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miércoles, 8 de mayo de 2019

Del urbanismo totalitario al capitalismo aplicado en el entorno rural

Me encontraba leyendo este post: "Urbanismo y orden". Donde, desde un cierto materialismo histórico, se realiza un análisis de las diferentes fases del desarrollo urbanístico de las ciudades españolas en los dos últimos siglos.
La última fase analizada corresponde a la que ha tenido lugar desde los años 80 a la actualidad. El autor denomina a esta fase "urbanismo totalitario"

"El tercer periodo parte del aislamiento general de la población propiciado por la desaparición del sistema fabril y la generalización de un estilo de vida consumista. El automatismo de la máquina prevalece sobre los demás factores y modela la existencia humana a la vez que todo el funcionamiento del medio urbano, revelando la esencia totalitaria del urbanismo contemporáneo."

Cuando se planifica la organización del territorio -también de pueblos y ciudades- uno intuye que existen intereses por encima de los propios habitantes y su cultura. Que las motivaciones que priman, a la hora de tomar decisiones, tienen más que ver con las formas de organización económica y de poder que con la identidad cultural, el bienestar, la belleza o la voluntad de un pueblo.

En los trazados y distribución de las grandes ciudades, así como en sus edificios, es fácil apreciar la influencia del capitalismo -y sus diferentes fases de desarrollo-. La ciudad es la estructura que da soporte a los intercambios económicos, la distribución del trabajo y a las nuevas formas de ocio.
Por ejemplo, los centros de las ciudades, se han transformado en atractivos turísticos repletos de bares, restaurantes y tiendas de souvenirs. El resto de actividad se ha segregado en barrios: de oficinas, dormitorio... O se ha trasladado a las periferias: centros comerciales, parques empresariales e industriales, universidades, chabolas, vías de tren, autopistas... Una extensa red en la que se ven apremiados a vivir millones de personas.

Vista aérea de l'Eixample de Barcelona. Imagen extraída del sitio web http://todosobrebarcelona.com/la-historia-eixample-plan-cerda/eixample2014/

Pero en la ciudad también hay lugar para actividades al margen del mercado: zonas verdes para sacar a pasear las mascotas y disfrutar de un paréntesis de paz, algún columpio o tobogán para que los niños chillen y correteen... Mejor en sitios discretos o alejados: los negocios son una cosa y vivir otra muy distinta.
Los centros han de ser lujosos, limpios, ordenados, seguros, pintorescos e impersonales. Un lugar de tránsito para el intercambio económico que, a la vez, resulte agradable y accesible al visitante extranjero.
Así que, desde las instancias más altas del poder, se insta a administraciones y ayuntamientos para que inviertan, remodelen... Para que limpien de malezas los caminos por los que transitan comerciantes y turistas.


Ahora es muy común reparar en que niños y niñas no juegan en la calle. Y lo achacamos a los nuevos dispositivos electrónicos que les encierran en su individualidad. Pero tampoco los adultos salimos a pasear, o a sentarnos en un banco "al fresco", para charlar de forma espontánea. Nos justificamos afirmando que el vehículo privado se apoderó de las calles y plazas, haciendo del espacio público un lugar peligroso para los humanos.
La tecnología del motor de combustión modeló nuestro comportamiento y nuestros pueblos y ciudades durante el último siglo. Ahora lo hacen también las tecnologías de la información y la comunicación.

Las ciudades se han convertido en un hervidero que no deja espacio para el aburrimiento y que, además, nos anima insistentemente a conseguir cada vez más dinero -para mudarnos a zonas más prósperas, optar a servicios de mayor calidad y acceder a una más amplia oferta cultural y de ocio-. Como respuesta a esta falta de tranquilidad nos hemos vuelto más individualistas y competitivos.
Somos conscientes de que existe una extrema desigualdad entre  personas, que la fortuna depende mucho del barrio de procedencia. Desconfiamos, porque no queremos perder nuestro privilegio. Y, en lugar de ir hacia sistemas más justos, invertimos en seguridad y tecnología: iluminación nocturna, alarmas, cámaras, medios de transporte, policía, ejércitos... En todas aquellas medidas que ahondan la zanja que nos protege y separa de los otros.

