento no formalizado, transferido a menudo por imitación, sin seguir el afamado método científico-. Es por eso que digo que aquí la batalla ecologista se ha ganado, porque el que vive del campo quiere conservarlo, porque vive el campo, lo Ama... Una de las mayores amenazas que sufre este microcosmos, es el ninguneo de sus profesiones, casi siempre marginadas -por embrutecidas: paletos e ignorantes-, apartadas de los organismos de poder, víctimas de políticas estatales o europeas que están sometidas a intereses totalmente fuera del control de la población local.

Es lo que le ocurre al anciano que no quiere vender su olivo, porque ese olivo no es suyo... Él se queda con la producción del árbol, a cambio de cuidados. El olivo lleva en ese terreno más de 2000 años y ha visto pasar infinidad de familias a recoger sus aceitunas... ¿Qué derecho tiene nadie a arrancarlo o cortarlo? No es sólo una cuestión de hippies verduleros... es una cuestión que afecta nuestra forma de vida, nuestro ser en el Mundo -al que hemos ido adaptándonos durante millones de años-. Un Mundo que nos ha modelado, que sentimos con nuestra piel, respiramos, bebemos, comemos, vemos... ¿Qué necesidad hay de venderlo por intereses pasajeros? ¿Qué necesidad hay de sacrificarlo en el altar del progreso?


********************


Estas hormigas surgieron de su inframundo para quedar atrapadas en un bote de miel mal sellado. El escenario era dantesco: Los cadáveres, casi intactos, flotaban en el líquido ambarino mientras los insectos vivos seguían hundiendo sus mandíbulas en la dulce muerte.
A mí no me importaba un carajo el destino de esos bichos, sólo quería un poco de miel para endulzar mi café. Eché los cadáveres a un lado y conseguí una cucharada limpia de hormigas.

miércoles, 18 de junio de 2014

Azorín entre pantanos, pueblos y ciudades.

En las oficinas siempre hay alguien que se queja amargamente de las condiciones, que está continuamente mirando a tal o cual empresa donde determinados parámetros son mucho más ventajosos: que si en Alemania se cobra 10 veces más, que si en Dinamarca se trabaja 10 veces menos, que vaya chollo el de los funcionarios,... intentan meter el veneno dentro. ¿Con qué intención?: ¿Desahogarse? ¿Deshacerse de los demás y poder ascender? ¿Una revolución?
Pero lo cierto es que tenemos mucho aguante (como canta Calle 13).

En las ciudades nos quejamos de los atascos, lo artificial de la comida y la soledad entre tanta gente. Aún así, hay colectivos que se mueven, se asocian y tratan de paliar lo que consideran injusto o indeseable.
En los pueblos también hay descontentos, pero pasa como en las empresas: que el espíritu fatalista pone trabas a lo nuevo. En el mundo empresarial, al fatalismo se suman la relaciones de poder que frenan el asociacionismo o el movimiento hacia formas de reparto de cargas y beneficios más justas. En los pueblos es más importante el factor masa crítica: hay poca gente, con intereses tan diversos, tan anclados a lo que nunca cambia, la tierra... que es difícil salirse de los cauces de la tradición, del orden establecido, aunque pueda resultar injusto para algunos.

De joven me gustaba leer a Azorín... ahora me siento un poco en su situación, retirado en mi Yecla particular. Debería encontrar un cura con el que rebatir la ausencia de Dios.

En los pueblos hay muchas cosas, no sólo paz y tranquilidad. Pero se desea lo que hay en la ciudad: polígonos industriales, multinacionales, autovías, centros comerciales... Así que, objetivos y logros, van en esa dirección.

Los dirigentes de las ciudades tienen una serie de variables que deben maximizar: el número de turistas, el tráfico, el consumo, el comercio, la industria... planifican y trabajan para conseguirlo (en ese sentido son creativos).
En los pueblos lo tienen mucho más fácil porque el modelo ya existe. Sólo hay que imitarlo, a menor escala, así, en plan cutre... lo que requiere de no poca imaginación también.

