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jueves, 16 de marzo de 2023

Peloche y la independencia

Buscaba información de Peloche y me encontré con esto en la Wikipedia 

"En el año de 1939 este municipio desaparece porque se integra en el municipio de Herrera del Duque..."

Una frase lapidaria: el municipio desaparece, deja de existir... Antes era un pueblo, con su ayuntamiento y sus movidas y, de repente, se convierte en un barrio residencial, o una suerte de resort turístico y reserva de exótico folklore -porque, si buscas en internet, se nos desvela como un destino de playa de agua dulce y sus tradicionales danzantes en la festividad de San Antón-. Internet se nos ofrece siempre raudo y veloz a proporcionar su particular visión de las cosas, una visión fresca, actual y atractiva -para los de fuera, porque internet nos muestra la realidad siempre desde fuera, desde un universo exterior virtual-. Pero, en lo que concierne a lo real, a sus vecinos: ¿Cuándo desapareció Peloche?

No parece que fuera algo repentino. En los últimos años de su historia ha sido  como el río que baña sus inmediaciones, el Guadiana: que aparece y desaparece y que, ahora, se encuentra oculto bajo los turbios pantanos apuntalados durante la dictadura.

Peloche tiene su iglesia, sus tradiciones, sus bares, su cementerio y su propia identidad. Salta a la vista que es un pueblo en sí mismo. Aunque haya sido desposeído de sus órganos de gobierno y de su territorio -con la disolución de su término municipal en el de Herrera del Duque y la construcción del pantano que inundó sus mejores tierras-.


La primera desaparición de Peloche que he encontrado documentada ocurre 

"En cumplimiento de una Real orden de 23 de octubre de 1867, la Diputación de Badajoz presentó el día 2 de enero de 1868 un anteproyecto para suprimir algunos distritos municipales y pueblos menores de 200 vecinos, según el censo de 1860.

Estas uniones se harían respetando el partido judicial y la diócesis a la que pertenecía cada pueblo. Dentro del partido de Herrera del Duque, Peloche, que tenía 137 vecinos*, se agregaría al ayuntamiento de Herrera (Comprendía el término municipal de Peloche 16 kilómetros y medio de circunferencia y 6 aproximadamente de diámetro. Tenía mancomunidad de aprovechamiento de pastos con Herrera, y un pósito con 400 fanegas de trigo. Los productos de los pastos que le fueron señalados, cuando se separó de Herrera, eran suficientes para cubrir sus presupuestos.)

Del capítulo Propuesta para hacer mancomunidades y suprimir ayuntamientos menores de 200 vecinos. Calderón López, Fernando (2021). La Siberia Extremeña. Crónicas del Siglo XIX. Gráficas Diputación de Badajoz

*Aquí, "vecinos", quiere decir unidad familiar o cédula de inscripción (Peloche tenía según el censo de 1860 137 vecinos que, en realidad eran 482 habitantes)


Más tarde, la Ley Municipal de Términos Municipales y de sus Habitantes de 20 de agosto de 1870 elevaba a 2000 el mínimo de habitantes para constituir un municipio. Y hasta 1924 no apareció una ley que eliminara la limitación de habitantes para constituir ayuntamiento*.

*Según el documento: Pons-Portella, Miquel (2016). Población mínima de los nuevos municipios: estado de la cuestión tras la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local. Revista De Estudios De La Administración Local Y Autonómica

 

Así que, desde 1868 hasta 1924, la legalidad estatal no fue favorable a la independencia de Peloche. Sin embargo, parece que los pelochos se las ingeniaron para funcionar como municipio después de ser subordinados a Herrera del Duque en 1968. Ya que no parece que la anexión de Peloche a Herera llegara a hacerse efectiva o, si lo hizo, debió ser durante un período muy breve de tiempo. por lo que comentaremos en los párrafos siguientes y por los datos del INE.

Evolución de la población de Peloche según el INE. No aparecen datos en 1842, pero tampoco he encontrado indicios que apunten a que Peloche no fuera un municipio en sí mismo en esa fecha y fechas anteriores. 

 

En la Gaceta de Madrid número 34 del 3 de Febrero de 1934 se habla de 

"que la Diputación provincial de Badajoz dictó en 4 de Noviembre de 1898 suprimiendo el Ayuntamiento de Peloche [...] manifestándose en la Real orden de 1924 que el acuerdo de supresión que se confirmó en 1899 no se había cumplido hasta la fecha [1934] por el Gobierno civil de Badajoz.

Vamos, que en 1898, Peloche era, de facto, independiente y había seguido funcionando con autonomía, al menos hasta 1934 (porque la orden confirmada por la Diputación de Badajoz en 1899 de anexionarlo a Herrera no se había ejecutado).

De todas formas todo este período parece bastante turbulento, como confirma otro párrafo del texto de la Gaceta de Madrid número 34:

"La confusión sobre la existencia o no del Ayuntamiento de Peloche era general y alcanzaba a las Autoridades que con su actuación daban motivos para dudar de ella. Asimismo en el Censo del Instituto Geográfico ce­rrado en Diciembre de 1930, aparece el pueblo de Peloche constituyendo Ayun­tamiento, y el propio Gobernador civil convocó a elecciones de Concejales del Ayuntamiento de Peloche para el 12 de Abril de 1931".

 

De los años posteriores a 1934 sólo he encontrado esta nota al pie de página en el artículo La Siberia extremeña (1927-2017) de Juan Rodríguez Pastor:

"[...] el 15 de enero de 1937, en Castuera, el alcalde de Peloche, Benito Calderón, consiguió una orden del Gobernador concediendo a Peloche su independencia de Herrera (tras la guerra se deshizo la acción)".

La guerra empezó en el 36 pero las tropas del militar golpista no se hicieron con el control de Herrera y Peloche hasta prácticamente terminada, en 1939, momento a partir del cual Peloche nunca recuperó su independencia. Con franco todo quedó "atado y bien atado".


Con la democracia los pelochos realizaron algunos intentos de recuperar su autonomía, pero fracasaron. 

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Van ya varias generaciones que nos hemos criado con la cantinela de que Peloche es una pedanía de Herrera -y la de que, el lema "Peloche manda", es una chiquillada-. Sabemos que resulta un tanto incómodo para los pelochos, así que, los de Herrera, no nos jactamos de ello. Y no es sólo por respeto hacia nuestros vecinos, es porque sabemos que el poder político se ejerce de forma arbitraria, que responde a intereses diferentes a los de la población, que nadie está libre y que, si Herrera tiene su autonomía, no es porque la gente de Herrera sea más fuerte, más lista o haya luchado más, es porque otras instancias superiores -Diputación, la Comunidad Autónoma, el Estado...- así lo han decidido, o lo han estimado oportuno para sus intereses.

Peloche en 1957 y en la actualidad. Imagen extraída del portal Infraestructura de Datos Espaciales de Extremadura

 

En los últimos dos o tres siglos -en los que empezaron a conformarse los Estados modernos- el poder se ha ejercido siempre desde arriba hacia abajo, tanto en democracia como en dictadura -al capital no lo importan mucho los detalles de cómo se acceda al poder, mientras ese poder se ejerza y haga seguras sus transacciones-. Es sintomático cómo este tema de la independencia de Peloche continúa siendo en la zona una suerte de tabú del que nadie habla, permanece oculto, cancelado, como si no fuera relevante para nadie... Quizá, porque si se hablara, habría que actuar y, en nuestras democracias, los que actúan son los que están en las instituciones... Hasta eso nos han robado: la posibilidad de hablar, de organizarnos, de negociar y llegar a acuerdos.