"Los lugares abiertos como plazas, calles, portales, escaleras, jardines, aparcamientos, etc., se han vuelto tierra de nadie. En ese cocooning popular el discurso securitario se impone. Una parte de la población se siente desprotegida frente a la otra parte y reclama el control policial de esa zona intermedia."

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Me vino a la mente una imagen...
Plaza de España (patio de armas) de Herrera del Duque. Jura de bandera de personal civil - Septiembre de 2017 (foto extraída del perfil público del ayuntamiento de la localidad)

Este desfile militar. En la plaza de España de mi pueblo, que tuvo lugar unos meses después de su última remodelación. El casposo acto tenía como eje central un besa bandera por parte de población civil.
En Catalunya estaban a punto de celebrar su referéndum por la independencia y, en el resto del Estado, proliferaban este tipo de rancias manifestaciones de exaltación patriótica.

A pesar de la similitud que guarda con un patio de armas, la reforma ha dejado una plaza muy digna y moderna -antes era una gran rotonda asediada por coches mal aparcados-.
Ambas reformas -la que la convirtió en rotonda y la que la hizo tomar la apariencia de patio de armas- se ejecutaron dentro de la época que hemos llamado "urbanismo totalitario".

Plaza de España (rotonda) de Herrera del Duque - Mayo de 2013 (Foto tomada por deividiten)

Y con los soldados tomando la plaza, podría pensarse que lo de "totalitario" viene de otras épocas -de la dictadura del militar golpista-. Pero, en cierto modo, nuestras democracias no dejan de ser un tanto totalitarias. Un totalitarismo fugaz, que hay que convalidar cada 4 años.

Así, la plaza del pueblo se ha reafirmado como lugar de tránsito -con el coche como protagonista en su etapa de rotonda, o con el peatón en su etapa de patio de armas-. Muy apropiada para el turismo, los pomposos actos institucionales y celebraciones multitudinarias. Pero un lugar inhóspito para los vecinos: en el que deben permanecer dispersos, buscando la sombra o eludiendo las corrientes de aire. En definitiva, un lugar complaciente con el capital, donde puedes ir  a sacar dinero en el cajero automático, hacer gestiones en correos, tomar o picar algo en el bar y abandonar ágilmente el lugar para atender el resto de tus obligaciones.
Porque estar tranquilamente sentado en el mobiliario urbano, con tus vecinos, no mueve la economía. Y, además, ¿Quién iba a querer algo así? Habiendo TV e Internet.

"[...] el urbanismo totalitario actual, que planifica a lo grande, cambia la identidad de las ciudades como de traje [...] Las nuevas edificaciones transfieren a la ciudadanía la experiencia de una soledad extrema. A fuerza de encontrarse en todas partes constituyendo no lugares, fijan la identidad del poder global, mostrando su barbarie [...]"

sábado, 7 de octubre de 2017

Fascismo 2.0 y el independentismo catalán

Si entendemos el fascismo como un autoritarismo de Estado, fundado en el sentimiento nacional y perpetuado por la represión violenta... -¿Cuántos fascismos podrías reconocer hoy en España?: Siendo estrictos: sólo uno, porque estados Españoles sólo hay uno; actualmente gobernado por un partido mafioso, heredero de la dictadura franquista (el verdadero fascismo 1.0, nacido en el siglo XX). 8 millones de votos (de los 46 millones de personas que habitan el territorio) lo avalan en el poder.

Pero, puesto que los gobernantes han sido avalados con el voto democrático de la población, no podemos llamarlo propiamente estado fascista. Además, en la Europa del siglo XXI, no está bien visto que los estados repriman a su población haciendo uso de la violencia física, ni que agredan a otros estados miembro. Ahora tenemos métodos de control más sutiles: los medios de comunicación, la educación, leyes, incentivos económicos, multas...
Eso sí, la exaltación nacional se sigue utilizando por parte de los estados actuales como elemento unificador. Y tiene su sentido, porque, en gran medida, las fronteras de los estados modernos se fijaron atendiendo a esas identidades nacionales y culturales. Aunque estas hubiesen venido impuestas de forma sangrienta por regímenes patriarcales y absolutistas, en cruentos enfrentamientos contra el otro, el bárbaro, el extranjero. Enfrentamientos bélicos, que arrasaron Europa desde... que el hombre se organizó en sociedades.
Pero los estados no renuncian a ese legado de odio y siguen utilizando el sentimiento nacional como herramienta de cohesión. Recurriendo a símbolos y mitos como: banderas, reyes, transición, idioma, chistes, religión...