Siempre me resulta impactante que nadie se tome en serio parámetros como la felicidad, la justicia, el bienestar, la cultura, el arte, la Naturaleza o la participación en la vida pública.
No importa si es una Villa, una Megalópolis o un desierto, al final todo se reduce a: Cuál es tu trabajo, tus posibles ingresos y las pajas mentales para aumentar lo segundo. Claro está que el trabajo embrutece, el ansia de dinero crea odio (además de envidia) y las pajas ostracismo. En términos psicológicos, trabajo y dinero son fuentes de malestar en la sociedad (sumadas a la represión moral y cultural). Pero tenemos mucho aguante...

Así que, huyendo a un pueblo no te puedes librar de los males que aquejan a la sociedad. Pero sí que puedes disminuir tu dependencia de lo artificial y tener un contacto más directo con la Naturaleza. A mí, de vuelta a vivir en el pueblo, me han llamado poderosamente la atención: los ciclos naturales, las estaciones, las lunas llenas, la migración de las golondrinas, los vencejos, o los "aviones", que pasan a gran altura, sin ruido ni atisbo de detenerse... Que no todo son "pájaros", que hay tordos, jilgueros, gorriones, petirrojos, abubillas... Que los insectos son muchos más que cucarachas, mosquitos y hormigas. Que el quejigo, aún siendo muy parecido a la encina, pierde sus hojas en otoño y es pariente cercano del roble... En general: La Naturaleza, que se adueña de todo y emerge por cualquier grieta.
Aunque puedes vivir en un pueblo y no apreciar esos detalles, vivir mirando las ciudades, las luces de neón, lo otro (the grass is always greener on the other side of the fence). Y es esa actitud la que resulta en malestar, además de ser destructiva: porque si no se es capaz de poner en valor lo que nos rodea o, incluso, se toma una pose de  ignorante odio hacia esas pequeñas cosas (como puedan ser los insectos, o el molesto canto de los pájaros), es probable que, en el momento de tomar una decisión, no se pestañee tampoco ante su desaparición (incluso se manifieste un fingido alivio y satisfacción, porque vamos en la dirección del progreso, el capital, la ciudad...). Y ocurre constantemente que, ante la posibilidad de una infraestructura, nadie mira lo que se lleva por delante: ríos, montañas o nidos de buitre negro.

-------------

Todas estas cosas pensaba, mientras disfrutaba de un relajante baño en el embalse cercano al pueblo (ya a nadie importa lo que hubiera en esas tierras ahora inundadas, sólo queremos más cemento para la playa).
Olía a trigo recién segado, tomillo, protección solar, estiércol y untuosa lana. Salí a las duchas: porque, aunque el agua del río no tiene cloro ni sal, deja su olor característico, entre cieno y peces vivos. Soplaba un aire abrasador. El cemento estaba plagado de restos de vidrios y cardos secos. Al pulsar el botón, una infinidad de gotas de agua se derramó sobre mi pelo y cuerpo... caliente, como el orín de mil ovejas. Un rebufo de aire me trajo olores de establo y gato muerto... A pesar de todo, aquello era pura gloria... en una calurosa tarde del mes de Junio.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

De la ciudadanía al paisanaje

Esta semana he visto "Los edukadores": Una película moralista sobre el capitalismo. Un tanto larga, en ocasiones demasiado explícita y cándida. Pero aborda una temática interesante -sobre todo para los que nos gusta cuestionar el estilo de vida dominante en el mundo "desarrollado"-. También tiene diálogos y citas molonas, a mí me hizo "tilín" la siguiente:
-El miedo es una droga alucinante. No dejar que el miedo te controle, usarlo como motor, requiere práctica. Colocarte en una situación en la que te mueres de miedo. Al principio te entra pánico, pero al cabo de un rato empieza a funcionar el sistema de autoprotección del cuerpo, y cada vez te atreves a hacer más cosas. Acabas superando tus límites y te sientes capaz de cualquier cosa.

Claro, que yo la estaba pensando (la cita) en otro contexto, en mi contexto, en el de emprender un gran cambio. Un cambio que lleva a la realización de los deseos, a poner en práctica lo teorizado durante años. Y, ahí es por donde entra el miedo: romper con la rutina, dejar de conformarse, volver a empezar, construir nuevas costumbres, incertidumbre... Umm... Bien mirado... resulta una aventura alucinante! Y como en la película: con el trasfondo de un trío amoroso. Con amor todo resulta más estable y acogedor.

