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miércoles, 19 de febrero de 2020

Arte y filosofía o barbarie

Muchas veces nos preguntamos por lo normal: ¿Qué es normal y qué no lo es? A veces nos respondemos que lo normal es lo común, lo de la mayoría... Por eso lo normal es ser hombre, de tez clara, trabajador, con cierto poder adquisitivo... Y ¡Ahí va la ostia! ¡Eso es bastante raro!
Pero más raro aún es que se exponga la obra de una mujer gitana en un gran museo nacional de arte contemporáneo. Que se le de voz a lo "freak", lo marginal, lo menospreciado... Para narrar la sinrazón que todos esos hombres "normales" provocaron durante la 2ª guerra mundial: masacrando metódicamente lo diferente en un afán estandarizador, matemático, saludable, eficiente... Que dejó a la sofisticada Europa en la más absoluta perplejidad.

Theodor Adorno decía que "escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie".
Pero quizá no se ha escrito suficiente poesía después de Auschwitz. Porque lo cierto es que seguimos levantando muros, hacinando refugiados, extendiendo vallas, alimentando guerras... Lo normativo sigue siendo agresivo contra lo común -lo diferente-. Y la poesía -el arte- se nos aparece como uno de los escasos restos del naufragio a los que asirse en el océano de la sinrazón.

Fotografía de una de las ilustraciones de Ceija Stojka. De la exposición "Esto ha pasado", en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid - 16 de febrero de 2020.

El domingo visité el Reina Sofía. Me encanta, siempre que tengo oportunidad... ¡Zas! Me cuelo dentro. Me parece uno de los mejores museos del planeta. La obra más importante expuesta allí es "El Guernica", de Picasso. El resto, son hilos tendidos desde y hacia esa pintura mural. La explicación de toda la barbarie del siglo XX narrada en clave de arte.

Uno de esos hilos es el de la exposición temporal de las obras de Ceija Stojka. Tenemos muy presente que los nazis exterminaban judíos, pero también gitanos... El contraste entre lo nómada y multicolor de las víctimas, frente a lo gris y anguloso de los verdugos -cuidadosamente mezclado con testimonios escritos por la artista-, convierten la exposición en un hito imposible de borrar de cualquier conciencia humana.

Fotografía de una de las pinturas de Ceija Stojka. De la exposición "Esto ha pasado", en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid - 16 de febrero de 2020.

Hace unos días tropecé con un documental donde se exponía la teoría de que hitler era un adicto a las drogas. Y que, de hecho, el uso de algún tipo de anfetaminas era muy común en los ejércitos de la época -jóvenes impetuosos, armados, orgullosos, eufóricos, prepotentes... y drogados-.
Pero no es que desde el documental se pretendiera justificar la atrocidad nazi alegando el atenuante de enajenación por drogadicción. Tomaban esas sustancias porque servían a sus fines: estar siempre alerta, siempre fuertes, siempre vivaces. Las drogas eran sólo un arma más. -Te sientes muy poderoso con tu Parabellum y tus pastillitas Pervitín ¡Ehh?? ¿Soldado!!


La droga no justifica nada -y el documental tampoco-. Pero el documental recoge datos e indicios, selecciona archivos, grabaciones... Y apunta al hecho del holocausto desde otro ángulo, desde otro punto de partida.
Y eso mismo hace el arte: escoger entre toda la amalgama caótica de sucesos, sensaciones, imágenes, sueños, ideales... Y ordenarlos en una estructura de trazos, colores, sonidos, palabras, formas... Que nos resulte inteligible e intuitiva.
El Reina Sofía va un paso más allá: selecciona de entre todas esas obras y construye un discurso. Un discurso que no tiene porqué coincidir con el que escuchamos en los medios de comunicación, o el de los libros de texto. Los hechos pueden ser los mismos, pero las formas -en que se nos presentan y los interpretamos- difieren.

No sólo el arte se encarga de construir estas narrativas marginales, de frontera. Existen otras disciplinas que llevan siglos ensayando explicaciones alternativas de la realidad. Más allá de la racionalidad matemática, científica, económica o religiosa que pueda imperar en un momento dado de la historia. Sí, la filosofía tiene muchas cosas en común con la poesía. Quizá utiliza otro lenguaje, más manejable por la razón que las intuiciones y las imágenes del arte pero, ambos, nos permiten sobrevolar ese plano de la realidad mecanicista que, de otro modo, nos ahogaría en el más absoluto determinismo.
Unamuno ya decía que "la filosofía se acuesta más a la poesía que a la ciencia" y lo han suscrito también otros autores, en un intento de remarcar las limitaciones del conocimiento científico -que se queda paralizado en lo real, en lo que es así y no puede ser de otra manera-.

Estos son los conceptos de arte y filosofía que nos interesan en este post: los que nos protegen contra la barbarie; los que están continuamente buscando los límites, cuestionando lo normal, lo establecido, imaginando nuevos caminos, retomando los abandonados, reinterpretando la realidad...
Sin su ayuda, resulta casi imposible determinar si matar judíos -o gitanos- está bien o mal, si es o no normal... Porque lo normal es sólo lo establecido, lo que ha sentado jurisprudencia, lo que el poder garantiza con violencia...

viernes, 20 de octubre de 2017

Hacia la nada ... ... ... .. .. .


Habría que preguntarse por qué
el beneficio manda,
el de unos pocos,
el mal de muchos.
¿Por qué es bien?
Si resulta feo:
la opresión, el abuso, la desigualdad.
¿Por qué el beneficio manda?