El Estado es, además, quien monopoliza el control sobre los medios de violencia: policía y ejército.

En la tecnología web, se utiliza el concepto 2.0 para indicar que los contenidos web ya no son estáticos y fijos, sino que es posible que el usuario interactúe con los mismos y se convierta en productor de contenidos.

A nivel global, los estados han perdido gran parte de su poder de intervención sobre lo económico que, en general, está en manos de grandes grupos empresariales que operan a nivel internacional. Así, el Estado queda como una especie de regulador del territorio que: administra justicia, previene frente a los abusos del capitalismo sobre la población, es garante de la propiedad privada y se encarga de mantener las infraestructuras que permiten las transacciones económicas.
En las luchas obreras del pasado siglo se consiguió, además de la democracia representativa, garantizar cierta protección a las clases trabajadoras (eran tiempos de pleno empleo): salud pública, educación universal básica (con su contrapartida de adoctrinamiento), subsidio de desempleo, jubilación...

Y sí, ahora a nuestros estados los llamamos democracias representativas, pero también podríamos usar el término fascismo 2.0: un fascismo votado, en que los usuarios customizan ciertos contenidos, pero que, sigue gobernado desde arriba hacia abajo. Con una alternancia en el poder de partidos que no cuestionan este esquema de: autoritarismo, sentimiento nacional y monopolio sobre el aparato represor.


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El pasado 1 de octubre, la población catalana, con aspiraciones a convertirse en estado independiente (basándose en su propio sentimiento de identidad nacional) había organizado un referéndum para votar su salida de España. Y, esa votación, que previamente había sido declarada ilegal desde el gobierno central, fue además reprimida con el uso de la violencia... Un acto bochornoso, que obligó al gobierno a poner en marcha todo su aparato propagandístico, para justificar ante la opinión pública lo que era abiertamente un atentado contra su propia población. El fascismo había quedado al descubierto (fascismo del bueno, el de siempre, 1.0).

Yo no soy independentista, me cuesta mucho apoyar cualquier movimiento basado en identidades nacionales, de raza, culturales, religiosas... y menos, un movimiento que lo único que pretende es sustituir un estado por otro.
Aún podría apoyar un nuevo estado que conlleve renuncias de este a parte de su totalitarismo y control de la población.

Es verdad que el independentismo catalán no es sólo un movimiento de arriba hacia abajo, que también hay un pueblo que pide autonomía: para gestionar su cultura, leyes, el marco en que desarrollar la economía... En ese sentido, es difícil no simpatizar: en el sentido de que el pueblo asuma su mayoría de edad y se autogobierne, de forma participativa, no sólo avalando con el voto.

El problema es el sentimiento de nación, que se traga todas las injusticias sociales, incluso las acrecienta (señalando y excluyendo al otro, al extranjero). Provocando que las clases dominantes sigan acaparando el poder y utilizándolo contra el resto de la ciudadanía que, queda expuesta a los intereses de corporaciones económicas transnacionales y a regímenes corruptos.


martes, 26 de agosto de 2014

retorcidas

Aquí, en el pueblo, hay una Dehesa de Encinas centenarias. Contorsionistas en formas inverosímiles. Pasear por ella es toda una experiencia -pasear entre árboles maduros siempre lo es-. Cierta atmósfera de magia e incredulidad te atrapa: ¿Cómo son posibles en un suelo tan agreste? ¿Cómo sobreviven a podas salvajes, heridas de muerte...? Retorcidas de dolor, y aún así, proyectándolo en apacible sombra y abundantes bellotas.


Sí, la Naturaleza es irregular... y generosa. Dedicamos tremendos esfuerzos para someterla a la línea recta, a nuestros esquemas simplistas y ritmo acelerado. Siempre con resultados erróneos, con acciones violentas y reacciones tardías.