Supongo que son esos contrastes lo que hacen de la vida algo más sabroso: del miedo, a la realización -pasando por la tensión-. Del desconocimiento y la incomprensión, al amor.
Al final, lo que hacen los protagonistas de "Los edukadores" es: saborear la vida. Frente al señor capitalista, que se ha limitado a adaptarse al medio, víctima de la monotonía y las obligaciones del dinero.


Lo que está bien en una peli, o una novela, resulta más difícil de argumentar en la vida real. Vivimos en un mundo de creencias, ideales, miedos... La mayoría de ellos se han adherido a nuestras vidas por herencia, por contagio... No son obligatorios, simplemente los asumimos: nos dejamos arrastrar por la inercia, claudicamos ante lo repetitivo, lo que viene de antiguo, desde arriba, o lo que se muestra machaconamente en la TV.
Así que, te acomodas y vas posponiendo el momento de asumir tu mayoría de edad, cuestionar la autoridad y decir: -¡Hey! Que yo también cuento, que yo también tengo mi idea de Bien! -Yo también puedo dictar normas morales!- Y, por supuesto, tengo derecho a intentar una vida mejor: acorde a mis ideas, experiencias y creencias.-

Romper con todas las incomodidades e injusticias a las que te has ido sometiendo y acostumbrando... hacia otros mundos posibles...

En un arrebato de autosuficiencia, te decides a dejar la ciudad, "echarte al monte"... Y, como en "La cabaña del fin del mundo", arrastrar a tu familia contigo. Dejas de fantasear con una carrera profesional meteórica (saltando de multinacional en multinacional), el todoterreno para llevar los niños al colegio (el más privado y caro), escapadas a rincones con encanto, vacaciones a paraísos exóticos, lo último en gafas de pasta... Fantasías que no son tuyas y que nunca te interesaron lo más mínimo. Agudizas el ingenio, para explicar que no es por el dinero, que crees que se puede vivir de otra manera... más sostenible, más implicado, más auténtica... lenta, sin humos ni malos humores.

Das gracias a todos los Dioses por no desear las mismas cosas que todos desean, por ser un bicho raro. Y redoblas los esfuerzos para que siga siendo así.

Observas "conmovido" las encinas, alcornoques y quejigos. Te recreas en los sonidos del campo. Sientes que la Naturaleza además de hermosa es poderosa. Y piensas: -¿Por qué nos empeñamos en hacer del Mundo algo tan feo?-

Como siempre, te mantienes en lucha: contra Padres represores, que no sólo ven peligrar su sistema de valores, sino su autoridad, y dicen que no entienden, que lo que tienes que hacer es "lo otro". Madres protectoras: -Que arriesgas demasiado y estás siempre en las nubes-. En fin: Padres y Madres que no son los tuyos...
Y tú, erre que erre, que querer es poder, que si ganan los demás, tú también ganas! Ubuntu! Que de otras peores saliste. Que, después de todo, no arriesgas nada, porque lo importante (lo amado) lo llevas contigo; que eres como el junco que se dobla, pero siempre sigue en pie.

sábado, 24 de agosto de 2013

Autoayuda

Cuando uno está perdido, inseguro, o pergeña planes que no tiene ni idea de cómo abordar... Busca el apoyo de los demás.
Si nadie es sensible a su circunstancia, entonces busca un libro de autoayuda -algo que le permita huir de los miedos y prejuicios, para construir un plan racional... o un plan sin más-.

No suelo leer este tipo de literatura. Supongo que habrá muchos subgenéros: de corte místico, psicológico, científico, ancestral, económico, emocional, ...
En general, nos acercamos a ella cuando los problemas planean acechantes sobre nuestras cabezas -o directamente han bajado a picotearnos los ojos- y buscamos una solución rápida.
Apuramos hasta el final: —Porque cuando las cosas van bien... ¿A quién le importa la autoayuda! 
Aunque no todo es reacción (las circunstancias nos colocan en una encrucijada, entonces buscamos una solución), también está la acción (los que buscan incansables la mejora personal, nuevas metas y proyectos; y necesitan fuentes de inspiración para abordarlos).

