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domingo, 9 de marzo de 2008

El cine español y el control estatal de la cultura

Muchos dicen que el cine español es malo. Yo creo que sólo lo es cuando intenta imitar al americano.


Muchos se oponen a subvencionar el cine, o la cultura en general. A mí me parece mejor que se subvencione a que desaparezca. Porque soy un amante de la variedad. Y en España, en general, tenemos un cine muy variado y representativo de las diferentes identidades, miedos, complejos e ideologías que circulan por este nuestro terruño. En una peli estándar americana, los personajes son eso: americanos, y tienen sus costumbres y miran al mundo desde su particular balcón, tienen sus hitos de referencia, sus paisajes, su ritmo de vida...


Que se subvencione, pero que permanezca independiente. Que se mantenga independiente es posible porque, de todos es sabido, es un cine minoritario. Pero ya le gustaría al Estado, o a las comunidades que aspiran a serlo, difundir sus mensajes identitarios, a masas aborregadas, por las salas de todos los cines. Porque esa es la misión de los Estados: que todos seamos iguales. Como la economía ya no la controlan Ellos, sólo aspiran a administrar las costumbres y la cultura. Esa es la forma de crear Estado.
Para una vez que el Estado corrige una imperfección de mercado, dejarlo que subvencione!




La educación púbica es muy importante y muy buena, pero se ha depositado demasiada responsabilidad en ella. Lo cual resulta normal, porque en estos tiempos modernos, los padres no tienen tiempo de educar a sus hijos. Y los Estados y las empresas han ocupado este nicho, han aprovechado para inmiscuirse en los programas de estudio y crear un pueblo educado a su medida.


Yo seré Español... no me queda más remedio, pero ningún Estado debería obligarme a respetar ningún tipo de símbolo, ni a ningún tipo de persona más que a otra, por muy Real que sea, ni tampoco tiene derecho a decidir qué conducta es perniciosa para mí, ni cual es mi lengua o mi religión oficial, tampoco debería existir un cuerpo policial para hostigar a los ciudadanos que no creen en el Sistema. Porque los Estados, en teoría, los crean los pueblos para que administren sus impuestos, su excedente monetario, para tener una serie de servicios básicos que garanticen un cierto bienestar y para corregir las imperfecciones del mercado. Son una creación del pueblo al servicio del pueblo. Pero esta idea es demasiado inocente, porque las cosas no funcionan así, y los Estados democráticos no son más que otra forma de gobierno autoritaria, al servicio de los que tienen dinero, asociados por intereses comunes y apoyados en el voto de la mayoría, que consiguen con sus medios de educación planos, sus medios de comunicación monotemáticos y su moral para esclavos.


Yo quería hablar de “alas de mariposa” y mira donde he acabado.