Podemos afirmar, sin mucho problema, que la historia del capitalismo va de la mano de la historia de los Estados modernos, no se entienden los unos sin el otro. Y es esta una historia de desposesión. Desposesión de la autonomía de las gentes, acumulación de riqueza, monopolio -de los medios de producción, de la violencia, la cultura...-. Peloche es un ejemplo de todo esto: de acumulación y centralización de poder político, ordenación del territorio y construcción de mega infraestructuras para sostener el entramado Estado-Capital. 

Ahora Peloche tiene 257 habitantes... Y bajando. Como le ocurren a Herrera y el resto de pueblos de la comarca. No es la España "vacía", es la España "vaciada", desposeída y sacrificada para lubricar los nodos y vías por las que fluye el capital. Que no nos resulte extraño que, los mismos que se encargaron de vaciarnos -capital e instituciones-, se alíen ahora para llenar esto de cualquier cosa: minas, turistas, casinos o plantaciones de placas solares.


PD: gracias a las pelochas Isabel y Maripaz que me proporcionaron material e hilos de los que tirar.


sábado, 10 de septiembre de 2022

Oriente, religión, la reina de Inglaterra y la Virgen de Consolación

Esta semana me presenté al examen de una asignatura de Filosofía, sobre las sabidurías orientales de la India y China. Se está haciendo duro esto. Muy difícil de justificar. Es algo que nadie espera, ni quiere de ti -¿Para qué estudias eso si no te sirve de nada? Con todas las cosas que tienes que hacer, perder tu tiempo en eso... -Es verdad, además me cuesta la pasta y algunos sacrificios.

Estudiando encontré esta cita sobre las enseñanzas de Confucio:

"El hombre debe buscar su perfeccionamiento moral; los principios esenciales de esa moralidad son dobles. Por un lado, la virtud de la benevolencia, amor, bondad, altruismo (ren), y, por otro, la virtud de la rectitud, equidad, justicia (yi) [...] Cada individuo tiene ciertas cosas que debe hacer, porque es lo correcto, sin pensar en las consecuencias o el posible beneficio. Se opone al li (ganancia, amor a la riqueza)" - María Teresa Román. Sabidurías orientales de la antigüedad.

Y pensé que yo seguía estudiando Filosofía porque era lo que tenía que hacer, porque ando buscando ese perfeccionamiento moral y satisfacer el deseo de conocer... Porque se opone al li.

Confucio se preocupaba mucho por los asuntos políticos, la organización de las personas en sociedades, las normas morales y legales... para conseguir vivir en armonía bajo un Estado chino. La doctrina de Confucio se ajustaba muy bien a las condiciones materiales del momento: con una China dividida en regiones feudales que guerreaban entre sí por hacerse con el poder central. Se ansiaba la paz social y, aceptar y acatar las sensatas enseñanzas confucianas, podía llevar a la armonía.

Podríamos pensar que el pensamiento de Confucio ha sido efectivo: que ha conseguido sus objetivos: se ha consolidado y afianzado en la sociedad china a lo largo de los siglos. China es una potencia compacta y de peso en el tablero global, habiendo mantenido esa doctrina confuciana como pegamento de su sociedad. ¿Cómo confiar en alguien que no conoces?: Porque acepta las tesis confucianas, que son muy sensatas y respetuosas con el otro.

En Europa también teníamos nuestro pegamento: la religión. Es verdad que nos resultaría muy raro llamar religión al confucianismo, o a cualquier otra tradición de oriente. Nosotros reservamos esa palabra para las religiones del Libro -judaísmo, cristianismo e islam-, con su Dios, sus normas morales, su jerarquía, sus milagros, sus figuras humanas... Y cuando alguna de estas cosas no están, o se añaden otras rarunas, nos despista.

Pero en Europa la religión ya hace tiempo que dejó de ser efectiva, ni tan siquiera está alineada con nuestros valores morales -quizá sólo como justificación de una organización jerárquica privilegiada-. 
Tradicionalmente se ha dicho que el protestantismo sí se adaptaba bien a la individualidad, el surgimiento de la nueva clase burguesa y la acumulación de riqueza que requiere nuestra organización social y productiva actual: el capitalismo combinado con la democracia representativa. Que por ello fue derrotado el imperio español y se impuso el dominio de la cultura anglosajona a nivel global -o, al menos, en lo que llamamos occidente-. 
Hoy día, pienso, podríamos afirmar sin muchos reparos que, capitalismo y democracia, se han independizado de sus formas religiosas: que son capaces de fundamentar sus propias normas morales, leyes, formas de organización e, incluso, forjar su propia mitología. Mucha gente, hoy día, ansía conocer los secretos del mercado, seguir el sendero del empresario exitoso, hasta llegar al Nirvana de la riqueza y el prestigio absolutos. Que la ciencia y la tecnología ya resuelven la cosmogonía y mitología cristianas. En definitiva, como pregonara Nietzsche, podríamos afirmar que: Dios ha muerto. 

¿Qué podía hacer el cristianismo rimbombante, piadoso, de comunidad, mágico y culpabilizador? ¿Qué podían hacer portugueses y españoles contra la efectividad de los protestantes? Contra ese Dios al que sólo rinden cuentas en privado, con esa vía libre para transgredir casi cualquier norma moral: esclavismo, piratería, proletariado, acumulación...

Hace unos días murió la reina de Inglaterra. Tenía ya un porrón de años. Se había convertido en una ancianita entrañable: un símbolo cuqui del imperialismo británico. Un símbolo que inspira infinidad de memes. Pero, en este mundo globalizado, es también el recuerdo viviente de la explotación de recursos naturales y sociales en "los otros" territorios: "el mundo inculto" que era sólo una reserva de mercancías para la metrópolis.

Ahora hay mucha gente buscando una guía vital: libros de autoayuda, orientalismo, magia, conspiranoia, prácticas religiosas sin arraigo en la cultura propia... Parece que democracia, capitalismo y ciencia no resultan suficiente, que andamos siempre a la búsqueda de ese algo misterioso que de unidad a todo, que justifique la vida - con sus sufrimientos y alegrías-... Andamos siempre a la búsqueda de la espiritualidad, del argumento que nos conecte con el mundo: la música, los viajes, los amigos, los hijos, las batucadas, las procesiones, la fiesta... Y nos encontramos que son sólo estados transitorios, que la realidad material nos exige trabajar, ganar dinero, invertir, comprar, vender, tv, redes sociales... estar permanentemente ocupados y entretenidos. Y claro, el tiempo para la espiritualidad se reduce... Sólo hay tiempo para el comercio -que es lo único que puede justificar cualquier sacrificio, cualquier guerra, cualquier medida preventiva...-

 

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Tras la palmera, la Virgen de Consolación atravesando la plaza del pueblo -finales de agosto de 2022-.

En el pueblo todavía hay ciertas prácticas y rituales religiosos que sirven de pegamento social. A finales de septiembre viene la Virgen de Consolación al pueblo. Mucha gente sale a recibirla y, desde la parroquia se organizan para intentar que la religión sea algo vivido, algo comunitario, que pueda influir en la sociedad para hacerla mejor. Pero resulta sólo en un instante transitorio, el instante en que los devotos creen conectar con lo misterioso y la cerveza de después. En seguida vuelven la realidad material y la individualidad de las series de Netflix.

miércoles, 19 de enero de 2022

Husserl contra el darwinismo

Husserl maneja conceptos muy interesantes -y muy abstractos también-. Ocurre en muchas obras filosóficas: que nos cuesta encontrar la forma de aplicar esos conceptos a nuestro mundo vivido. Al tratarse de estructuras tan generales, pareciera que encajan en todo y que no encajan en nada. Husserl dedica muchas páginas al intento de acotar los términos y, a medida que avanzas en la lectura, crees ir comprendiendo... Pero cuando intentas aplicar a un ejemplo concreto... sientes como el agua se escurre entre los dedos. 