Para mí, los libros de autoayuda siempre han tenido un punto de pretenciosos y simplistas. No son literatura, ni trabajos científicos, más bien: un batiburrillo de muchas cosas. Al modo del tutorial, o guía rápida, para la instalación de un programa informático -cómo echarlo a funcionar y hacer las operaciones básicas-. En ocasiones es justo lo que necesitamos: —Por algún sitio hay que empezar-. Pero cuando hablamos de nuestra propia persona, no es como el GIMP -que lo abres una vez cada dos años para retocar una foto-, sino que nos necesitamos continuamente.
Así que, es difícil encontrar soluciones rápidas a problemas complejos, como es difícil conocer y utilizar todas las funcionalidades de un Sistema Operativo. Hay que dedicar tiempo, experimentar, reflexionar... —¡Conócete a ti mismo!

Yo nací de culo y prematuro... Al cambio, soy una persona normal. Lo que me lleva a pensar que en la vida existen muchas opciones posibles... tantas que nos abruman.
Con suerte, tendremos un entorno tolerante y animoso, que nos conceda libertad a la hora de tomar decisiones, elegir lo que nos apetezca, lo que nos pida el cuerpo.
Con el tiempo, quizá, adquiramos el suficiente conocimiento de nosotros mismos -y de lo que nos rodea- como para poder valorar de forma realista las consecuencias e, incluso, ser capaces de prever.

Se requiere dedicación -no necesariamente esfuerzo o sacrificio-. También cierto valor, quizá inconsciencia: porque somos animales gregarios, de costumbres; los miedos nos atan bien corto, nos inmovilizan -si está funcionando no lo toques-.

**************************

Un día, una empresa americana compró a otra -también americana-. Y el trabajo que habían estado desarrollando durante meses los ingenieros de una pequeña compañía española, se perdió bajo toneladas de bits polvorientos, en un servidor de cualquier rack.

En un mundo al revés todo sería distinto: el trabajo tendría sentido y aportaría un bien; la especulación sería objeto de burla y la opulencia el peor de los males.

Cuando hasta las cosas más serias -a las que se dedica tiempo, esfuerzo, ilusión y en las que se compromete a otras personas- pueden caer en el olvido y ser desechadas sin más; uno se da cuenta de que las personas serias -las que negocian, las que cohercionan y, con gesto grave, deciden lo que está bien y lo que está mal-, en realidad, no son más que malos actores intentando agradar a alguien o algo, que siempre está por encima, y es ciertamente difuso.
Así que, a las personas serias no les importa la autoayuda, no tienen ningún interés en ellos mismos, y lo que marca su rumbo les es totalmente ajeno (lo que está por encima, los recursos que tienen que gestionar, lo que se espera de ellos, ... estrategia).
Por tanto, en la vida se puede hacer cualquier cosa. Cualquier cosa, excepto dejarse avasallar o ningunear por los criterios meramente circunstanciales de las personas serias, que sólo buscan un beneficio externo a ellos mismos -que escapa totalmente a tu control y que ni tan siquiera alcanzas a intuir-.


En un mundo al revés, los libros de autodestrucción serían los más vendidos. Y las estrategias de mercado una 'rara avis'. Y, por supuesto, no serían necesarias notas discordantes...

**************************

Es parte del vivir antinatural, del llevar la contraria a lo que somos, intentar fabricar lo que ya está dado en la Naturaleza: que acaba resultando imperfecto y conlleva la fabricación y adquisición de otras cosas para suplir esas deficiencias. Y así en en una espiral de consumo-compra, que no sólo acaba con aquel aspecto de la Naturaleza que pretendíamos suplir con nuestro invento, sino con toda ella.
En los bebés resulta muy notorio: para no dar el pecho lo canjeamos por el biberón, que lleva inevitablemente al chupete. Para no llevarlo encima, lo metemos en un carrito, que necesita infinitos complementos para los diferentes fenómenos meteorológicos.
También se deja ver en la agricultura, la ganadería, la alimentación... y la complejidad de la química necesaria para adaptar la producción de la Naturaleza a nuestras economías de escala.

Así que todo acaba violado,
como esas frías mujeres
de tantas películas:
Mononoke, Trinity, Beatrix Kiddo...
a la captura de su lado devil.
Como si fuese necesario demostrar
que también son personas,
imperfectas,
como todxs.

No, no somos como el junco:
que se dobla pero sigue en pie.
Tenemos un ávido instinto de muerte.

Desconócete a tí mismo!
Aliénate y también lo que te rodea.
Deconstruye, desmiembra:
química, mecánica, electricidad...
Hasta que el espejo en que te miras
sea solo una montaña de escombros.
Hasta que no quede auto reconocimento,
ni entorno, ni ayuda posible...
solo la nada.



jueves, 13 de junio de 2013

A mi pequeña Sophia

Pensé en escribir algo fresco,
ligero, gracioso, ameno...
que enganche y atrape.