Así que acabamos implorando a Dios. Porque no puede ser que la Naturaleza se nos escape de las manos. Debe haber algo superior, algo como nosotros... pero más grande y misterioso. Una invención que sirva para todo: que perdone al poderoso y que llene de esperanza al pobre... Ardua tarea la de los teólogos. Uno ya no sabe si la tendencia a ser gobernados es fruto de siglos de entrenamiento o un gen social que nos condiciona como hormigas: ser reinas o esclavos.

Con todas las historias que forman parte del imaginario occidental y toda nuestra ciencia: ¿Cómo es posible que ese cuento de negación de lo humano y lo natural siga teniendo quien lo tome en serio?

Así que, el catolicismo, nos somete a la tiranía de la fe, nos corta las ramas y nos retuerce como las encinas de estas dehesas. Pero en lugar de sombra, proyectamos odio: hacia la tierra agreste, que arañamos y exprimimos con violencia en busca de frutos exóticos, dinero... En constante lucha por un porvenir ilusorio, irreal, de muerte ¿Es por eso que se dice que el catolicismo es una religión nihilista? Promete un cielo que solo es posible alcanzar tras consumir la vida. Riquezas que solo llegan tras la entrega a la ley del esfuerzo y el crecimiento, hasta los límites de lo insostenible. La negación adherida a todas las creencias, también al capitalismo.

Yo prefiero el mundo real, el que perciben mis sentidos. Claro que, si te rodeas de lo monótono, el gris, humo, prisas, metal, papel... Quizá sea preferible una religión nihilista.

De pequeño, el único contacto que tenía con estas viejas encinas, era en los días de Navidad, cuando se hacía una gran hoguera en la plaza del pueblo con el tronco de una de ellas. Ardía durante todas las fiestas.
Tantos años de historia no pueden borrarse demasiado rápido.
Las dehesas son terrenos singulares, gestionados por todos, puestos en común... Al salir de la iglesia "el tronco" ardiendo era punto de encuentro, donde calentarse el culo, las manos y jugar a descubrir lo inflamable de los diferentes materiales. Con el pasar de los días el gran dinosaurio se iba consumiendo.
Las encinas crecen tan despacio... Al contrario que pinos y eucaliptos, de los que hay numerosas plantaciones. Quemar madera...

Así que, iban a morir al pueblo, cerca de la iglesia. Cuando la muerte ronda cerca, el miedo se intensifica y muchos se arriman a Dios. Esperando una segunda vida. Sí, en la vejez volvemos a las fantasías, como cuando éramos niños y creíamos que podríamos volar... como Super Ratón.

jueves, 11 de abril de 2013

De Lincoln al Estado Social: referencias cinematográficas

Últimamente veo mucho cine americano... Bueno... no es algo que haga sólo últimamente, es casi imposible no verlo, está por todas partes: Con buenas y malas películas; para pasar el rato o reflexionar; alucinar con nuevos avances tecnológicos o conflictos internacionales (reales o ficticios, ¿qué más da?); absorver propaganda de Estado, valores morales... Hollywood se ha convertido en la mayor factoría de sueños y el encargado de moldear en nuestro imaginario colectivo el ideal democrático liberal (por no hablar de comportamientos sexuales, religiosos, de ocio y consumo, cánones de belleza, sensualidad... --> hasta llegar a la pornografía más explícita que inunda toda la inter-red --> La red, el espacio para las minorías, lo bizarro, el subsconsciente.-)