Quizá sea cierto defecto de mi formación tecno-científica, en la que las fórmulas y teorías siempre salen de datos concretos: se toman medidas de campo y, luego, se trata de obtener la ecuación por medio de aproximaciones matemáticas. Finalmente se coge la fórmula, se aplica a nuevos datos y, si encaja... ¡Voilá! Hemos acertado.

Husserl era crítico con la racionalidad científica. Pero no porque fuese un magufo, o una persona religiosa. Él estaba convencido de que la ciencia es la única herramienta que tenemos para conocer de forma precisa la realidad y prepararnos para afrontar acontecimientos futuros.

Lo perverso de la racionalidad científica radica en que se aplica a todos los ámbitos. Estamos continuamente calculando, matematizando, intentando acertar en nuestras predicciones, tratando de tomar las mejores decisiones. Incrementar nuestro nivel de consumo, hacerlo sostenible... Eso en la esfera privada. Pero es que en la esfera pública es aún peor: no hay decisión política que pueda tomarse sin cuantificar económicamente su impacto. Tanto si se trata de atajar una pandemia como de potenciar la cultura. Todo se mide en presupuestos o en los costos -sanitarios, de educación, control...- que tendría no llevar a cabo la acción. 

Siendo más precisos, lo que ocurre previamente a la aplicación de la racionalidad científica a toda realidad, es una simplificación e interpretación matemática en términos económicos de la realidad -social, política, histórica..-. Una vez tenemos una realidad cuantificable es posible operar con ella en términos matemáticos. Lejos quedan ya las racionalidades religiosas, místicas o políticas. Lo que nos queda es una realidad mecánica, mediatizada por complejas fórmulas y protocolos que sólo los elegidos -expertos- pueden manejar.

Husserl intenta encontrar otras formas de lidiar con la realidad. Las realidades científicas están ahí, no es necesario negarlas. Pero también es cierto que la mayor parte del tiempo vivimos de espaldas a ellas. No nos importa si un bolígrafo está compuesto de átomos o si, para fabricar la tinta, se utilizan tales o cuales procesos químicos. Podemos dejar eso entre paréntesis -como si fuera caja negra- y centrarnos en lo que nos interesa, en "las cosas mismas": que el bolígrafo lo utilizamos para escribir. La realidad científica es sólo una más de las realidades del bolígrafo. 

Así que, puede parecer un error aplicar los razonamientos científicos a los asuntos humanos, donde la realidad se construye desde diferentes subjetividades, donde la realidad científica es sólo el trasfondo, que se da por hecho y pasa desapercibido. 

 

A menudo,  la racionalidad científica se nos presenta como objetiva, real, al margen de todo deseo o anhelo. Pero el campo de lo humano está constituido sobre subjetividades y deseos -individuales o de grupo-. Y, cuando se aplica la racionalidad científica a un campo que no le corresponde, se suele hacer dirigida por cierta subjetividad para someter al resto.

 

Cuando Darwin publica "El origen de las especies", en 1859, muchos -incluido el propio Darwin- se lanzaron a extrapolar la interpretación de los datos observados por la zoología a las sociedades humanas. Podríamos decir que se trataba de aplicar esa racionalidad científica también a lo social. 

Darwin era Inglés y, cuando publicó su libro, ya estaba bien avanzada la revolución industrial. Llevaba tiempo observando las enormes masas de obreros hacinados en las ciudades y fábricas, mientras las clases adineradas concentraban más y más riqueza, a la par que arrebataban el poder a la antigua nobleza. Entre estas clases altas de la sociedad victoriana se habían acogido con entusiasmo las ideas de libre mercado de Adam Smith y los análisis poblacionales de Malthus. Con estos antecedentes, el Darwinismo, desarrolló su concepto de evolución como consecuencia de una lucha despiadada entre las especies -al igual que los humanos luchaban por la supervivencia en las urbes-. De ahí se derivaron algunas corrientes sociales y morales que trataban de naturalizar la miseria y justificar a los ricos y poderosos como los más aptos.

Si miramos a la naturaleza, nos puede parecer cruel y despiadada en muchas ocasiones, pero la mayor parte del tiempo la observamos como algo armonioso, interdependiente, donde se escenifican numerosas relaciones de apoyo mutuo y donde la selección de los más aptos no apunta tanto a los más violentos, fuertes o astutos, como a los que cuentan con más "amigos", son capaces de adaptarse mejor a las épocas de escasez, o afrontar los diferentes contratiempos ambientales. Esta era la visión de científicos rusos como Kropotkin. Científicos que habitaban un extenso territorio, prácticamente vacío, con frecuentes inclemencias meteorológicas, escasamente industrializado, con gran parte de la población en territorios rurales... Así que les costó encontrar ejemplos de esa escasez y lucha malthusianas que Darwin había incluido en sus teorías.

La interpretación que hizo Darwin de sus observaciones tenía un sesgo ideológico. Y se utilizó por esa ideología para justificarse a sí misma. 

Algo así ocurre con la ciencia actual, financiada por el capital para desarrollar tecnología que aumente ese mismo capital. Y, en tanto la ciencia se alza como el único saber verdadero, reviste a su socio -el capital- de ese halo de determinismo y repetibilidad -que son los objetos de estudio de la ciencia- y nos convence de que el mundo es así y no puede ser de otra manera, nos somete a su yugo mientras devalúa el resto de saberes -justo los que deberían guiarnos en el ámbito de lo elegible-.

lunes, 27 de diciembre de 2021

Una huebra

Estábamos en la sobremesa, frente a la lumbre. Y los mayores se pusieron a hablar de las cosas del pasado, de cómo habían cambiado las labores del campo -y del día a día en general-. A mí me gusta escucharlos aunque, a menudo, cuando se enredan en reconstruir el árbol genealógico de tal o cual persona que debería conocer, me pierdo... Entonces asiento y lanzo una sonrisa, para ver si cuela -que ya he caído en quién es- y prosiguen con la historia ¿Qué me importa a mí si los socios del Casino eran los abuelos de tal o cual persona? Los ricos hacen cosas de ricos y los pobres trabajan.

Tengo que andar traduciendo sus referencias: infiriendo datos, en función de la edad de quien habla, tratando de esclarecer cuando se refieren a sus vivencias o a hechos aún más remotos -que les narraran sus padres o abuelos-... Los nombres y apellidos no me interesan, no los ubico, no me sirven como hito. Aunque entiendo que para el narrador sí, son significativos y le sirven para ordenar su historia.

El señor X mató el último lobo -allá por los 60's-. Lo cogió con un cepo en la sierra de la umbría y llegó arrastrándose hasta el Pilarito de Consolación. Además de la recompensa del ayuntamiento, los ganaderos le daban dinero -había salvado sus rebaños-. Las ovejas había que encerrarlas todas las noches en un redil hecho a base de esparto -no había alambradas de metal-. También usaban mastines con collares de pinchos -carlancas-. Los pastores tenían que dormir en los chozos... 

El pueblo era más pequeño y las casas estaban adaptadas a otros usos. Los animales se guardaban en las propias viviendas. Había un tipo que se dedicaba a recoger los cerdos de las familias y llevarlos a comer a la Dehesa. La Dehesa tenía sus propios guardas: para que nadie robara las bellotas o la leña de otros, ya que las encinas eran del pueblo -de particulares-, mientras que los terrenos eran públicos -del ayuntamiento-. Me gustaba esta distinción entre "el pueblo" y "lo público". El ayuntamiento como algo ajeno, como una herramienta de control que se impone desde instituciones más altas, para defender los intereses de los más poderosos -los grandes propietarios- y administrar la escasez -para que exista mano de obra disponible-.

