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jueves, 21 de febrero de 2019

El silencio de otros

El miércoles fui al cine del pueblo. Proyectaban la película-documental "El silencio de otros". Que trata sobre las víctimas republicanas de la guerra civil española -y las que también lo fueron durante los casi 40 años de dictadura franquista-.

El documental empieza fuerte: señalando la continuidad de las instituciones y personajes de la dictadura en la nueva y flamante democracia.
Una idea que ahora nos parece obvia -que no puedes venir de una dictadura y volverte demócrata de toda la vida- es un pensamiento que se nos ha negado durante décadas, por el bien de la propia  democracia. Porque pone de manifiesto que lo importante no es el sistema de elección de los gobernantes, o de los cargos públicos que ejercen poder sobre la población, sino que los gobernantes y poderosos sigan la línea marcada.

Uno tiene la sensación de que no sólo se nos ha negado la crítica a la transición, sino también el conocimiento de nuestra historia del pasado siglo. De la guerra y de la dictadura no se habla en los colegios ni en las familias.
Yo nací en la democracia, ya con ciertas ideas consolidadas en la opinión pública:
  • La transición fue modélica y pacífica
  • La ley de amnistía del 77 era necesaria para dejar de mirar al pasado y entrar de lleno en el ilusionante futuro democrático
  • El rey nos salvó del golpe de estado de tejero
  • Republicanos y sublevados cometieron crímenes por igual
40 años después, estos puntos empiezan a someterse a crítica y a ponerse en cuestión. Concretamente, el documental pone el acento en la ley de amnistía del 77 y nos presenta la lucha de colectivos del bando republicano por conseguir cierta reparación y reconocimiento, en lo que se conoce como la "querella argentina".
En la guerra civil murieron gentes a ambos lados. Pero no hay que olvidar que fue franco quien se levantó en armas contra el gobierno legítimo. Y que, una vez en el poder, otorgó reparación y reconocimiento a los vencedores, y represión y violencia para los que perdieron la guerra.
Así que, no son lo mismo los crímenes de uno y otro bando.

La continuidad del régimen franquista en la actual democracia se trata de forma menos directa en el documental. Utilizando imágenes de un franco ya moribundo que deja al rey al cargo, con su famosa frase de "Todo está atado y bien atado". Y con imágenes de dirigentes del PP como los principales interesados en pasar la página de franco -algo bastante sesgado, porque el PSOE ha gobernado un porrón de años con el mismo interés en remover la historia-.
Esto es quizá lo que menos me gustó del documental, que cargaba de forma obscena contra el PP, cuando el olvido a que se ha sometido esta época de la historia es responsabilidad de todas las facciones políticas que han ostentado el poder desde la muerte del dictador.

Pero la continuidad del régimen franquista no quedaba sólo en el ámbito de la política, sino también en las propias instituciones del estado. Como demuestra el robo de bebés, durante los 80's, en hospitales, para ser adoptados por personas adineradas. Práctica que se había consolidado durante el régimen -los bebés se robaban a los rojos, madres solteras y demás pecadores-.

Durante los 40 años de dictadura los vencedores estuvieron escribiendo la historia. Y, en los otros 40 años de democracia, durante los que hemos podido recuperar el relato de los vencidos, preferimos olvidarla y mirar al futuro con infantil ilusión... Como si nada hubiera pasado, como si aquello no fuera con nosotros, como si eso fueran historias de otros...

En esta línea se trata el tema de nombres de calles y monumentos en honor al régimen franquista. Eliminar esos nombres de los espacios públicos es necesario, no por negar u olvidar la historia, sino porque esos personajes no merecen ningún honor ni admiración, más bien todo lo contrario, son nombres que atemorizaron, sometieron y violentaron a una parte muy importante de la población

El documental es ameno, muy cuidado y emotivo. Muy en la línea del cine español de las últimas décadas sobre la guerra civil. Y es que el cine español ha hecho una labor muy importante por intentar reconstruir la mirada de los perdedores -algo que nunca ha hecho el sistema educativo o las instituciones de este país-. Con todo, hay que tener en cuenta que la mirada del cine no es la de la historia -como ciencia de estudio del pasado- sino la mirada del arte, de la intuición.


