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miércoles, 18 de mayo de 2011

Nacionalismos, nacionalidades, gentilicios, castas, clases

Estos días, con lo de las clases de idiomas, no he dejado de darle vueltas al asunto de la nacionalidad, el gentilicio...
Además, me ha coincidido con el estudio en historia de la Edad Media, Moderna y Contemporánea, cuando se empiezan a configurar los Estados Modernos: las monarquías y la nobleza pierden poder, en favor de la alta burguesía, y se empiezan a formar cámaras de gobierno "electas" (entre los nobles y los burgueses más ricos).
Es curioso como Inglaterra toma la delantera: cuando el resto de Europa estaba aún sujeto al poder de las monarquías absolutistas, los ingleses ya habían conseguido relegar el papel del rey y las nuevas clases burguesas enriquecidas formaban parte del gobierno del país.
En esta convulsa época es cuando se fijan las fronteras de los países, que no son más que grandes parcelas que los reyes disputan en cruentas guerras, e intercambian en acuerdos matrimoniales. Entonces, es de suponer que la nacionalidad estaba ligada a la persona del monarca y no tanto a la de la tierra que se habitaba, la lengua, la cultura... Porque la clase campesina, que era la mayoría, difícilmente podía ser consciente de la diversidad que hubiese más allá de su comarca. En cambio, la figura de un rey, de una nobleza, parece más fácil de captar en una sociedad donde las relaciones de vasallaje seguían siendo muy importantes.
Con este burdo resumen, quería subrayar que, el sentimiento nacionalista, si existía, es probable que no fuese tal como se entiende hoy en día. Me refiero a la población campesina mayoritaria.

Hoy en día un nacionalista lo es independientemente de sus gobernantes, podría morirse el rey y toda la casta política y ¿Yo seguiría diciendo que soy español? Los Estados se asientan en territorios fijos, las fronteras son inamovibles, todo el mundo sabe dónde están. Las lenguas, la cultura, los impuestos, el ejército, el equipo de fútbol... las refuerzan. En un mundo donde los movimientos migratorios abarcan todo el globo y donde las diferencias económicas entre países son brutales, cabría preguntarse si ¿los sentimientos nacionalistas son de la misma índole en los países pobres que en los ricos? ¿O, mejor aún, si es un país receptor o emisor de inmigrantes? Y, si estos signos, símbolos, etc. que todos los Estados potencian y controlan tienen la misma intención.

Pero las fronteras son necesarias: porque existen desigualdades económicas entre distintos territorios. Los Estados son controlados por el capital (o también pueden considerarse parte del mismo). Encargados de mantener las infraestructuras para el resto de actividades económicas. Y no se puede ser tan frívolo, tan amoral, tan inculto, tan mal Cristiano... como para decir que la nacionalidad no importa y que las fronteras no tienen más que una función de control, migratorio y monetario por parte de los estados (que no queremos que los "otros" participen de nuestra riqueza). Para reforzar la idea de frontera y, darle una base moral a esa estructura de control, se introduce el concepto la identidad nacional. El Estado capitaliza la cultura y se convierte en paladín de su pureza, la inculca, la difunde, la apoya, la normaliza, la simboliza... Como consecuencia: surgen también fanatismos, racismos, intolerancia... que en el fondo es poner una barrera más, una barrera psicológica de disuasión migratoria.
El mayor avance de los Estados actuales ha sido conseguir encajar las fronteras "nacionales" con las del propio "estado". Si entendemos "nacionalidad" como aquel conjunto de población que se identifica porque comparte una cierta cultura y "estado" como el conjunto de organismos, administraciones... etc. que administran un territorio. Esto se ha conseguido de forma similar a como se ejerce el poder político en democracia, es decir, de arriba hacia abajo. Es la clase política, los grandes capitales, las instituciones que han copado el poder quienes proponen las ideas, definen la cultura y después la difunden al pueblo, para que, de forma pasiva, la secunde y la acepte.

Me irrita que se intente inculcar la identidad nacional, está claro que vivimos en sociedad y que existen unas normas que tienen variables regionales, pero esas regiones no tienen porqué coincidir con los territorios administrativos. Existe, además, una gran mezcla de pueblos y creo que, la solución de instar al inmigrante a adoptar la cultura del lugar al que llega, es profundamente injusta y denigrante. Pero este debate no se ha llegado ni tan siquiera a plantear dentro del sistema democrático, porque no se sabe qué consecuencias puede tener la ruptura del binomio Estado-nación y porque no interesa que la comunidad sea capaz de establecer un diálogo y llegar a pactos por si misma. Lo que interesa es que trabajen y consuman y no se pierda el tiempo en "chorradas".

Las fronteras sirven para lo que sirven y, si les quitamos su dimensión cultural, quizá sea más fácil ver su injusticia. La cultura la posee y la hace la gente, interaccionando, entrando en contacto. Con los nuevos medios de comunicación y desplazamiento me parece difícil restringirlas a un lugar físico. Por eso yo no soy español, ni extremeño, ni catalán, ni nada... yo soy de un pueblo de la provincia de Badajoz que visc a Barcelona y construyo mi cultura cogiendo cosas de aquí y allá en un batiburrillo de ningún lugar. Uno puede añorar sus orígenes pero eso no les da entidad de barrera física. Además, creo que en una sociedad de clases globalizada, como la nuestra, en la que las clases bajas son explotadas, puede ser más beneficioso para todos la identidad de clase.