Me contaron que los terrenos de la umbría se sortearon -supongo que pagando algo- entre las gentes del pueblo. Debían descuajarlos, limpiarlos de monte y sembrarlos. Hay muchos olivares ahora en esa zona -aquello ocurrió bastante después de la Guerra-. A cada uno se le daba una huebra, que era la porción de terreno que podía labrar un hombre con una yunta en un día. Las raíces se traían al pueblo para las lumbres -no había bombonas de butano aún-. 

Había ricos que poseían grandes cantidades de tierra y las ofrecían para que otros las explotaran, a cambio de parte de la producción -dos quintos, o lo que fuera-. También había quien vivía de sus animales y sus parcelas. Y quien no tenía nada, excepto su fuerza de trabajo, y tenía que utilizarla... Que había una Dehesa "vendía", que se la dieron a no sé quién como favor de guerra. Que un olivar era mucho más valioso que una casa. Que el pueblo estaba mucho más recogido, que donde yo vivo no había nada -era campo-... 

La próxima vez, debería utilizar una grabadora.


El pasado como esas tierras abandonadas, donde prolifera el monte y también se alzan grandes ruinas, árboles que se hacen fuertes, sendas que conectan el territorio con sus gentes.

martes, 8 de junio de 2021

Ciencia, tecnología e historia como construcciones sociales

En la tecnología, la física, las matemáticas... Siempre se nos instruye en las últimas teorías y metodologías aceptadas por los expertos de la época. Lo que hubiera anteriormente no nos interesa porque, simplemente, ha quedado demostrado era falso... Bueno, quizá tampoco estamos tan seguros de la falsación, pero lo que sí podemos afirmar es que ahora no nos resulta útil para los fines que pretendemos alcanzar.

En sociología, antropología y otras ciencias humanas, sí que se suele prestar mayor atención a las diferentes enfoques y desarrollos históricos -aunque sólo sea para hacer notar sus carencias y las soluciones adoptadas en las tendencias actuales-.
Es verdad que, normalmente, cuando se enseña alguna de las ciencias duras -física, química...-, se suele hacer un repaso histórico por las diferentes épocas e inventores. Pero es un repaso finalista: un recorrido por los avances y descartes que nos conducen hasta el estado actual, que es el verdadero. 
Hegel intentó hacer eso mismo con su interpretación de la historia y no nos inspira tanta confianza como los científicos de nuestra época. El estado actual de nuestras sociedades dista mucho de ser utópico o deseable -quizá sólo para unos pocos-. Así que, plantear la historia de la humanidad como un avance de logros hasta llegar al presente, resulta un tanto grotesco. Hegel es considerado pretencioso por ello y, nuestros científicos... también -pero no tanto-. 

Podemos atribuir a Hegel y los idealistas alemanes cierta actitud conservadora pero, sin embargo, consideramos que la ciencia está exenta de todo sesgo ideológico, que sólo ofrece una interpretación fidedigna de la realidad -en base a nuestras herramientas actuales-, que estudia lo que es así y no puede ser de otra manera. Afirmamos así que existe una realidad externa, que podemos conocerla y que, cuanto más precisos seamos en ese conocimiento, más éxito tendremos moviéndonos a través de esa realidad ideal...

En un entorno empresarial de trabajo, la ciencia serían los problemas del día a día, lo que hay que ir resolviendo cuanto antes. Y, luego, si hay tiempo, se piensa en cómo posicionarse, hacia dónde tender, dejarlo bonito... Pero todo eso ya no sería trabajo de la ciencia.

 

El desarrollo de la vacuna se ha difundido como uno de los grandes logros de la ciencia -obtenida en tiempo récord-. Pero quizá cuesta menos verla como un logro del sistema capitalista -el capitalismo creando y solucionando sus propios problemas-. Imagen extraída de El Mundo


Durante la actual pandemia de la Covid-19, la ciencia se ha volcado en el estudio del virus y la búsqueda de soluciones para evitar la enfermedad. Las farmacéuticas han invertido grandes sumas de dinero en el desarrollo de unas vacunas con las que poder comerciar... 
—Pero ¿La ciencia no es un saber independiente de condicionantes sociales y  sesgos ideológicos? 
—No, claro que no. Es una construcción social, como lo son la tecnología, la arquitectura, el arte... Apunta en direcciones privilegiadas, según las demandas de la sociedad -o el mercado-. La ventaja del conocimiento científico es que permite hacer predicciones -dadas unas condiciones de contorno muy concretas- y desplazarnos con ciertas garantías en esa dirección. 
—Ya veo. Así que, la relevancia actual del conocimiento científico y técnico devienen de su utilidad para el sometimiento y transformación de la Naturaleza -en sociedades capitalistas de consumo- y no tanto en que proporcionen una explicación fidedigna de la realidad. 
—Es posible. Quizá en otras épocas hubiesen tenido mayor importancia y utilidad los conocimientos religiosos, las habilidades artísticas o la pericia en la batalla. 

 

Esta dependencia de la ciencia respecto de la sociedad se puede observar también en los cambios que sufren las propias teorías científicas a lo largo del tiempo y cómo se adaptan a nuestros nuevos intereses. Por ejemplo, para poner un satélite en órbita se necesitan unas teorías y medidas mucho más precisas que las que manejara Copérnico para explicar por dónde aparecían los diferentes planetas del sistema solar. Quizá alguien podría pensar que han sido los avances en la ciencia los que han posibilitado el lanzamiento de satélites, como si fuera ese un destino ineludible al que nos arrastra el conocimiento de la física y el espacio. Pero pienso que, con la gran cantidad de estudios antropológicos, sociológicos e históricos que existen en la actualidad, resulta difícil defender esas posturas. Más cuando vemos que todos estos desarrollos no conducen necesariamente a sociedades mejores y parecen responder más al sesgo cultural e ideológico de occidente -al deseo de estas sociedades de dominar y someter la Naturaleza-. 

Seguramente podamos admitir cierta realimentación entre los avances científicos y las direcciones en que se mueven las sociedades. Pero resulta difícil defender, a día de hoy, la ausencia de sesgo en la ciencia, o que esta tenga un peso mayor en esa relación de interdependencia con la sociedad, incluso a pequeña escala: en la lucha entre laboratorios, equipos de investigación, universidades, empresas...
No está demás bajar el conocimiento científico de su pedestal para admitir que es sólo un tipo más de saber, al servicio de unos fines muy concretos.

 


sábado, 27 de marzo de 2021

Extremadura y el 25 de marzo

Esta semana fue 25 de marzo. Un día que algunos extremeños -a la izquierda del espectro político- reivindican como el verdadero día de Extremadura. Un día que hace referencia al 25 de marzo de 1936, cuando los trabajadores del campo extremeño se organizaron y ocuparon las grandes fincas a lo largo y ancho de la Comunidad Autónoma. El objetivo: poner los medios de producción -la tierra- al servicio de quienes los trabajaban. Un hecho inusual, casi bizarro... porque parece que los extremeños nunca protestan: son gente aburrida y mansa que aguanta lo que se les eche. 

Portada de la revista francesa Regards con foto de David Seymour (Chim). / ARMHEX. Extraída de CTXT

A mí me la trae floja el día de Extremadura. Pero sí es verdad que, si algo podía identificar a los extremeños -aunque no sólo a los extremeños y tampoco a todos-, es la división de la superficie agrícola en grandes latifundios utilizados como lugar de recreo e inversión especulativa -propiedad de gente que ni tan siquiera habita por aquí cerca: los señoritos de la capital-. 
Aquí apenas ha habido grandes fábricas o industrias. Nuestro medio de producción es la tierra. Nuestros obreros son agricultores, ganaderos, colmeneros, resineros... Eso hace que la población haya estado tradicionalmente dispersa y resultara más sencillo mantenerla sometida a los caprichos de los grandes propietarios. Esta dispersión también ha dificultado la organización y la implicación de la clase trabajadora en movimientos revolucionarios.
 