miércoles, 16 de marzo de 2016

Costumbrismo de finales de invierno y documentales de la 2

Te levantas cualquier día de finales de invierno. Es temprano, justo asoman los primeros rayos de Sol tras la lejana sierra. Huele a humo de leña  y pan recién horneado. Llegas a la panadería de la Cooperativa. Intercambias unas palabras con el personal, que conoces de toda la vida (aunque sólo sea de forma somera). Vuelves a casa, a desayunar unas tostadas con ajo, tomate, aceite de oliva virgen extra y embutido de la última matanza (o quizá jamón de la de hace cuatro).
Son las 9:00 AM y te pones a currar. Ha llovido en las últimas semanas. Desde la ventana, la hierva está verde y salpicada de florecillas. Las mimosas y almendros lucen ya atuendo de primavera, amarillo o blanco tirando a rosa, respectivamente. Las cigüeñas vuelan ajetreadas buscando alimentos y materiales para su nido. Las primeras golondrinas han llegado y, en las zonas fluviales, los patos levantan el vuelo al menor ruido.
Las hogueras salpican la montaña del Castillo: Son los olivareros quemando el "ramón". En los llanos, los tractores hunden el arado en la tierra, ahora que está húmeda y tierna. Los hortelanos inician la siembra de las patatas. Los cazadores se preparan para enfundar sus armas y dejar que los animales procreen.
Los días son más luminosos, las tardes se alargan y todos anhelan y disfrutan la puesta de sol, el reposo del guerrero...

Cigüeñas reposando sobre un trifásico poste de la electricidad. Herrera del Duque 17 de Marzo de 2016


Los pequeños detalles de lo cotidiano, de una vida rural. De una vida conectada con la Naturaleza, aunque solo sea como telón de fondo, como eso que se da por hecho, que siempre está ahí, como fuente inagotable de recursos...

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Con una similar mirada costumbrista al pueblo de Villafáfila comienza este documental de "El Escarabajo Verde": con el planteamiento de que toda vida transcurre en un espacio físico y un tiempo, en un entorno. Y, el entorno, puede ser rural, natural, bello, divertido... Y aburrido también, con un aburrimiento relajado, tranquilo, espacioso, creativo. Porque no puede uno estar continuamente asombrándose de lo que le rodea, acosado por estímulos cada vez más fuertes?

Así, el Escarabajo Verde, primero nos revela algo de lo que no estábamos siendo conscientes, aplicando la lupa y el microscopio a las pequeñas cosas de lo cotidiano, ensalzando lo que de exclusivo tienen respecto a lo global y uniformado de las sociedades occidentales.
Una vez establecidas las premisas, se hace necesario formular la inferencia: otorgar una intención, una moraleja, una proyección hacia el futuro, hacia los futuros posibles:
Plenamente conscientes del amor a Villafáfila y el entorno que la rodea, llega el momento de preguntarse  si ¿De verdad deseamos dejar todo esto desaparecer (abandonar, urbanizar, tecnificar)?
Durante la primera parte del documental hemos paseado por sus calles, conocido sus vecinos, su entorno y su relación mutua. Así que, ahora forma parte de nuestra vivencia (como espectadores) y, por supuesto, de las vivencias de sus habitantes, padres, ancestros... Todo podría quedar transformado y olvidado a cambio de una cierta idea de progreso. "Por un puñado de dólares": los que van buscando los jóvenes a las grandes ciudades.
El éxodo rural de los jóvenes se ve acompasado por cambios en el entorno de Villafáfila. Y es que, las observaciones sistemáticas de las aves migratorias que pasan el invierno en las lagunas cercanas, revelan que está disminuyendo su número y que, además, están cambiando sus costumbres. Probablemente, debido al calentamiento global y al desplazamiento de las zonas cálidas más al Norte.

El calentamiento global es una consecuencia colateral de nuestra forma de dominar y someter el Medio, de nuestro macro-comportamiento (el del espectador, el del documentalista, los habitantes de Villafáfila y el resto del mundo desarrollado hacinado en grandes núcleos urbanos). Así que, es algo que depende de todos: de un estilo de vida basado en el comprar, usar, tirar y de un anhelo egoísta e infantil de continuo crecimiento.

Seguramente no queramos ver desaparecer Villafáfila, pero nos vemos abocados a ello. Porque lo malo de las decisiones que requieren de la implicación de la sociedad global es que: llevarlas acabo no depende de si el motivo para el cambio es cierto o falso, si está científicamente testado o no, si es técnicamente viable o no... Es necesario construir una cultura, un sistema de creencias (mitología) que avalen, que permitan un comportamiento público conservacionista sin ser tachado de loco o idealista.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Un finde en la ciudad