Este exceso de cultura yanqui me produce empacho, atiborramiento... de hamburguesas, coca-cola... Y, a veces, necesito urgentemente una purga a base de cine europeo.
El otro día, el revuelto de estómago me lo produzco "Lincoln", de Steven Spielberg. Desde luego, tanto el título como el director, apuntaban a digestión pesada. Pero tengo cierta debilidad por la historia, además me interesaba conocer la narración oficial y ortodoxa de la guerra civil americana.
Después de todo Estados Unidos es el modelo universal de Estado y Democracia.
En la época relatada -desde una visión europea- los Estados Unidos no eran más que colonias donde hacer y buscar nuevas oportunidades de negocio, enriquecerse. Así que resultaba lógico que el modelo fuese el liberal y que el Estado se limitase a garantizar la propiedad privada y los derechos de los ciudadanos (libres e iguales ante la ley).
Aunque se trataba de una democracia, en el siglo XIX, el derecho a voto seguía restringido a los varones propietarios (vamos, que estaba controlado por los más ricos). La película no oculta las corruptelas a las que está sometida la clase política, de hecho es un claro ejemplo de la importancia del populismo, la compra de votos, estrategia, contactos, etc. En cierto modo, la peli da a entender que todas las triquiñuelas son válidas para aprobar la "Decimotercera enmienda" (la abolición de la esclavitud de los negros).

-¡Qué buenos son los americanos ricos!- Que con su caridad y megalomanía quieren rescatar a los pobres negritos de los paletos del sur.

No he indagado mucho sobre el tema pero, analizando los indicios que se presentan en la película, invita a pensar que: El interés de la facción representada por Lincoln en la abolición de la esclavitud podría tener como objetivo alcanzar un cierto control sobre los estados del sur -cuya economía estaba basada en la mano de obra esclava- debilitando (o haciendo menos rentable) su sistema productivo una vez terminada la guerra.
Claro que, también aparece el argumento iusnaturulista (todas las personas son de la misma naturaleza, anterior a cualquier Estado u organización ¿por qué habrían de estar sometidos a leyes o regulaciones diferentes?). Pero el argumento resulta un tanto fuera de lugar, como un juego sutil del intelecto, al margen del utilitarismo, la efectividad y la acción directa que parecen regir a los hombres de provecho, los triunfadores, los propietarios.
Y, después de todo, las discusiones filosóficas siempre van varios siglos por delante, son necesarias generaciones para ser aceptadas por la mayoría. Y, por supuesto, está el "Statu quo": Los que ostentan el poder necesitan mantenerlo, aunque cambie el paradigma social, tienen que transformarse, adecuarse y prepararse para que todo siga igual.

Hasta aquí no se ha dicho nada de Estado Social, quizá sí de Estado y de su formación.

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"Mientras tanto, en un universo paralelo..." Europa, sumida en plena Revolución Industrial, con grandes monopolios y mano de obra sometida a las más penosas condiciones, los efectos del liberalismo/capitalismo no dejan indiferentes a nadie. Surgen los sindicatos y las ideas socialistas, la idea de que es necesario un cierto control por parte de los Estados sobre el capital, y también un cierto reparto de la riqueza.
Es una época en la que todo está por explotar: Los recursos naturales no parecen tener fin, la ciencia y la tecnología producen inventos cada vez más sorprendentes, las máquinas realizan el trabajo de cientos de hombres... ¿Cómo es posible que las condiciones de los trabajadores sean aún más penosas que en la época feudal?
Los Estados se arman -y crecen aumentando el consumo interno- para defender sus intereses colonialistas y expansionista... Estallan las Guerras Mundiales.

Es admitido que el mayor desarrollo del Estado Social ocurre después de la Segunda Guerra Mundial: La URSS es una gran potencia mundial, Alemania se recupera de los estragos de la guerra, la economía crece, se liberan las colonias, el sufragio se extiende a cada vez más colectivos (negros, mujeres)... Además del Socialismo real de la URSS, en el resto de países europeos surgen la educación pública, la asistencia sanitaria universal, los derechos de los trabajadores, etc. Todo lo que era patrimonio de la beneficencia de los más ricos se institucionaliza y parece que un mundo más justo es posible.
Sin embargo, este Estado Social en desarrollo no está exento de profundas contradicciónes, vicios y perversiones... Como puede verse en "Lola"  de Fassbinder. Una película llena de colores, claro-oscuros, reflejo de una época de crecimiento en lo económico. Es una película sobre lo humano, pero también aparecen de soslayo: el problema de la burocracia; de la coexistencia entre iniciativa privada y estatal; la búsqueda de la riqueza a cualquier precio. Sin duda una buena purga contra el cine de Hollywood.