Tampoco creo que los extremeños tengamos una fuerte identidad cultural como pueblo: más bien somos una amalgama de andaluces, portugueses y castellanos, distribuidos según la proximidad a qué frontera artificialmente creada -con fines administrativos y de gestión-. Así que, cuando se dirimía el día en que debíamos celebrar la unión que nos habían impuesto, parece que el presidente de la Junta -socialista y obrero- decidió que el mejor día para celebrar la extremeñidad era el día de la Virgen de Guadalupe -Toma yá!- Le pareció que la creencia en estos seres míticos y mágicos nos representaba muy bien. Y también potenciaba nuestro carácter manso: -Somos gente pacífica, aquí no hay ningún conflicto, hagan con nosotros lo que quieran... la Virgen proveerá
 
 

El movimiento del 25 de marzo fue apagado durante el mes de agosto de ese mismo año: con el golpe militar, su desenlace en Guerra Civil y la masacre perpetrada en la plaza de toros de Badajoz por el bando franquista.
Podría decirse, con el expresidente de la Junta, que el 25 de marzo fracasó. Pero el mayor fracaso sería dejar caer esa fecha en el olvido. Como efectivamente ha ocurrido: la mayoría de extremeños no conocen aquellos hechos.
Se ha borrado de nuestro imaginario la idea de que también nosotros podemos organizarnos desde abajo, que podemos luchar y reclamar justicia. Pareciera así, que las revoluciones son cosas de pueblos lejanos: los arrojados rusos, los irreverentes anarquistas catalanes...

Y no creo que sea algo casual ese olvido. Porque es una fecha que cuestiona el sistema actual de propiedad privada -algo absolutamente inviolable en nuestra sociedad actual-. Aunque realmente lo que cuestione no sea la propiedad privada sino, más bien, cómo deben administrarse y repartirse los beneficios obtenidos con el trabajo. Y, seguramente, cuestione muchas cosas más que tienen que ver con: la toma de decisiones, la distribución del poder, la solidaridad, el reparto... Asuntos que, los que nos gobiernan -ahora democráticamente- tampoco están dispuesto a a poner bajo el punto de mira.

jueves, 28 de enero de 2021

De cómo me liberé de la religión

No sé en qué momento dejé de creer en Dios... Diría que, cuando recibí el sacramento de la Confirmación, ya me chirriaba bastante todo aquello del cristianismo. Aquí, en el pueblo, la Confirmación se hace pronto, sobre los 14 años, en plena adolescencia, con las hormas en frenética actividad.

La verdad que, desde aquellos entonces, me he sentido engañado por la religión. Yo era un chico normal, obediente, aplicado... ¿Por qué habría de cuestionar la existencia de Dios o la verdad de las escrituras...? La religión lo envolvía todo, era de lo más normal: ir a misa los domingos, la Semana Santa, la Navidad, Jubileo...

Pero claro, la gente hablaba:
-Yo creo que algo hay... Llámalo Dios, o llámalo magia, si quieres... Pero algo hay...
-Los curas y las monjas son unos sinvergüenzas. Pero las enseñanzas de Cristo están bien.
-Que no. Que eso de la religión es un cuento chino para mantener sometida a la población. Mira cómo viven en el Vaticano.

También es verdad que, en la adolescencia, empieza a abrirse el abanico de contactos, las formas de ocio y los contenidos culturales -totalmente ajenos a los proporcionados por la familia y la escuela-. También el contenido de la educación institucional se diversifica, se hace más complejo, menos esquemático...

Y, un día, ves La vida de Brian, El Exorcista, Los Caballeros del Zodíaco... o, simplemente, lees libros ambientados en otras épocas y culturas... Y piensas -¡Ahí va la hostia! Esto de la religión no está cerrado. Cada pueblo tiene la suya. Hasta hay gente que vive ajena a toda religión.

La música fue también muy importante en ese proceso. La música puede ser irreverente, blasfema, transgresora... Al arte siempre le concedemos esas licencias. Ofrece imágenes intuitivas, agradables, provocadoras... que, luego, si te apetece, puedes procesar y desarrollar conceptualmente. Supongo que, escuchar canciones como el Salve de La Polla Records, en plena adolescencia, en un momento en que estás cuestionando estas creencias, supone un gran impulso, una liberación... Todavía hoy me parece un temazo -aunque ya no tenga tintes de revelación- .

Control económico
Es control del poder
Control mental
Control sexual
Realmente tíos
Nunca he visto religión
Que pretenda tanto
¡Salvarnos a hostias!
¡Salve, Regina!

 

La religión es una experiencia inmersiva que es necesario vivir en comunidad: practicar el culto, comentar los textos sagrados, compartir celebraciones, someterse a normas morales... No tengo nada en contra de todo eso. Es guay sentirse parte de algo. Lo que peor llevaba era la fundamentación de la creencia en un ser supremo que está en todas partes... y te vigila. El sentimiento de culpa... ese sentimiento tan cristiano, que te atormenta cada vez que te dejas llevar por las pasiones más mundanas.

Lo de las pajas era lo peor, porque es normal ponerse cachondo y hacerse una paja. Los monos lo hacen mucho -y se les ve bien felices- ¿Por qué los humanos debíamos sentirnos culpables por ello? Me resultaba fastidiosa toda la represión de la sexualidad... 

Para Freud todo desorden mental tenía que ver con la sexualidad. Después de tantos siglos de cristianismo, sería fácil que detectara neurosis a cascoporro por todo occidente.

 

Cuando íbamos a misa, no recuerdo que nadie nos advirtiera de que lo dicho en la Biblia se tratara de metáforas, hechos no necesariamente ciertos, narrados en un lenguaje simbólico... Que los teólogos y eruditos interpretaban de tal o cual manera, pero que podía significar cualquier cosa. Porque, en dos milenios de andadura, la sociedad y la lengua habían cambiado una barbaridad.

Vamos, que aquello no se sostenía por ningún sitio, a poco que tuvieras cierta curiosidad histórica o científica.

Al principio de abandonar la fe me sentía un poco inseguro, como si andara por ahí sin mascarilla. Si Dios no existe, entonces todo vale, se puede hacer lo que se quiera: matar, robar, mentir, drogarte... Pero pronto te das cuenta que hay un montón de motivos para no hacer todas esas cosas, desde el tan razonable "no hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti", a otros quizá no tan directos, pero a los que puedes llegar por tu propia experiencia: hay sustancias que nos sientan muy mal y no compensan un instante breve de placer.

Por aquellos entonces, también pasaba temporadas con mis primos de Madrid, algo mayores que yo, con una visión mucho más amplia del mundo y las relaciones sociales de la que manejaba desde mi pequeño pueblito. No es lo mismo la teoría -leer cosas, ver pelis...-, que conocer a quien las pone en práctica.

Así que, acabé por sentirme muy cómodo sin catolicismo, sin Dios, ni amo... Y seguía siendo un chaval obediente y aplicado. No la echo de menos, no la necesito, no me aclaraba nada, no me quitaba dudas... al contrario, lo complicaba todo y, además, me hacía sentir mal. 
Dios se disolvió, sin más, se esfumó, como otros amigos imaginarios que tuve en la niñez.


El caso es que, el otro día, la mayor de mis hijas, dijo que ella no quería hacer la comunión: porque hay que ir a misa y es un rollo. -Y ¡Total! Sólo para hacer una fiesta, comer chuches y tener regalos. ¡Si la podemos hacer cuando queramos! Además, yo no voy a clases de religión. 