Vivir bien,
vivir mejor que:
Mejor que Amancio,
mejor que el futbolista,
mejor que el rey o el presidente,
mejor que el directivo,
el médico o el bombero,
el funcionario,
trabajadores por cuenta ajena,
autónomos, emprendedores,
jornaleros, parados,
prostitutos...

Competir contra.

Mientras daba cuenta de mi menú del día,
miraba en el televisor cómo Galicia ardía.

El salón estaba lleno de "clase media",
gente de provincias, oficinistas, comerciales,
jubilados... todos comíamos el mismo menú:
dos platos a elegir,
entre cuatro primeros y cuatro segundos.
El más rápido se lleva el postre...
Y así siempre...
en continuo mirar de reojo,
anhelando beneficios,
adorar al líder,
machacar al mediocre.
Venerar al avaro,
respetar al santurrón,
a los que retienen.

Y las llamas lo repetían:
-Han sido ellos los beneficiarios,
los del privilegio,
los que han estudiado...
Han sido ellos:
en sus juegos
de poder
los ganadores.
Han sido ellos...
Nos convencieron:
de que es bien bello
lo que vemos mal y feo.



Se te llevarán a ti también,
en su arrasar desenfrenado
hacia la nada...

viernes, 24 de noviembre de 2006

Mal



Un saco lleno de miedo era todo lo que poseía. Pintado con caritas sonrientes. Excepto cuando se abría, entonces todas comenzaban a chillar, como si no les quedase aire para respirar. Y todo alrededor se nublaba en una gran oscilación, el espacio se expandía y replegaba, el tiempo se estiraba más y más. Al cerrar el saco, las caras sonrientes, pero nada seguía igual, el Mundo se había transformado, se habían abierto dos caminos paralelos, uno con saco sonriente y otro con saco lleno de miedo.

Siempre le tocaba vivir con el miedo, esos indígenas caníbales le seguían a todas partes, a la oficina, a casa, al parque... Querían su sangre, se la robaban por las noches cuando, por descuido, daba una cabezada. Acudían envueltos en batas verdes, como enfermeros de quirófano. Sus herramientas eran jeringuillas, sondas, bisturís y extraños aparatos que no llegaba a reconocer porque, cuando despertaba, se esfumaban tan rápidamente que ni tan siquiera sabía si habían estado allí. Pero las incisiones, los agujeros, los restos de sangre, sí permanecían.

Cada momento más cadáver, aunque, desde que descubrió el saco no sabía si pasaba el tiempo. Siempre era el mismo día, el día sin sueño, el día del saco abierto. La extraña televisión repitiendo una y otra vez esa odiosa película porno. Culos taladrados, eyaculaciones en la boca y enormes aparatos de plástico embadurnados en vaselina. Le dejaba al borde de la arcada, la violencia y el deseo sexual. Conocía todas las escenas, y no podía apartar la mirada de la extraña caja en que se proyectaban las imágenes.

viernes, 22 de septiembre de 2006

Toros?


Me gustan los toros, me gusta cuando pastan libres en el campo y cuando se desangran llenos de rabia en el ruedo. Los toreros, los buenos toreros y los banderilleros, artistas que se enfrentan al miedo, que ignoran el peligro, se entregan a su tarea.
El oficio del matador. Sangre, miedo, crueldad, habilidad, estética, tradición, superstición, técnica, arena, calor ...

¿Qué se puede hacer cuando un animal de 500 kg. de peso se lanza hacia ti, herido, lleno de ira? ¿Qué vas a hacer sino correr? Correr en línea recta, presa del pánico, buscando la barrera.

Yo no puedo ser torero, yo no valgo para matar toros, igual que no valgo para hacer cine. Son cosas que se llevan dentro, es la impotencia escupida en actos bellos y crueles.

Los picadores no me gustan. ¡Cómo se atreven a humillar así al pobre caballo! ¡Qué se les subiesen encima! Y pinchar al toro desde la seguridad que da la altura de una buena montura. Yo me alegro cuando caen al ruedo, desde luego son los malos de la puesta en escena. Un Sanchopanza mezquino, apuñalador de espaldas, haciendo de Don Quijote con su lanza. Y mientras tanto Rocinante que no se entera de nada.

Es un juego cruel, como el mundo en que vivimos. Cruel y mortal.

Un chaval joven, lanzándose con furia a la grupa de ese gran animal lleno de sangre y cuernos, con su espadita de esgrima. ¿Qué se siente al terminar con la vida de un animal con el que has estado interpretando un baile de muerte?

La tauromaquia es España, pero no sólo eso, es la naturaleza humana, disfrazada con los colores de la Fiesta Nacional.

No quiero que prohíban los toros, ni las peleas de gallos, ni el tabaco, ni la marihuana ...
Las peleas de perros no me gustan, pero sí el boxeo, así de arbitraria es la irracionalidad.

Yo no quiero esta mierda de democracia que nos hace a todos iguales, que pisotea y extermina cualquier disconformidad y criminaliza a las minorías.
Humanizar a los animales, deshumanizar a los hombres pobres. Este es un planeta basurero, donde unos cuantos marcan el ritmo y todos somos responsables y esclavos de nosotros mismos.
... “el poder de los pueblos sobre sí mismos” de que se habla, no es el gobierno de cada uno por sí, sino el gobierno de cada uno por los demás...


Nos hemos encabezonado en que el poder emane del pueblo, y nos sometemos a nuestra propia tiranía, quizá deberíamos poner más esfuerzos en limitar el poder de los gobiernos. O limitar el poder sin más.

Y si matar toros es de pueblos incultos y bárbaros, también lo es limitar las libertades de un colectivo por el antojo del 51%.