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Al final se aprueba la "Decimotercera Enmienda" y los Estados del norte vencen a los confederados esclavistas del Sur.

Después de la  Segunda Guerra Mundial, los movimientos socialistas no parecen arraigar en los Estados Unidos. Los negros consiguen una mejora considerable: de esclavos a ciudadanos. Estados Unidos lidera la Segunda Revolución Industrial y se convierte en el gran defensor del ideal liberal (y demócrata). Un Estado de estados, una de las mayores potencias militares, que exporta la idea de mínima intervención en lo económico, sólo defender la propiedad privada y garantizar los intercambios económicos.
El socialismo europeo es una perversión para las grandes corporaciones norteamericanas -que con la globalización y deslocalización se han expandido por todo el globo-. Los Estados y sus instituciones pierden poder, son tentados por el modelo de consumo, el individualismo... Y "Billy Elliot" aparece en una barriada obrera de UK, donde su familia desestructurada lucha por defender los restos del Wellfare State. Billy tiene un sueño de lucha individual, su padre y su hermano (los nuevos esclavos) tienen que trabajar y demostrar que vivimos en un mundo de profundas desigualdades, pero... Con talento, esfuerzo y dedicación, cualquiera puede triunfar. Y el triunfo justifica cualquier sacrificio.

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La política, que era entendida por los griegos como una forma de buscar un ideal de justicia social, y de consensuar la mejor forma de vivir para toda la comunidad -polis-. Ha quedado reducida, desde el fin de la Edad Media - desde el traspaso el poder de la nobleza a la burguesía (de la justificación genética del poder a la económica) -, al arte maquiavélico de mantener e incrementar el poder. El arte de imponer la voluntad de unos pocos sobre las masas. Y, esos pocos, son los defensores del liberalismo económico y el capital, los que controlan la propiedad privada, los que nos seducen con su Estado de Consumo, los que juegan a la Bolsa y a los Mercados.
 



En este mapa conceptual hay 3 enlaces a 3 programas de radio sobre el Estado Social (Origen, Desarrollo y Declive). Cortesía de RTVE y UNED, dos vestigios del Estado de Bienestar, producto del esfuerzo y contribución de Todos.
Como decía la Bola de Cristal: - Solo no puedes, con amigos sí. -

miércoles, 13 de septiembre de 2006

Cogiendo altura

subiendo al Cornón en Somiedo
“Si has decidido confiar, entonces confía.”

No hay nada más fácil que recibir órdenes.
Lo complicado de esta vida, es evaluar las situaciones, los contextos, recabar información, tomar una decisión basándose en criterios propios, asumir las consecuencias. ¡Eso es lo difícil! Requiere esfuerzo, empuje, valor. Tres cosas que algunos nunca poseen y otros sólo en ocasiones esporádicas.

Una solución intermedia, o de compromiso, es: tomar una decisión y mantenerse fiel a ella, confiar en la suerte, la intuición. Dejar de lado la parte que requiere más esfuerzo, lanzarse al vacío y con pulso firme y cabezonería llegar a puerto.

La opción peor, la óptima y la intermedia. Entre ellas mil rangos de colores. La vida tiene muchas formas, muchas variables... A menudo olvidamos esa gran variedad, nos aferramos al esquema simplificado que todos creamos en nuestra cabeza y nos convertimos en mentes cuadriculadas. Nos volvemos reacios a todo aquello que se sale del garabato en que hemos sintetizado todo lo que nos rodea.

Como el Mundo nos desborda, delegamos funciones. Dejamos que nos gobiernen, que nos prohíban, que nos eduquen, que nos moralicen... Y así nos convertimos en extranjeros de nosotros mismos, nadando contracorriente en aguas de indiferencia, en conflictos sin importancia.

Nos guían personas que dicen que saben y, en lugar de revelar sus fuentes, la envuelven en una jerga ininteligible. Y en los medios de comunicación, sólo nubes de humo, sólo predicadores que buscan nuevos fieles. Cada vez un primer mundo más superfluo, más impregnado de cosas vanas.

“¿Dónde están las únicas verdades! Por aquí no andan. Si acaso en vez en cuando pasan como tormentas de verano por mis asquerosos pensamientos.”