Por algún extraño motivo, me enmierdé en explicarle qué es la religión. Algo muy difícil de contar a una niña que aún tiene escasos referentes culturales, históricos... Así que no salí muy bien parado de mi hazaña. Traté de establecer un paralelismo con sus amigos imaginarios, en una especie de caricatura del pensamiento de Feurbach -de la religión como proyección humana-. 

Y, pensé: -Es verdad que todas las prescripciones morales y el sentimiento de culpa son un buen montón de mierda. Pero es difícil comprender la sociedad occidental, pasada y actual, sin conocer la religión cristiana

Nuestros modelos de familia y Estado están codificados en términos religiosos -fidelidad, comunidad-. Muchos de los males de nuestra época se entienden mejor observando el papel que han jugado las religiones. La historia de la humanidad ha estado siempre impregnada de lo profano y lo sagrado, de la idea de bien y el mal. De luchas de poder en las que Iglesia y Estado se daban la mano, o todo lo contrario.


También es cierto que la humanidad anda siempre buscando un más allá. Que cuando alcanza los límites de su conocimiento, recurre a lo mistérico y mágico. Que se resiste a la ausencia de sentido y la brevedad de la vida terrena. Lo vemos hoy día en el gran interés que despiertan las religiones orientales, el esoterismo, la búsqueda de vida extraterrestre, la metafísica, el arte... Parece que hubiera un deseo irrefrenable de espiritualidad en la sociedad.

Entiendo que existan personas que se sientan cómodas en la religión, grandes cerebros de los últimos siglos han contribuido al avance de la ciencia y de las teorías del conocimiento conservando su fe.

Siempre me pareció paradigmático el ejemplo de Kant. Un hombre piadoso que realizó grandes esfuerzos para conseguir conciliar sus sentimientos religiosos con la razón y las críticas que otros, como Hume, hacían a la religión. Este pobre hombre, que únicamente consiguió afirmar la idea de Dios como sustento de la moral, poniendo en cuestión su existencia ontológica. 

Pero, para sustentar el comportamiento moral, no es necesario ningún Dios. Posteriores autores irían desmenuzando la religión y desvelando sus miserias, hasta que Marx ya la llamara "el opio del pueblo". Seguramente haya miles de razones para no tener fe, pero la humanidad no es puramente racional, también pesan el deseo, los instintos, ideales... Quizá por ello persiste entre nosotros, a base de reformas y contrarreformas.


Hay párrocos que dan discursos sensatos y piadosos. Y también hay los pederastas y ruines. La fe por sí sola no te hace malo ni bueno -aunque lo intente-. Quizá la religión pudiera contribuir a una sociedad mejor -satisfaciendo su necesidad de espiritualidad y de búsqueda de sentido- si no estuviera tan imbricada con las formas de poder. 

Yo no guardo buenos recuerdos de mi época cristiana. Era sombría y cruel, como las figuras que adornan la iglesia. Quizá, sí que tengo una imagen más amable de Jesús -como un hippie de los 60's-.  Pero no estoy dispuesto a hacer pasar a mis hijas por toda la represión sexual que predica la Iglesia, ni por la asunción de normas morales sólo por obediencia ciega, prefiero ahorrarles ese trago.

Virgen de Consolación, patrona de Herrera del Duque. Agosto de 2015. Llega desde la ermita, cargada de propiedades psicomágicas, para pasar unos días en el pueblo.


viernes, 13 de marzo de 2020

Narraciones. De procesiones, urbes y coronavirus

Estaba tomando unas cañas con amigos. Que resulta forman parte de una de las cofradías del pueblo -esa clase de gente que, en Semana Santa, saca de las iglesias imágenes de vírgenes y cristos y las pasea solemnemente por las calles del pueblo-.
Eso es todo lo que yo sé de las cofradías. No es algo que nunca me haya interesado, aunque algunas veces sí que me paso a ver las procesiones. Resultan un espectáculo curioso, como de otra época, con música, autoridades... Y una oportunidad de encuentro con los forasteros que visitan el pueblo en esas fechas.

Pero para los cofrades es algo más serio. Después de todo, son un grupo de gente variopinta que debe planificar una actividad para exhibirla ante todos los vecinos del pueblo. Y, claro, tienen que organizarse.
Las calles del pueblo periódicamente se adecentan, reparan y someten a obras. Así que, una de las cosas que deben discutir y fijar es el recorrido de las procesiones para ese año.
Supongo que al montar un espectáculo así, lo que se pretende es contar una historia. En principio, la historia de Cristo en sus últimas semanas de vida. Pero la historia de Jesús ha sido siempre polémica. Hay quien la cuenta de forma rimbombante desde el Vaticano y, otros, de forma mucho más austera desde las parroquias a pie de calle. Por poner dos ejemplos enfrentados -que hay muchos más, porque durante dos milenios da tiempo a construir muchos relatos sobre su obra y vida-.

Así que, elegir las calles no debe ser tema trivial. No se cuenta lo mismo pasando con penurias por una calle estrecha y mal iluminada que haciéndolo por una amplia avenida, con chorritos, terrazas y luces de colores. Si a todo eso le sumas intereses personales, partidistas, piques con otras cofradías... ¡Menudo cirio!


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Zootopia es una película de animación destinada al público infantil.
La verdad que la imagen y la animación están muy, muy cuidados. Los colores y los movimientos de los personajes te encandilan desde el minuto uno.
Así que, se ha convertido en una de las películas favoritas de la mayor de mis hijas.


La historia también te atrapa, está llena de intrigas, pequeñas historias anidadas, saltos en el tiempo... Pero, para mí, tiene ciertos aspectos que no me gustan en absoluto:

El hilo conductor de la película es el deseo decidido de una conejita por convertirse en policía.
Con el montón de profesiones que existen en el mundo tienes que hacer que la protagonista de la historia sea policía??!!
Además, tratándose de una película que se llama "Zootopia" -aludiendo a "utopía"-, resulta difícil imaginar que sea necesaria la existencia de policía. Porque la policía no deja de ser una herramienta de control sobre cierta parte de la población, para que no se le ocurra perpetrar actos que atenten contra "los buenos" (los propietarios). En el fondo, una herramienta para sostener y defender los privilegios de unos pocos sobre el resto. Si fuera una sociedad realmente utópica, de iguales, basada en la racionalidad y el bien común ¿Por qué iba a ser necesaria la policía?

Otro de los pilares fundamentales en los que se asienta la película es que los animales han dejado de ser salvajes y viven en armonía en una gran ciudad, Zootrópolis  -el nombre que toma la película en España-. Herbívoros y depredadores han dejado de lado sus instintos naturales y sus actos son guiados por la más absoluta racionalidad -como si fueran humanos-. Pero la ciudad que describen no es diferente de una jungla: asentada en la desigualdad de barrios ricos, pobres, guetos... donde todos compiten contra todos. Una estructura imposible de sostener sin que unas reducidas élites se ocupen de administrar el poder. Es decir, una urbe donde el deseo, el instinto, el sadismo... en fin, lo irracional, dan forma a la sociedad.


Así que "Zootrópolis" me parece un título mucho más apropiado que "Zootopía". Porque no deja de ser una metrópolis, como las que conocemos hoy día, donde los habitantes son animales, en lugar de humanos.

También tiene algunos aspectos positivos.
No quiero hacer spoiler de la película, así que no voy a desvelar detalles relevantes del argumento. En cierto momento de la trama, surge la polémica de que los depredadores pueden llegar a ser peligrosos, y acaban siendo víctimas de cierto prejuicio social -no deja de ser un ingenioso giro que los depredadores sean víctima de los prejuicios de los herbívoros-. Un prejuicio que además surge, y es alentado, desde las autoridades y los aparatos de control de esa misma sociedad. Un tema de candente actualidad en nuestras sociedades occidentales, donde la precariedad, el individualismo y el estado de constante alerta hacen que surjan brotes xenófobos y racistas, al mínimo atisbo de cambio.
Y este aspecto, junto con el hecho de que la protagonista sea de género femenino, y no esté estereotipada como sexo débil, es lo más remarcable de la película.