Miré mis dibujos:
retorcidos y feos.
Repasé mil canciones y discos preferidos:
llenos de arritmias y ruido,
chillidos y cambios de estilo.
Se me antojó una vida llena de va y vienes.

(Excepto mi Amor:
Siempre fijo,
mi Estrella Polar,
cordón umbilical y vínculo terrestre)
Así que pasé...
Me dejé llevar...
por Subsconsciente y
oníricas asociaciones de ideas,
obscuridad, niebla...

Programé unas librerías,
documenté, optimizé,
compilé y publiqué el código,
también las fuentes.
Nadie las descargó:
-Es una pena: Me han quedado
tan monas...-
Ahora son sólo
caja negra.

Mi hija,
sumergida en fluido rosa,
me miraba desde el útero.
Pero yo estaba a otras cosas:
Con el microchip del odio,
cuadrando presupuestos,
actualizando el currículo,
buscando dinero...
Inocente criatura:
-¿Dónde te estoy trayendo!-

Las serpientes siempre acechando
-Y ¿Qué culpa tienen?-
Es el veneno:
Avaricia, envidia...
Pornografía, violencia
y otras putas mierdas..

La Princesa Mononoke
es vía de escape,
cuando abruman
demasiadas escenas de acción y muerte.
Es por los colores,
tan vivos
de los campos y flores,
verdes praderas teñidas de sangre.
-¡Al Espíritu del bosque lo que es del bosque!-
No me extraña lo de Tony Montana:
ambición, armas, cocaína, ambición...
-¡Al Kapital lo que es del Narco.



###############################

- ¿Así que la alquimia te dio vida?
Tras "hundir mi sol mojado en tu piel",
el Espíritu Santo decía:
-Con sangre y semen
fabrico a Sophia!-

Siempre faltan espacio y tiempo:
Ahuecar nuestro amor,
aprender dulces canciones,
conseguir regalos de muchos colores...

Dejar atrás la ciudad,
la lija de asfalto,
los humos de escape,
las prisas,
el insistente parpadeo de los semáforos,
el no saber de nadie,
las mascotas y sus cacotas,
el vivir para el fin de semana,
playas muertas,
fauna pintada de gris,
caras de perro
deseosas de entrañas.
Servicios, cultura, restaurantes,
tiendas, escaparates,
gente que sueña,
fracasa y triunfa,
suburbios,
polígamos
...

Recias columnas apuntalan tu bienestar,
es gracias a tu mamá.
Yo volví a componerlo:
Espeso, pesado, retorcido,
lleno de pinchos y feo...
cactus

(Excepto Sophia,
que es pequeña y ligera...
orquídea)

Verla crecer...
extraña experiencia.
Como crecen los árboles,
la ciencia...
Tenemos los depósitos llenos:
de fertilizantes, agua, paciencia,
preconcepciones,
imperativos categóricos
e inocentes ilusiones.



Hay gente que te mete el gusanillo dentro,
otra que te mete el veneno bien dentro.
Yo prefiero los que dejan el gusanillo...
y siguen corriendo!


jueves, 15 de mayo de 2008

A los que aman

Un ideal es una cosa tonta, una obcecación, una manía y una superstición de un grupo determinado. Pero sacrificarse por un ideal honra al que lo hace. Al que no se vende por dinero, al que no se arrastra ante nadie por ganar un determinado bienestar, al que desprecia su bienestar en favor de esa idea que comparte con los demás...


¿Y los hombres bomba? ¿Y los que asesinan reclamando libertad independencia? ¿Y los exterminadores de razas? ¿Qué tipo de ideal es ese que exige el sacrificio de los demás? Lo que marca la diferencia entre los ideales “buenos” y los “malos”, es que los primeros exigen un sacrificio propio mientras que en los segundos el sacrificio es ajeno. Así, no hay cabida a ideales contrapuestos porque el ideal es bueno para todos y no atiende a intereses particulares.


Y es que, los ideales, no están al alcance de todos, se ven como una estupidez, en un mundo donde todo se compra y se vende, en un mundo donde no existe identidad de grupo, en un mundo atomizado donde lo que prima es salvar cada uno su culo. En un primer mundo de cobardes, donde nadie quiere abandonar su privilegiada y llena de banalidades posición.