He tenido un finde de lo más ajetreado.
El viernes por la noche volví a ver Mulholland drive, y no por ello he comprendido más cosas que la primera vez. Eso sí: hace unos años estaba más obsesionado con encontrarle un sentido a las cosas. No quiero decir que la película no tenga sentido (una lógica, o que no sea un relato ligado). Toda la trama transcurre entre elementos comunes -objetos y personajes- quizá transmutados, vueltos atrás o adelante en el tiempo. El desconcierto llega cuando intuyes que dos escenas diferentes están relacionadas pero no sabes cómo inferir la una de la otra. Sensaciones que te invitan a pensar explicaciones que no se corresponden con lo que estás viendo. ¿Falta información? ¿La lógica del subsconsciente?
Ahora reconozco muchos más iconos del imaginario David Lynch: Puertas a extraños mundos, trasgos que van de uno a otro, el mal y la belleza, sexo y violencia... Lo que hace la experiencia más bonita, familiar, como cuando en un sueño reconoces objetos o situaciones que has vivido a lo largo del día. Pero ni lo uno ni lo otro aportan mucha luz a la hora de interpretar la peli o los mismos sueños, mismos.

El sábado lo dediqué a la Naturaleza. La Naturaleza desde mi hogar, desde los agujeros por los que miro el mundo -"el internet", la televisión a la carta, o la televisión sin más-.
El escarabajo verde, dedicado esta vez a los parques y jardines de nuestras urbes. Muy interesantes las apreciaciones del señor José Fariña, se nota que pasa mucho tiempo pensando y ordenando las ideas, que ha visto y estudiado lo que él u otros han hecho.
Agrosfera, otro gran programa, que me gusta ver en su horario de emisión, directamente a través de las ondas de radio. Es mi vínculo con la tierra, con mi infancia, y algunas ideas que últimamente me obsesionan: Las oportunidades laborales en entornos rurales; el cultivo ecológico; prescindir de pesticidas; no arar la tierra; equilibrio entre agricultura, ganadería y medio ambiente; turismo rural...
A última hora no puede faltar La noche temática, esta semana dedicado al desperdicio de comida y los cultivos y ganadería intensivos ("La comida no se tira"). Dos documentales franceses -que pueden parecer un poco raros para la comida- pero como hoy día todo está globalizado...
Vivimos en sociedades avanzadas, hemos progresado mucho, pero eso de tirar la comida no parece una práctica del progreso... del futuro. Como tampoco lo parece destruir la selva para plantar soja, para luego quemarla en biocombustibles. La verdad es que hay algo que no anda bien en nuestra idea de progreso, en nuestra aldea global.
Supongo que todo viene del sistema de creencias, del hecho de vivir sumidos en un sistema de propaganda -capitalista de consumo-, como muy bien dicen en el siguiente post de el Faro Crítico: "¿Sabe el norcoreano que en su país hay propaganda?"

Así, el Domingo, estaba listo para ir a comer sardinas a la brasa, en un huerto a las afueras de un suburbio de Barcelona. Pero antes debía coger los guisantes y arrancar las malas hiervas: Me encanta entrar en fase de destrucción sistemática, es como borrar todo lo que no hace falta de un proyecto -software-, viejo, con el que quieres empezar algo nuevo. Y los alfileres de sol agujereando la piel... insolación.
También me convertí en espía por un tiempo, escuchando conversaciones ajenas -a hurtadillas detrás de la verja del huerto-: -Que si los catalanes esto, que si los alemanes lo otro, que si a los moros les dan de todo-. Y en la tarde, desde mi ventana indiscreta, con los prismáticos tomando nota de  las fiestas en las azoteas, barbacoas, amigos reunidos, bebiendo, comiendo y fumando.

La ciudad, 
estresante, 
con ruidos por todas partes, 
a todas horas. 
El humo, 
chillidos y sirenas. 
Las copas de los árboles 
abrasadas por el sol, 
troncos pintados de polución 
y esputos de tos seca. 
Un escozor en medio de la Naturaleza,
y las autopistas como arañazos...
siempre abiertos.


Los fines de semana se me quedan cortos, así que el jueves vi "Anvil! The Story of Anvil". Un documental sobre una banda de Heavy Metal canadiense. Realmente es una historia de superación personal, de lucha.
Estamos acostumbrados a que nos cuenten historias de gente rica, triunfadores... que en realidad suelen ser casos bastante raros, bizarros.
Pero la ilusión que desprende el lider de esta banda, "Lips", no deja indeferente. A sus 50 años seguir luchando por un sueño, con el mismo coraje y entusiasmo que un adolescente, a pesar de un entorno que no lo comprende y de una sociedad que rechaza lo que no es joven, fresco, pueril... desde luego, es digno de admiración.
Supongo que debe ser difícil triunfar (vivir de ello) en el mundo del Heavy, con un público minoritario, y sin la dirección de equipos de marketing y demás parafernalia para darse a conocer a nivel global.