Por lo demás, no deja ser una apología del orden establecido, de la vida en mega urbes como el culmen de la evolución, de la meritocracia individualista como esa idea de que con tu propio esfuerzo puedes llegar a ser lo que te propongas... Lo que viene siendo propaganda del estilo de vida americano. Un estilo de vida dañino para el planeta y la mayoría de la población.


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Cuando se cuenta una historia se hace siempre desde una determinada posición, y con unos determinados fines. Por ejemplo, las historias de las guerras las cuentan siempre los vencedores, con la intención de legitimar la victoria -también en un plano teórico-.
La historia de Jesús la contaron sus discípulos, no porque quisieran joder a la humanidad padeciendo mil miserias en la tierra, sino porque creían realmente que encontrarían recompensa en el reino de los cielos.

Hay muchas películas como Zootrópolis, producidas en EEUU por grandes compañías, que invierten enormes sumas de dinero en su producción, y recaudan beneficios aún mayores. El capital anda siempre en esas: queriendo justificarse y reproducirse, buscando difundir -como los discípulos de Jesús- su doctrina. Y lo envuelven todo en esos envases tan coloridos y atrayentes que nos deslumbran y nos hacen olvidar todo lo demás.


Solo con cierta distancia -situándonos en las fronteras- podemos tomar consciencia de nuestra posición y los fines que perseguimos. Solo así conseguimos ver que esas historias las cuentan otros y las cuentan contra nosotros. Historias que, además, se aprovecha para difundir en los momentos que somos menos críticos: en la infancia, durante el ocio...

Ahora ha surgido una pandemia de coronavirus. Un virus nuevo que, aunque no tiene consecuencias graves en individuos saludables, se extiende con gran rapidez por todo el mundo.
Y la amenaza de la enfermedad ha hecho que nuestras posiciones cambien, y también nuestros fines. Aunque sólo sea durante las pocas semanas que dure el estado de alerta.

Al inicio de la pandemia hemos sido racistas con los chinos, los hemos ridiculizado y cuestionado sus métodos para contener el virus. Cuando la amenaza se ha ido acercando, hemos tomado consciencia de que no estábamos a salvo de nuestros propias aversiones irracionales. Y, por ello, hemos mirado con recelo a los que de forma imprudente se salían de los principales focos de infección -las ciudades- para desplazarse a los pueblos.

No paran de surgir voces que cuestionan nuestro actual modo de vida: hacinados en grandes metrópolis, con unos hábitos de consumo obsesivo/compulsivos -que se han llevado hasta el ridículo en el desabastecimiento de supermercados con las primeras alertas de infección- y unas formas de ocio y trabajo basadas en el desplazamiento rápido y continuo entre las diferentes urbes -que han transformado en unas pocas semanas una enfermedad local en una pandemia global-.

La amenaza del coronavirus ha conseguido que bajen los desplazamientos, el precio del petróleo y  las emisiones de CO2 -todo lo que no han conseguido años de continuos mensajes de concienciación verde-. Resulta que la solución no estaba tanto en cambiar los combustibles fósiles por energías renovables, como en bajar el ritmo, desacelerar, decrecer...
También se nos dice que la contención del virus puede estar más en olvidarnos de nuestra individualidad y ser cooperativos, responsables y respetuosos para con los demás, que en acatar ciegamente medidas que van de arriba hacia abajo. Que una sanidad pública que atienda a todos por igual es la única forma de contener una enfermedad que viaja en los mocos de gobernantes y CEOS y que afecta por igual a ricos, mujeres, niños, pobres...

De repente, el coronavirus ha puesto en jaque todos los principios del neoliberalismo. Lo ha dejado desnudo. Y ha cuestionado todos sus fundamentos: sí, el beneficio económico es sólo eso, no tiene que ver con la necesidad, y mucho menos con la responsabilidad.

Rodalies de Barcelona - Febrero 2020


miércoles, 8 de mayo de 2019

Del urbanismo totalitario al capitalismo aplicado en el entorno rural

Me encontraba leyendo este post: "Urbanismo y orden". Donde, desde un cierto materialismo histórico, se realiza un análisis de las diferentes fases del desarrollo urbanístico de las ciudades españolas en los dos últimos siglos.
La última fase analizada corresponde a la que ha tenido lugar desde los años 80 a la actualidad. El autor denomina a esta fase "urbanismo totalitario"

"El tercer periodo parte del aislamiento general de la población propiciado por la desaparición del sistema fabril y la generalización de un estilo de vida consumista. El automatismo de la máquina prevalece sobre los demás factores y modela la existencia humana a la vez que todo el funcionamiento del medio urbano, revelando la esencia totalitaria del urbanismo contemporáneo."

Cuando se planifica la organización del territorio -también de pueblos y ciudades- uno intuye que existen intereses por encima de los propios habitantes y su cultura. Que las motivaciones que priman, a la hora de tomar decisiones, tienen más que ver con las formas de organización económica y de poder que con la identidad cultural, el bienestar, la belleza o la voluntad de un pueblo.

En los trazados y distribución de las grandes ciudades, así como en sus edificios, es fácil apreciar la influencia del capitalismo -y sus diferentes fases de desarrollo-. La ciudad es la estructura que da soporte a los intercambios económicos, la distribución del trabajo y a las nuevas formas de ocio.
Por ejemplo, los centros de las ciudades, se han transformado en atractivos turísticos repletos de bares, restaurantes y tiendas de souvenirs. El resto de actividad se ha segregado en barrios: de oficinas, dormitorio... O se ha trasladado a las periferias: centros comerciales, parques empresariales e industriales, universidades, chabolas, vías de tren, autopistas... Una extensa red en la que se ven apremiados a vivir millones de personas.

Vista aérea de l'Eixample de Barcelona. Imagen extraída del sitio web http://todosobrebarcelona.com/la-historia-eixample-plan-cerda/eixample2014/

Pero en la ciudad también hay lugar para actividades al margen del mercado: zonas verdes para sacar a pasear las mascotas y disfrutar de un paréntesis de paz, algún columpio o tobogán para que los niños chillen y correteen... Mejor en sitios discretos o alejados: los negocios son una cosa y vivir otra muy distinta.
Los centros han de ser lujosos, limpios, ordenados, seguros, pintorescos e impersonales. Un lugar de tránsito para el intercambio económico que, a la vez, resulte agradable y accesible al visitante extranjero.
Así que, desde las instancias más altas del poder, se insta a administraciones y ayuntamientos para que inviertan, remodelen... Para que limpien de malezas los caminos por los que transitan comerciantes y turistas.


Ahora es muy común reparar en que niños y niñas no juegan en la calle. Y lo achacamos a los nuevos dispositivos electrónicos que les encierran en su individualidad. Pero tampoco los adultos salimos a pasear, o a sentarnos en un banco "al fresco", para charlar de forma espontánea. Nos justificamos afirmando que el vehículo privado se apoderó de las calles y plazas, haciendo del espacio público un lugar peligroso para los humanos.
La tecnología del motor de combustión modeló nuestro comportamiento y nuestros pueblos y ciudades durante el último siglo. Ahora lo hacen también las tecnologías de la información y la comunicación.