Sí, tener un ideal es realmente incómodo. Sin embargo, hay quien sostiene que la verdadera felicidad reside en darse a los demás. Que no es más feliz el que más tiene, sino el que verdaderamente se siente dentro de una comunidad, ya sea familia, amigos, sindikato, grupo musikal, humanidad... el que da, el que comparte, y no por un cierto bienestar a corto plazo, sino por la permanencia en la consciencia de los demás.


Cuando digo los demás, me refiero al conjunto de la humanidad, no a los que son como yo o viven cerca de mí... porque eso es como pensar en uno mismo.


Un ideal, es en sí, la pertenencia a un grupo, sin esperar nada a cambio. El que traiciona un ideal está traicionando al grupo.


Si no hay grupo, no hay ideal, sólo obcecación, superstición, orgullo... que no tiene porqué ser mal asunto, simplemente es otra historia.


Los que no se dejan manipular, los que ponen la otra mejilla, los que golpean a los que abusan de los demás, los que remueven conciencias, los que denuncian injusticias, los Quijotes que se echan al monte a desfacer entuertos y ayudar a los menesterosos... Todos ellos gozan de mi más sincera y profunda admiración.

viernes, 14 de diciembre de 2007


Ella

Me gusta observarla
cuando está callada,
cuando no me mira
o a plena carcajada.

Si estamos con otra gente
me escabullo
de su influjo
y miro como en otra se vuelve.

Me acerco
y la beso.
Me abraza
y me ata.
Me asalta mi lado más rebelde
y me escondo entre la gente.
Vuelvo la mirada,
es ella,
la veo:
la flor más fresca,
el hada de mi sueño.

Aspiro la última calada,
saboreo mi copa.
Con un gesto la llevo a casa.
Me acurruco entre las sábanas
y soñando que rondo su alcoba...
me marco un solo de zambomba.

lunes, 18 de diciembre de 2006

Puta Navidad

Sentimiento de culpa, emborracharse y caer en la cuenta que la retención de mierda ha comenzado, otra vez. -¿Te acuerdas de lo que ocurrió la última vez que cambiaste el pañal?

Sí, la culpa es de la sociedad. Miro la televisión y entre anuncios navideños, que invitan al consumo y vigorizan el capitalismo, aparece un grupo de gente que dice ser más feliz cuanto menos sabe necesitar -Hippys medio locos y endrogaos-. Lo dicen en un clima cálido, rodeados de aguas transparentes y paisaje mediterráneo.

Y yo me siento sucio, no quiero esos objetos que los anuncios hacen tan apetecibles. Y no quiero su obscena pornografía, ni su filosofía de "todo tiene un precio", y su "no hay trabajo desonesto si es por dinero".

La navidad es una época odiosa, lo saben hasta los buenos cristianos. ¡Este año no compro regalos! ¡Este año me emborracho y me cebo con marisco, hasta que no me riegue el cerebro!
Sublimar, el odio hacia mí mismo, en odio social. Cuántas absurdas tareas desempeño. Cuánto me esfuerzo en ser un chico bueno.
A veces, se borra de mi memoria:

"Amar, amar, que es lo importante
y dejaros en paz de gilipolleces.
Sí, es verdad, las drogas están muy bien... Pero
AMAR, amar que es lo importante."

"Lo malo no es el kapitalismo, lo malo es el consumo exacerbado al que conduce".


Iba a hacerlo, he salido a comprar regalos, incluso he entrado en una tienda. Pero todo resultaba demasiado impersonal. La dependienta y yo sabíamos que había entrado allí para comprar un regalo, no es que necesitara nada. Eso convierte la compra en algo estúpido, vacío, fútil. No he comprado nada, y mientras miraba los escaparates de otras tiendas, iba masticando ese pensamiento que se había hecho una bola en mi cabeza. “Comprar por comprar” “No lo necesito, no lo quiero, no trabajo para eso”.

Veía a infinidad de personas con bolsas en la mano -¡Qué derroche de plásticos y papel de regalos! ¡Cuánta lucecita y papanoel! ¡Qué estúpido gasto de energía!- Y yo me pregunto: ¿Si ya lo tenemos todo, para qué regalar? ¿Por qué hay tantos días en que hay que regalar cosas? ¿Por qué no hay un día o una época de recogimiento, de austeridad?