Las ciudades se han convertido en un hervidero que no deja espacio para el aburrimiento y que, además, nos anima insistentemente a conseguir cada vez más dinero -para mudarnos a zonas más prósperas, optar a servicios de mayor calidad y acceder a una más amplia oferta cultural y de ocio-. Como respuesta a esta falta de tranquilidad nos hemos vuelto más individualistas y competitivos.
Somos conscientes de que existe una extrema desigualdad entre  personas, que la fortuna depende mucho del barrio de procedencia. Desconfiamos, porque no queremos perder nuestro privilegio. Y, en lugar de ir hacia sistemas más justos, invertimos en seguridad y tecnología: iluminación nocturna, alarmas, cámaras, medios de transporte, policía, ejércitos... En todas aquellas medidas que ahondan la zanja que nos protege y separa de los otros.

"Los lugares abiertos como plazas, calles, portales, escaleras, jardines, aparcamientos, etc., se han vuelto tierra de nadie. En ese cocooning popular el discurso securitario se impone. Una parte de la población se siente desprotegida frente a la otra parte y reclama el control policial de esa zona intermedia."

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Me vino a la mente una imagen...
Plaza de España (patio de armas) de Herrera del Duque. Jura de bandera de personal civil - Septiembre de 2017 (foto extraída del perfil público del ayuntamiento de la localidad)

Este desfile militar. En la plaza de España de mi pueblo, que tuvo lugar unos meses después de su última remodelación. El casposo acto tenía como eje central un besa bandera por parte de población civil.
En Catalunya estaban a punto de celebrar su referéndum por la independencia y, en el resto del Estado, proliferaban este tipo de rancias manifestaciones de exaltación patriótica.

A pesar de la similitud que guarda con un patio de armas, la reforma ha dejado una plaza muy digna y moderna -antes era una gran rotonda asediada por coches mal aparcados-.
Ambas reformas -la que la convirtió en rotonda y la que la hizo tomar la apariencia de patio de armas- se ejecutaron dentro de la época que hemos llamado "urbanismo totalitario".

Plaza de España (rotonda) de Herrera del Duque - Mayo de 2013 (Foto tomada por deividiten)

Y con los soldados tomando la plaza, podría pensarse que lo de "totalitario" viene de otras épocas -de la dictadura del militar golpista-. Pero, en cierto modo, nuestras democracias no dejan de ser un tanto totalitarias. Un totalitarismo fugaz, que hay que convalidar cada 4 años.

Así, la plaza del pueblo se ha reafirmado como lugar de tránsito -con el coche como protagonista en su etapa de rotonda, o con el peatón en su etapa de patio de armas-. Muy apropiada para el turismo, los pomposos actos institucionales y celebraciones multitudinarias. Pero un lugar inhóspito para los vecinos: en el que deben permanecer dispersos, buscando la sombra o eludiendo las corrientes de aire. En definitiva, un lugar complaciente con el capital, donde puedes ir  a sacar dinero en el cajero automático, hacer gestiones en correos, tomar o picar algo en el bar y abandonar ágilmente el lugar para atender el resto de tus obligaciones.
Porque estar tranquilamente sentado en el mobiliario urbano, con tus vecinos, no mueve la economía. Y, además, ¿Quién iba a querer algo así? Habiendo TV e Internet.

"[...] el urbanismo totalitario actual, que planifica a lo grande, cambia la identidad de las ciudades como de traje [...] Las nuevas edificaciones transfieren a la ciudadanía la experiencia de una soledad extrema. A fuerza de encontrarse en todas partes constituyendo no lugares, fijan la identidad del poder global, mostrando su barbarie [...]"

jueves, 20 de noviembre de 2014

La mentira de sal

Esta semana ha sido ajetreada:

El Lunes tuve que viajar a Barcelona. En el Ave todos íbamos por lo mismo: Trabajo, muy específico, tanto que nadie lo entiende fuera de su ámbito... demasiado estrecho.
Los que hablaban con su compañero -o por teléfono- lo hacían con voz autoritaria... todos sabían lo que tenían que hacer (ellos mismos  y el resto de la humanidad). Como esos amigos o familiares que se alzan en jueces morales y nos recriminan lo que está mal.
Por la ventanilla corría el paisaje: con campos de cultivo, ganado y páramos abandonados... Todo iba quedando atrás... excepto nosotros que, a 300 KM/h, no podíamos parar. Como los libros de historia, donde se suceden reyes y gobernantes a ritmos vertiginosos, mientras los agricultores cultivan y los pastores pastorean.

El Viernes, de ocio a Córdoba. Visitamos la Mezquita, una amalgama de culturas sobreponiéndose una a la otra. Y por encima de todas ellas, la clase turista... desde todas las partes del mundo desarrollado.

Así que el Domingo, de vuelta a casa, después de tantas sacudidas, cansados y con demasiadas imágenes y sensaciones en la cabeza: trabajo, transporte, velocidad, turismo, culturas,... Todo parecía ilusorio, irreal: todo en viene y va. Nada perdura, como una mentira que acaba dando paso a otra, en un acelerado fluir, hacia la Nada?

No es de extrañar que Platón buscara la esencia, lo verdadero. Más allá de lo "real", de lo que perciben nuestros sentidos. Y se recreara en ese mundo estático de las ideas, lleno de paz y por el que es posible viajar sin cambiar de lugar (en una especie de psicodelia sin alucinógenos).
Después, el Cristianismo, alcanzó un gran éxito reciclando esas ideas, negando la Naturaleza cambiante y colocando al hombre por encima de la creación. Con un objetivo claro: Eliminar la vida, para llegar a ese Mundo ficticio lleno de entes bellos, vírgenes y alados (en una especie de enajenada carrera hacia el precipicio). Nada de estudio o reflexión. Sólo sometimiento a normas morales enfermizas. Y como paliativo: el arrepentimiento.
En el proceso, fuimos permisivos con las drogas que más atentan contra la vida y la imaginación: Tabaco, alcohol... quemar la vida, avergonzarse, dolor...
Así que, al pensar en cultura occidental, a uno le asalta el frío, la línea recta, los grises, el sacrificio, la culpa, migrañas, represión, perversión... y la doble moral: la de la Naturaleza y la de los libros, los panfletos.

No es solo en la religión o las drogas que toleramos. Esa misma estructura (ideal != real = malestar)  es una constante cultural. La reproducimos en nuestro día a día: Un cielo de ocio, consumo de fin de semana y escapadas a paraísos efímeros, vacíos. Sobre el tapiz de 40 horas, 5 días semanales, de represión y sometimiento. El ideal indiscutible de las clases medio/altas, frente a su realidad obrera, enajenada: Stress, depresión, trastornos de la personalidad, tics, doble moral...

La Naturaleza no cuadra con nuestro ideal cultural. Este desprecia la autonomía de aquella y dedica enormes esfuerzos a someterla, reinventarla, simplificarla... destruirla. Una historia de violencia...

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Ensimismado en el dedo gordo que asomaba por el calcetín roto... No parecía necesario tanto sufrimiento. - Si está roto, está roto. Y ya está! No voy a comprar otro -. En la vida hay muchas cosas bellas, crueles, de todos los colores... y es cierto que también resulta agradable fantasear, crear... Pero querer hacer de la fantasía una realidad... creer en fantasmas, Dioses, la Democracia, el Dinero... es infantil y arrastra al dolor y la insatisfacción... Como este calcetín roto que deja los dedos fríos...

En el televisor comenzaba "El escarabajo verde", hablaban de una empresa en Sallent, que extrae no sé qué porquería del suelo, para fabricar potasa. Las impurezas, lo que no vale, lo van acumulando. Y a lo largo de los años han creado una gran montaña... Una montaña de sal (porque la impureza es sal). El presentador y un representante de la compañía están subidos en esa gran mentira de sal... No lo hacen porque quieran un mundo mejor -o todo lo contrario-. Es por un sal-ario que vendemos nuestra alma y el bien vivir al Dios del sacrificio, por la promesa de un cielo que ya está ocupado por unos pocos y, al que bien mirado, ni deseamos, ni nos interesa entrar.