Verdaderamente, me he sentido mal por querer comprar regalos, y después, por no haberlo hecho. Porque quiero ser como los demás, quiero estar en el calor del rebaño, no quiero que me traten de marginal. ¡Y si todos regalan, yo también regalar! Pero la Navidad, la del Corte Inglés y cualquier entidad comercial, es algo que me cuesta mucho tragar.

He entrado en una biblioteca, me he llevado unos libros y una peli (que pienso devolver dentro de plazo). Y he pensado: “Joder! Qué baratas son las cosas grandes”. Me he sentido mucho mejor.

viernes, 3 de junio de 2005

Un bicho

Ella se marchó, pero le dejó un bicho dentro que poco a poco le iba royendo el corazón. Sin duda estaba enfermo, había entrado en su círculo vicioso, en una cadena de pensamientos que no le conducían a ningún lugar.
Secretamente la había deseado siempre, pero se acostumbró a vivir la vida resignado y, aunque mantenía la esperanza en un giro brusco, ahora estaba asustado. Lo quería todo y lo quería de golpe. ¿Y si fracasaba y se quedaba otra vez colgado? Sería sólo eso, un fracasado, un estúpido soñador al que su soledad había empujado a un mundo de irrealidad, de sueños y fantasías. Un Don Quijote sin su Panza, un montón de secretos mal acumulados que a nadie interesaban. Hay cosas para las que uno nunca está preparado, cosas que nadie te puede enseñar porque nadie las sabe y, cuando esas cosas ocurren, tampoco sabes a quien culpar, quizá a la obcecación por cometer tus propios errores.
Irónicamente la vida seguía igual, a pesar de que su mundo había desaparecido en la más grande explosión. La agenda mantenía su curso, ajena a la transformación de su alma, a la destrucción de las cosas en las que creía. A veces su mente se habría, veía el camino, pero no tenía fuerzas para avanzar y se pudría delante de sus libros, ejecutando obligaciones, cumpliendo plazos.
El pasado que nos agarra de los pelos, que se convierte en futuro y presente. ¡Qué estupidez pensar que el tiempo lo arregla todo, que si se rompe un vaso se pone otro en su lugar, que si cambias algo de sitio nadie lo va a notar! Y que hagan falta años para darse cuenta de eso, que puede que haya gente que nunca lo descubra y vivan dichosos en ese limbo que es la ignorancia.
Tomó una decisión: -Venderé mi alma al Diablo. -Él es muy listo, sabrá lo que hay que hacer y, de todas formas, mi alma ya no me pertenece, es del bicho que ella me metió dentro.
El Diablo acudió rápido, ávido de almas, y más sabiendo que podía ganar dos por el precio de una.- Lo que me pides es fácil, no vale un alma, ni tan siquiera media, guárdala para otra ocasión en que me haga más falta. – Jeremías se quedó atónito: -¿Qué tipo de Diablo eres tú que desprecias mi alma? ¿Acaso no es lo suficientemente casta y pura? – A lo que él le respondió: - No es ni tan siquiera tuya, además está enferma y sucia. Date el placer de curarla, que lo malo llega sin esfuerzo, pero el placer hay que buscarlo. –Y, en diciendo esto, desapareció.
- Más sabe el Diablo por viejo que por diablo, pero yo soy joven todavía, estoy confuso y lo único que tengo es un montón de energía contenida que no sé adónde dirigir. Voy a dejar esta ciudad. ¿Me voy lejos, o cerca de ella? Me iré lejos, al campo, me perderé entre las malezas, hasta que me consuma este bichito, a ver qué pasa cuando ya esté hueco. Que no soy hombre de esos que se rigen por sus pasiones y no dominan sus instintos, y si lo soy… los mataré con whisky por la mañana y cerveza por la noche, hasta olvidarme de su pelo, sus besos, su olor,… Pero, ¿y ella?, ¿estará bien sin mí? Ella me desea, lo he visto en sus ojos, lo he visto escrito en la Luna, el Diablo dijo que era fácil. La secuestraré, nos encerraremos en un cuarto oscuro hasta que queden limpias nuestras almas de tanto frotarnos y podamos fundirnos como figuras de cera en nuestro propio infierno.